Inktober Literario 2019
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Re: Inktober Literario 2019
Me ha salido bastante mierdoso el de hoy, pero bueno, es lo que tiene lo de uno al día y el obligarse, que a veces no hay inspiración.
Día 4 – Freeze
Menudos memos los del control de seguridad. Que una cosa es no ser racista, y otra dejar pasar a un musulmán con barba y cara renegrida sin hacerme quitarme siquiera los zapatos. No tienen ni idea de lo que se puede hacer hoy en día con una impresora 3D y un poco de plástico. Una buena navaja en piezas. Claro que tampoco habrían encontrado nada, oculta entre la suela de mis Timberland. De verdad, que no lo entiendo. Solo me faltaba un cartel en la espalda que pusiera “Os voy a matar a todos, infieles”. Les he mirado con mala cara, he hablado en árabe… ¡y con esta barba que me llega hasta el pecho! Ya digo, no acabo de entenderlo, tanta Guardia Civil, empresas de seguridad, escáneres, perros, detectores de explosivos y he podido acceder a la zona de embarque. Joder, qué frío hace aquí. La red ha diseñado este plan, y todo está milimetrado, pero nadie me avisó de que aquí haría este frío terrible. Alá me libre de criticarles. Ay, cuando llegue a la Yanna, ya estaré calentito, en el Firdaws el séptimo y más alto nivel del Paraíso, seguro que hay un fuego caldeado y buena comida. También es sorprendente lo del pasaporte, pero bueno, al fin y al cabo los contactos de alto nivel de la red siria tienen buenos falsificadores. Pero ¿lo del billete? Si lo impreso con mi HP de cincuenta euros en casa, no lo comprendo, de verdad. Cuando me contaron que era así de fácil no podía creérmelo, no quería desconfiar, pero mi madre no crio ningún hijo tonto. Pero vaya, es verdad, aquí estoy, dentro del avión. Claro que no voy cómodamente sentado, sino en esta mierda de compartimento oscuro y lleno de ruidos. Y qué frío. No veo nada de nada. Me dieron el plano del avión y, tal y como estaba planeado, cuando estábamos cerca de la escalerilla me escabullí y entré dentro del fuselaje ¡desde fuera! Es que estos decrépitos occidentales son tontos del culo. Ya verán cuando salga con el cuchillo y corte gargantas infieles… Bueno, eso si soy capaz de ensamblar las piezas con esta oscuridad. Me voy a poner a ello, llevo una linternita, pero me dijeron que no la encendiera hasta pasadas dos horas… Qué frío, de verdad, casi no puedo mover las manos. A ver, a ver si la consigo encender, que me está entrando un sueño muy extraño. Aquí está, es minúscula la linterna, como una tarjeta de crédito, aquí está el botón, ya está, luz. Pero, ¿qué hacen una ruedas gigante aquí? ¿Y por qué no hay maletas? Hay que ver, no puedo ni moverme para pinchar los neumáticos, no entiendo por qué no dan la calefacción, qué frío hace a ocho mil pies.
Día 4 – Freeze
Menudos memos los del control de seguridad. Que una cosa es no ser racista, y otra dejar pasar a un musulmán con barba y cara renegrida sin hacerme quitarme siquiera los zapatos. No tienen ni idea de lo que se puede hacer hoy en día con una impresora 3D y un poco de plástico. Una buena navaja en piezas. Claro que tampoco habrían encontrado nada, oculta entre la suela de mis Timberland. De verdad, que no lo entiendo. Solo me faltaba un cartel en la espalda que pusiera “Os voy a matar a todos, infieles”. Les he mirado con mala cara, he hablado en árabe… ¡y con esta barba que me llega hasta el pecho! Ya digo, no acabo de entenderlo, tanta Guardia Civil, empresas de seguridad, escáneres, perros, detectores de explosivos y he podido acceder a la zona de embarque. Joder, qué frío hace aquí. La red ha diseñado este plan, y todo está milimetrado, pero nadie me avisó de que aquí haría este frío terrible. Alá me libre de criticarles. Ay, cuando llegue a la Yanna, ya estaré calentito, en el Firdaws el séptimo y más alto nivel del Paraíso, seguro que hay un fuego caldeado y buena comida. También es sorprendente lo del pasaporte, pero bueno, al fin y al cabo los contactos de alto nivel de la red siria tienen buenos falsificadores. Pero ¿lo del billete? Si lo impreso con mi HP de cincuenta euros en casa, no lo comprendo, de verdad. Cuando me contaron que era así de fácil no podía creérmelo, no quería desconfiar, pero mi madre no crio ningún hijo tonto. Pero vaya, es verdad, aquí estoy, dentro del avión. Claro que no voy cómodamente sentado, sino en esta mierda de compartimento oscuro y lleno de ruidos. Y qué frío. No veo nada de nada. Me dieron el plano del avión y, tal y como estaba planeado, cuando estábamos cerca de la escalerilla me escabullí y entré dentro del fuselaje ¡desde fuera! Es que estos decrépitos occidentales son tontos del culo. Ya verán cuando salga con el cuchillo y corte gargantas infieles… Bueno, eso si soy capaz de ensamblar las piezas con esta oscuridad. Me voy a poner a ello, llevo una linternita, pero me dijeron que no la encendiera hasta pasadas dos horas… Qué frío, de verdad, casi no puedo mover las manos. A ver, a ver si la consigo encender, que me está entrando un sueño muy extraño. Aquí está, es minúscula la linterna, como una tarjeta de crédito, aquí está el botón, ya está, luz. Pero, ¿qué hacen una ruedas gigante aquí? ¿Y por qué no hay maletas? Hay que ver, no puedo ni moverme para pinchar los neumáticos, no entiendo por qué no dan la calefacción, qué frío hace a ocho mil pies.
Re: Inktober Literario 2019
Día 4 – Freeze
Primero fueron los pies. Oye, cuando nos conocimos no los tenías tan fríos, pero qué le vamos a hacer. Te masajeo uno mientras resguardo el otro bajo mi sobaco. Te masajeo el otro mientras preservamos el calor del primero bajo la manta. Te masajeo el tobillo, la pierna, la rodilla, la pantorrilla, el culo, la tripa, la espalda, las tetas y ya estamos follando. Y tus pies arden. Pero, mientras el calor rojo de la colilla en mi labio ilumina tu silueta, tus pies vuelven a enfriar la habitación. Y pienso en que habrá que volver a calentarlos. Y me sorprende otra erección.
Luego la escarcha. Una fina capa de hielo que se escama entre nosotros en la cama, separándonos. Con paciencia y con rasqueta, cada noche la retiro, pero por la mañana vuelve a estar allí, cada día un poco más gruesa, cada vez más implacable. Probamos con bolsas de agua caliente, con el secador del pelo, con mantas térmicas y poniendo el termostato de la calefacción en el rojo infierno. Incluso probamos subiendo a la cama el gato, pero lo único que conseguimos es sudor y dolor de cabeza. La capa de hielo que nos separa sigue creciendo cada noche hasta convertirse en un muro infranqueable, semitransparente, tras el que aún puedo ver tu sonrisa fría y la mirada helada de tu indiferencia.
Como última medida desesperada me lío a aporrear el muro glacial a golpe de martillo y escoplo. Apenas he avanzado unos centímetros hacia ti, cuando me doy cuenta de que mis manos y mis brazos han empezado también a convertirse en carámbanos, y que, si sigo intentando rescatarnos mis ojos, mi sonrisa y mi corazón también acabarán helándose.
Comprender que ha llegado la hora no lo hace menos doloroso, pero sí más sencillo. A través del témpano me despido, tibio. Salgo de la cama y me voy a trabajar sin mirar atrás. Quizás si lo hubiera hecho habría llegado a ver lágrima cálida que, desde tu ojo, está empezando a fundir el hielo.
Primero fueron los pies. Oye, cuando nos conocimos no los tenías tan fríos, pero qué le vamos a hacer. Te masajeo uno mientras resguardo el otro bajo mi sobaco. Te masajeo el otro mientras preservamos el calor del primero bajo la manta. Te masajeo el tobillo, la pierna, la rodilla, la pantorrilla, el culo, la tripa, la espalda, las tetas y ya estamos follando. Y tus pies arden. Pero, mientras el calor rojo de la colilla en mi labio ilumina tu silueta, tus pies vuelven a enfriar la habitación. Y pienso en que habrá que volver a calentarlos. Y me sorprende otra erección.
Luego la escarcha. Una fina capa de hielo que se escama entre nosotros en la cama, separándonos. Con paciencia y con rasqueta, cada noche la retiro, pero por la mañana vuelve a estar allí, cada día un poco más gruesa, cada vez más implacable. Probamos con bolsas de agua caliente, con el secador del pelo, con mantas térmicas y poniendo el termostato de la calefacción en el rojo infierno. Incluso probamos subiendo a la cama el gato, pero lo único que conseguimos es sudor y dolor de cabeza. La capa de hielo que nos separa sigue creciendo cada noche hasta convertirse en un muro infranqueable, semitransparente, tras el que aún puedo ver tu sonrisa fría y la mirada helada de tu indiferencia.
Como última medida desesperada me lío a aporrear el muro glacial a golpe de martillo y escoplo. Apenas he avanzado unos centímetros hacia ti, cuando me doy cuenta de que mis manos y mis brazos han empezado también a convertirse en carámbanos, y que, si sigo intentando rescatarnos mis ojos, mi sonrisa y mi corazón también acabarán helándose.
Comprender que ha llegado la hora no lo hace menos doloroso, pero sí más sencillo. A través del témpano me despido, tibio. Salgo de la cama y me voy a trabajar sin mirar atrás. Quizás si lo hubiera hecho habría llegado a ver lágrima cálida que, desde tu ojo, está empezando a fundir el hielo.
Última edición por Ruttiger el 04 Oct 2019 12:39, editado 1 vez en total.
CacaDeLuxe escribió: ↑03 Ago 2021 09:53 eres un cuck wokero de los que tiene un discurso de covidiota emponzoñado grafenado bozalero aplaudidor de balcon
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Re: Inktober Literario 2019
JO-DER.Ruttiger escribió: ↑04 Oct 2019 10:40 Día 4 – Freeze
Primero fueron los pies. Oye, cuando nos conocimos no los tenías tan fríos, pero qué le vamos a hacer. Te masajeo uno mientras resguardo el otro bajo mi sobaco. Te masajeo el otro mientras preservamos el calor del primero bajo la manta. Te masajeo el tobillo, la pierna, la rodilla, la pantorrilla, el culo, la tripa, la espalda, las tetas y ya estamos follando. Y tus pies arden. Pero, mientras el calor rojo de la colilla en mi labio ilumina tu silueta, tus pies vuelven a enfriar la habitación. Y pienso en que habrá que volver a calentarlos. Y me sorprende otra erección.
Luego la escarcha. Una fina capa de hielo que se escama entre nosotros en la cama, separándonos. Con paciencia y con rasqueta, cada noche la retiro, pero por la mañana vuelve a estar allí, cada día un poco más gruesa, cada vez más implacable. Probamos con bolsas de agua caliente, con el secador del pelo, con mantas térmicas y poniendo el termostato de la calefacción en el rojo infierno. Incluso probamos subiendo a la cama el gato, pero lo único que conseguimos es sudor y dolor de cabeza. La capa de hielo que nos separa creciendo cada noche hasta convertirse en un muro infranqueable, semitransparente, tras el que aún puedo ver tu sonrisa fría y la mirada helada de tu indiferencia.
Como última medida desesperada me lío a aporrear el muro glacial a golpe (y golpes) de martillo y escarpia. Apenas he avanzado unos centímetros hacia ti, cuando me doy cuenta de que mis manos y mis brazos han empezado también a convertirse en carámbanos, y que, si sigo intentando rescatarnos mis ojos, mi sonrisa y mi corazón también acabarán helándose.
Comprender que ha llegado la hora no lo hace menos doloroso, pero sí más sencillo. A través del témpano me despido, tibio. Salgo de la cama y me voy a trabajar sin mirar atrás. Quizás si lo hubiera hecho habría llegado a ver lágrima cálida que, desde tu ojo, está empezando a fundir el hielo.
Donde yo me curro un post sobre "presionar para tener sexo" y no encuentro más que frustración, otros encuentran poesía. Me ha encantado.
Para que no todo sean masajes de lomo y jabón, diré que aquí...
... me parece que el paréntesis no añade nada y entorpece un poco la frase y que me gustaría más sin ese "y golpes". Pero por buscar algo adrede para que no me digas que me paso de jabón y baboseo. Me encanta. Y es doloroso de leer, tanto desde mis vivencias como desde la sospecha de que conoces demasiado bien esa situación y es posible que tenga que ver contigo mismo.Como última medida desesperada me lío a aporrear el muro glacial a golpe (y golpes) de martillo y escarpia.
Aunque bueno, eres capaz de fabular, igual todo es producto de tu imaginación.
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Re: Inktober Literario 2019
Día 4 - Frío
Spoiler: mostrar
Re: Inktober Literario 2019
La triste historia del embalsamador henamorado.Ruttiger escribió: ↑04 Oct 2019 10:40 Día 4 – Freeze
Primero fueron los pies. Oye, cuando nos conocimos no los tenías tan fríos, pero qué le vamos a hacer. Te masajeo uno mientras resguardo el otro bajo mi sobaco. Te masajeo el otro mientras preservamos el calor del primero bajo la manta. Te masajeo el tobillo, la pierna, la rodilla, la pantorrilla, el culo, la tripa, la espalda, las tetas y ya estamos follando. Y tus pies arden. Pero, mientras el calor rojo de la colilla en mi labio ilumina tu silueta, tus pies vuelven a enfriar la habitación. Y pienso en que habrá que volver a calentarlos. Y me sorprende otra erección.
Luego la escarcha. Una fina capa de hielo que se escama entre nosotros en la cama, separándonos. Con paciencia y con rasqueta, cada noche la retiro, pero por la mañana vuelve a estar allí, cada día un poco más gruesa, cada vez más implacable. Probamos con bolsas de agua caliente, con el secador del pelo, con mantas térmicas y poniendo el termostato de la calefacción en el rojo infierno. Incluso probamos subiendo a la cama el gato, pero lo único que conseguimos es sudor y dolor de cabeza. La capa de hielo que nos separa creciendo cada noche hasta convertirse en un muro infranqueable, semitransparente, tras el que aún puedo ver tu sonrisa fría y la mirada helada de tu indiferencia.
Como última medida desesperada me lío a aporrear el muro glacial a golpe (y golpes) de martillo y escarpia. Apenas he avanzado unos centímetros hacia ti, cuando me doy cuenta de que mis manos y mis brazos han empezado también a convertirse en carámbanos, y que, si sigo intentando rescatarnos mis ojos, mi sonrisa y mi corazón también acabarán helándose.
Comprender que ha llegado la hora no lo hace menos doloroso, pero sí más sencillo. A través del témpano me despido, tibio. Salgo de la cama y me voy a trabajar sin mirar atrás. Quizás si lo hubiera hecho habría llegado a ver lágrima cálida que, desde tu ojo, está empezando a fundir el hielo.
Aspiro a la hegemonía mundial.
Re: Inktober Literario 2019
Lo que le pasa a esa frase es que supongo que quiere decir "escoplo" y no "escarpia".M. Corleone escribió: ↑04 Oct 2019 11:42... me parece que el paréntesis no añade nada y entorpece un poco la frase y que me gustaría más sin ese "y golpes". Pero por buscar algo adrede para que no me digas que me paso de jabón y baboseo.Como última medida desesperada me lío a aporrear el muro glacial a golpe (y golpes) de martillo y escarpia.
La fusión del conceptismo y el culteranismo tecleó:
Anda y que den por el culo con la mierda diarrética esa que blasfemas por tu orificio vocal.
Re: Inktober Literario 2019
Pues aprovecho las dos correcciones y las aplico con humildad.
Lo del doble paréntesis es un error de corrección rápida, inicialmente decía "aporrear el muro a base (y golpes) de martillo y escarpia" y al leer rápido pensé que ese "base" no me acababa de convencer y lo cambié por "golpe" sin darme cuenta del paréntesis siguiente.
Lo de la escarpia es tema de ijnorancia propia.
Gracias, salaetes
Lo del doble paréntesis es un error de corrección rápida, inicialmente decía "aporrear el muro a base (y golpes) de martillo y escarpia" y al leer rápido pensé que ese "base" no me acababa de convencer y lo cambié por "golpe" sin darme cuenta del paréntesis siguiente.
Lo de la escarpia es tema de ijnorancia propia.
Gracias, salaetes
CacaDeLuxe escribió: ↑03 Ago 2021 09:53 eres un cuck wokero de los que tiene un discurso de covidiota emponzoñado grafenado bozalero aplaudidor de balcon
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Re: Inktober Literario 2019
Lo guay es hacernos comentarios unos a otros, para aprender y ver qué gusta más y qué menos a nuestros lectores phoriles.
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Re: Inktober Literario 2019
Creo que quería decir "escarpa", que se parece más, y es una herramienta que cuadra con el contexto.poshol na escribió: ↑04 Oct 2019 12:04Lo que le pasa a esa frase es que supongo que quiere decir "escoplo" y no "escarpia".M. Corleone escribió: ↑04 Oct 2019 11:42... me parece que el paréntesis no añade nada y entorpece un poco la frase y que me gustaría más sin ese "y golpes". Pero por buscar algo adrede para que no me digas que me paso de jabón y baboseo.Como última medida desesperada me lío a aporrear el muro glacial a golpe (y golpes) de martillo y escarpia.
Me ha pustado mucho su relato.
Re: Inktober Literario 2019
Día 4 - Congelado
- Trabajé durante treinta y cinco años en una corporación multimedia, los últimos quince coordinando un equipo de veinte personas en el grupo de auditoría interna. Fueron años felices. El salario era bueno y las condiciones estupendas. Conocí a mi mujer allí a finales de siglo. Por aquel entonces endogamia laboral era muy común e incluso estaba bien vista. Nos quisimos mucho, al menos yo la quise mucho, aunque nuestra relación era complicada porque, por alguna razón, a pesar de ser ambos considerados como personas de trato fácil, no acabábamos de mezclar bien. Éramos más parecidos que complementarios. Otras parejas resuelven sus tensiones follando. O bebiendo, juntos o por separado. No era nuestro caso. No pudimos tener hijos y acabó afectando nuestra vida sexual hasta el punto en el que nuestros encuentros se fueron espaciando cada vez más. Primero semanas, luego meses, estaciones y finalmente años. No fue algo consciente. Simplemente ocurrió. Era raro, pero no lo tenía del todo presente. Supongo que se trataba de un estado de negación semiconsciente. De vez en cuando me acordaba y planeaba un torpe acercamiento escalonado, una elaborada cadena de acontecimientos en los que una cosa acabase llevando a la otra y poder poner fin a uno de esos largos intervalos con clara conciencia de ser el inicio de otro probablemente más largo que el anterior. En 2015 la corporación nos hizo una oferta de desvinculación laboral. Setenta por ciento del salario, congelado, más cotizaciones a la seguridad social hasta los 65 años. Una buena cantidad en aquel momento. No lo pensamos demasiado. Supongo que lo vimos como una oportunidad de reconstruir nuestra relación en unos nuevos parámetros. No tuvimos oportunidad. Maruja murió en un accidente de tráfico al poco. Se saltó un ceda el paso y colisionó con una cosechadora que, inexplicablemente, circulaba por una vía urbana. No tuve tiempo de improvisar un duelo en condiciones porque me vi inmerso en una montaña rusa legal. La compañía aseguradora de nuestro vehículo no se quiso hacer cargo de la indemnización a la parte contraria amparándose en un dudoso informe médico por el cual Maruja podría haber estado conduciendo bajo los efectos del alcohol. Mi familia política, con la que nunca me había llevado del todo bien, reclamó el cincuenta por ciento de la herencia, dinero, vivienda, acciones, alegando que en ausencia de testamento un documento acreditando ser pareja de hecho no era suficiente como para convertirme en único heredero. Resumiendo en una palabra una agonía de dos años, perdí. Malvendí lo que quedaba de nuestras propiedades, rescaté el plan de pensiones y conseguí pagar a demandantes y abogados quedándome prácticamente a cero. La crisis hizo el resto. En poco tiempo una inflación de dos cifras convirtió mi congelado sueldo en un ingreso apenas testimonial. No todo eran malas noticias, sin embargo. La corporación pagaba mis cuotas de la seguridad social, de forma que si lograba cumplir las condiciones, cada vez más restrictivas, para jubilarme legalmente podría cobrar una pensión razonable. La situación, sin embargo, no estaba exenta de sutilidades. La naturaleza de nuestro acuerdo de desvinculación vinculaba el pago de mis cuotas a cargo de la corporación a mi retirada efectiva del mercado laboral. Obviamente podría renunciar al acuerdo y buscar un empleo dentro marco de la entonces nueva neolegislación uberizada bajo el estatus de neoautónomo, pero preferí buscar alternativas en la economía sumergida. Era eso o la mendicidad y la mendicidad tiene mucha competencia. Hice de todo a cambio de muy poco, como todo el mundo por otra parte. Finalmente me especialicé en crear comunidades de internet y mercantilizarlas a través de testaferros. Creaba foros y listas de correo utilizando plataformas obsoletas simulando actividad a través de decenas de usuarios fantasma que manejaba a mi antojo. Me lo curraba mucho. Los personajes de los usuarios pasaban de ser simples esbozos a personalidades complejas en función de la interacción mutua. Mantenía biografía de todos ellos y tramas generales y particulares. Tenía pizarras gigantes llenas de post its con escaletas e interacciones. Al cabo de unas semanas comenzaban a llegar usuarios reales. Gente de cierta edad, casi todos, veteranos de la primera oleada de internet, aunque también inadaptados de todo tipo. El modelo de negocio original pretendía vender las comunidades a empresas de marketing de guerrilla una vez alcanzada una masa crítica de usuarios reales, tampoco demasiado grande, apenas unos centenares, y un determinado volumen de visitas, cosa que hice en un par de ocasiones sin demasiado problema. Más adelante me concentré en la gestión creativa de foros más grandes aprovechando mi condición de administrador plenipotenciario en la sombra. Lobbying, extorsión, fraude, suplantación de identidades, pequeños robos, este tipo de cosas. Moderadamente lucrativo. Intelectualmente estimulante. Tremendamente entretenido. Hasta volví a follar alguna vez y todo. Creo que el problema es que tenía la testosterona baja. Yo es que no soy de ir a médicos. Me lo tendría que haber mirado en su momento. En cierto modo disfrutaba de un estatus socioeconómico similar al que tenía unos años antes cuando era auditor en activo, con la diferencia de que me veía obligado a mantener un perfil muy bajo ya que mi única remuneración oficial era el setenta por ciento de mi devaluado y congelado sueldo, apenas ahora unas monedas al mes en neocoins al cambio. No hay mal ni bien que cien años dure y quien siembra vientos recoge tempestades. Me permití el capricho de tomarme una semana de vacaciones y en ese lapso mi imperio fue intervenido por el grupo de delitos telemáticos de la menetérica, no acabo de tener muy claro por qué. Algún callo pisaría por ahí que justificase semejante despliegue de medios. Afortunadamente no pudieron llegar hasta mí, pero fue el final de mi aventura en el sector de las redes sociales. El remanente de efectivo que me quedaba me ha permitido vivir sin agobios estos años pero justo en el momento de tramitar la pensión el gobierno unificado ha endurecido las condiciones de acceso a la pensión para los hombres heterosexuales cis no racializados. Me falta un año de cotización. No me reconocen el año de la mili los hijos de puta. Un año dando barrigazos y pegando tiros en San Gregorio, para nada, ya ve usted.
El responsable de la ETT suspiró
- Entonces usted no bebe, no es un follarín y tiene experiencia militar.
- Afirmativo
- Y carnet de carretillero
- Afirmativo
- Entonces el puesto es suyo. Se compromete usted por dos años no renovables con Pick&Shovel Corp en condición de becario de carga, salario según convenio del sector, ingresado en su integridad al retorno. Firme aquí y preséntese mañana a primera hora en el muelle cinco al capitán de la nave minera Riotinto.
El nuevo becario de carga Larsen Pettifroger firmó y abandonó la oficina llevándose con él una copia del documento. Dos años pasan pronto, musitó.
El responsable de la ETT aprovechó la pausa para maximizar la sesión de internet que tenía oculta. Taumas varios. Cuent you.
- Trabajé durante treinta y cinco años en una corporación multimedia, los últimos quince coordinando un equipo de veinte personas en el grupo de auditoría interna. Fueron años felices. El salario era bueno y las condiciones estupendas. Conocí a mi mujer allí a finales de siglo. Por aquel entonces endogamia laboral era muy común e incluso estaba bien vista. Nos quisimos mucho, al menos yo la quise mucho, aunque nuestra relación era complicada porque, por alguna razón, a pesar de ser ambos considerados como personas de trato fácil, no acabábamos de mezclar bien. Éramos más parecidos que complementarios. Otras parejas resuelven sus tensiones follando. O bebiendo, juntos o por separado. No era nuestro caso. No pudimos tener hijos y acabó afectando nuestra vida sexual hasta el punto en el que nuestros encuentros se fueron espaciando cada vez más. Primero semanas, luego meses, estaciones y finalmente años. No fue algo consciente. Simplemente ocurrió. Era raro, pero no lo tenía del todo presente. Supongo que se trataba de un estado de negación semiconsciente. De vez en cuando me acordaba y planeaba un torpe acercamiento escalonado, una elaborada cadena de acontecimientos en los que una cosa acabase llevando a la otra y poder poner fin a uno de esos largos intervalos con clara conciencia de ser el inicio de otro probablemente más largo que el anterior. En 2015 la corporación nos hizo una oferta de desvinculación laboral. Setenta por ciento del salario, congelado, más cotizaciones a la seguridad social hasta los 65 años. Una buena cantidad en aquel momento. No lo pensamos demasiado. Supongo que lo vimos como una oportunidad de reconstruir nuestra relación en unos nuevos parámetros. No tuvimos oportunidad. Maruja murió en un accidente de tráfico al poco. Se saltó un ceda el paso y colisionó con una cosechadora que, inexplicablemente, circulaba por una vía urbana. No tuve tiempo de improvisar un duelo en condiciones porque me vi inmerso en una montaña rusa legal. La compañía aseguradora de nuestro vehículo no se quiso hacer cargo de la indemnización a la parte contraria amparándose en un dudoso informe médico por el cual Maruja podría haber estado conduciendo bajo los efectos del alcohol. Mi familia política, con la que nunca me había llevado del todo bien, reclamó el cincuenta por ciento de la herencia, dinero, vivienda, acciones, alegando que en ausencia de testamento un documento acreditando ser pareja de hecho no era suficiente como para convertirme en único heredero. Resumiendo en una palabra una agonía de dos años, perdí. Malvendí lo que quedaba de nuestras propiedades, rescaté el plan de pensiones y conseguí pagar a demandantes y abogados quedándome prácticamente a cero. La crisis hizo el resto. En poco tiempo una inflación de dos cifras convirtió mi congelado sueldo en un ingreso apenas testimonial. No todo eran malas noticias, sin embargo. La corporación pagaba mis cuotas de la seguridad social, de forma que si lograba cumplir las condiciones, cada vez más restrictivas, para jubilarme legalmente podría cobrar una pensión razonable. La situación, sin embargo, no estaba exenta de sutilidades. La naturaleza de nuestro acuerdo de desvinculación vinculaba el pago de mis cuotas a cargo de la corporación a mi retirada efectiva del mercado laboral. Obviamente podría renunciar al acuerdo y buscar un empleo dentro marco de la entonces nueva neolegislación uberizada bajo el estatus de neoautónomo, pero preferí buscar alternativas en la economía sumergida. Era eso o la mendicidad y la mendicidad tiene mucha competencia. Hice de todo a cambio de muy poco, como todo el mundo por otra parte. Finalmente me especialicé en crear comunidades de internet y mercantilizarlas a través de testaferros. Creaba foros y listas de correo utilizando plataformas obsoletas simulando actividad a través de decenas de usuarios fantasma que manejaba a mi antojo. Me lo curraba mucho. Los personajes de los usuarios pasaban de ser simples esbozos a personalidades complejas en función de la interacción mutua. Mantenía biografía de todos ellos y tramas generales y particulares. Tenía pizarras gigantes llenas de post its con escaletas e interacciones. Al cabo de unas semanas comenzaban a llegar usuarios reales. Gente de cierta edad, casi todos, veteranos de la primera oleada de internet, aunque también inadaptados de todo tipo. El modelo de negocio original pretendía vender las comunidades a empresas de marketing de guerrilla una vez alcanzada una masa crítica de usuarios reales, tampoco demasiado grande, apenas unos centenares, y un determinado volumen de visitas, cosa que hice en un par de ocasiones sin demasiado problema. Más adelante me concentré en la gestión creativa de foros más grandes aprovechando mi condición de administrador plenipotenciario en la sombra. Lobbying, extorsión, fraude, suplantación de identidades, pequeños robos, este tipo de cosas. Moderadamente lucrativo. Intelectualmente estimulante. Tremendamente entretenido. Hasta volví a follar alguna vez y todo. Creo que el problema es que tenía la testosterona baja. Yo es que no soy de ir a médicos. Me lo tendría que haber mirado en su momento. En cierto modo disfrutaba de un estatus socioeconómico similar al que tenía unos años antes cuando era auditor en activo, con la diferencia de que me veía obligado a mantener un perfil muy bajo ya que mi única remuneración oficial era el setenta por ciento de mi devaluado y congelado sueldo, apenas ahora unas monedas al mes en neocoins al cambio. No hay mal ni bien que cien años dure y quien siembra vientos recoge tempestades. Me permití el capricho de tomarme una semana de vacaciones y en ese lapso mi imperio fue intervenido por el grupo de delitos telemáticos de la menetérica, no acabo de tener muy claro por qué. Algún callo pisaría por ahí que justificase semejante despliegue de medios. Afortunadamente no pudieron llegar hasta mí, pero fue el final de mi aventura en el sector de las redes sociales. El remanente de efectivo que me quedaba me ha permitido vivir sin agobios estos años pero justo en el momento de tramitar la pensión el gobierno unificado ha endurecido las condiciones de acceso a la pensión para los hombres heterosexuales cis no racializados. Me falta un año de cotización. No me reconocen el año de la mili los hijos de puta. Un año dando barrigazos y pegando tiros en San Gregorio, para nada, ya ve usted.
El responsable de la ETT suspiró
- Entonces usted no bebe, no es un follarín y tiene experiencia militar.
- Afirmativo
- Y carnet de carretillero
- Afirmativo
- Entonces el puesto es suyo. Se compromete usted por dos años no renovables con Pick&Shovel Corp en condición de becario de carga, salario según convenio del sector, ingresado en su integridad al retorno. Firme aquí y preséntese mañana a primera hora en el muelle cinco al capitán de la nave minera Riotinto.
El nuevo becario de carga Larsen Pettifroger firmó y abandonó la oficina llevándose con él una copia del documento. Dos años pasan pronto, musitó.
El responsable de la ETT aprovechó la pausa para maximizar la sesión de internet que tenía oculta. Taumas varios. Cuent you.