Curritos vasilones
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Re: Curritos vasilones
SEUR!
Dadme un premio que hoy es lunes y lo nesecito.
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Dunkis dijo:
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
- golondrino
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Re: Curritos vasilones
Ve al garito mas costra de Lavapies y pídete unas gallinejas (o lo que sea que comen los madrileños de bien), paga el phoro.
"Yo no quería hacer la comunión porque yo me compraba la revista muy interesante desde los 7 años".
Jal el Ñoras - Valenciano, el que tira del carro de la compra con la cabeza gacha y pensador.
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- Criadillas
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Re: Curritos vasilones
Yuju!!!!
Conste que siempre que hay fiestas en Lavapies y La Latina, me aprieto sí o sí un bocata de entresijos, o de gallinejas, o a las malas de panceta.
Gloria bendita, y sobre todo con las dos primeras, tormenta al día siguiente en el water.
Conste que siempre que hay fiestas en Lavapies y La Latina, me aprieto sí o sí un bocata de entresijos, o de gallinejas, o a las malas de panceta.
Gloria bendita, y sobre todo con las dos primeras, tormenta al día siguiente en el water.
Dunkis dijo:
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Re: Curritos vasilones
Uno de mis trabajos fue de cuentacoches.
El ayuntamiento de mi pueblo quería saber cuántos coches había aparcados por la noche en cada calle del pueblo (23mil habs aprox), supongo que con el noble propósito de empezar a pintar zonas azules y sacar la mayor pasta posible. Necesitaban a una persona "responsable y cumplidora" dada la "flexibilidad del trabajo" y la correspondiente "autosupervisación" y su primer error fue encomendarle la tarea imposible a una ETT. La ETT correspondió con otro error que fue elegirme a mí para el puesto. Así serían los demás.
Me dieron un plano bien grande y chulo del pueblo, en el cual tenía que ir anotando el número de coches aparcados en cada tramo de calle. Tenía que desempeñar mi tarea entre las 22h y las 6h, cuando la mayor parte de los coches ya están en reposo.
Con puntualidad suiza salí de mi casa a las 21.45h, cogí el coche y me fui a casa de un amigo a hincharnos a fumar petas. Cuando ya íbamos cocidos, por allá las 3, él se fue a dormir y yo a currar. Hice unas pocas calles, me inventé unas cuantas más y me fui a dormir sobre las 5.
Así de felizmente pasaron las noches hasta que en una de ellas me metí en un callejón sin salida que daba a una especie de plaza cerrada rodeada de garajes. Un coche se metió detrás mío bloqueando la salida. Me disponía a dar la vuelta para enfilar la salida cuando del coche salieron cuatro (o cinco) maromos con pinta de criminales sin escrúpulos. Y a fe de dios que lo eran, porque reconocí a uno de ellos, con el que había compartido otro curro por ETT en el pasado:
- ¿Cañete?
- Coño, Donjaimen, qué haces aquí a estas horas?
- Trabajo contando coches por la noche, y tú?
Primero puso una cara extrañada, imagino que ante la insólita elección laboral. Acto seguido se volvió mirando a sus secuaces y se encogió de hombros y me dedicó una media sonrisa como diciendo "pues te íbamos a reventar a hostias y robarte todo lo que tuvieras pero me lo he pensado mejor y no".
Así funcioné durante siete noches sin mayores altercados. Bueno, en realidad terminé a la quinta noche y las otras dos las añadí como una automerecida propina por haber rozado la muerte en una plaza de garajes que ni siquiera sabía que existiera. Pasadas las siete noches me pareció exagerada la columpiada que me estaba pegando y empecé a sospechar que incluso un funcionario de un ayuntamiento de puta risa tarragonés podría empezar a rumiar suspicacias, porque nadie podría pasar más de 56 horas para contar los coches en un pueblo de tamaño asequible.
Me equivocaba, claro: nunca sobreestimes a un funcionario. En la ETT se quedaron maravilladas ante la diligencia de mi trabajo, asegurando que creían que me llevaría más tiempo, y ni siquiera les pareció raro que algunas hojas del plano tuvieran chinazos.
Fue un muy buen trabajo, la verdad.
Venga.
El ayuntamiento de mi pueblo quería saber cuántos coches había aparcados por la noche en cada calle del pueblo (23mil habs aprox), supongo que con el noble propósito de empezar a pintar zonas azules y sacar la mayor pasta posible. Necesitaban a una persona "responsable y cumplidora" dada la "flexibilidad del trabajo" y la correspondiente "autosupervisación" y su primer error fue encomendarle la tarea imposible a una ETT. La ETT correspondió con otro error que fue elegirme a mí para el puesto. Así serían los demás.
Me dieron un plano bien grande y chulo del pueblo, en el cual tenía que ir anotando el número de coches aparcados en cada tramo de calle. Tenía que desempeñar mi tarea entre las 22h y las 6h, cuando la mayor parte de los coches ya están en reposo.
Con puntualidad suiza salí de mi casa a las 21.45h, cogí el coche y me fui a casa de un amigo a hincharnos a fumar petas. Cuando ya íbamos cocidos, por allá las 3, él se fue a dormir y yo a currar. Hice unas pocas calles, me inventé unas cuantas más y me fui a dormir sobre las 5.
Así de felizmente pasaron las noches hasta que en una de ellas me metí en un callejón sin salida que daba a una especie de plaza cerrada rodeada de garajes. Un coche se metió detrás mío bloqueando la salida. Me disponía a dar la vuelta para enfilar la salida cuando del coche salieron cuatro (o cinco) maromos con pinta de criminales sin escrúpulos. Y a fe de dios que lo eran, porque reconocí a uno de ellos, con el que había compartido otro curro por ETT en el pasado:
- ¿Cañete?
- Coño, Donjaimen, qué haces aquí a estas horas?
- Trabajo contando coches por la noche, y tú?
Primero puso una cara extrañada, imagino que ante la insólita elección laboral. Acto seguido se volvió mirando a sus secuaces y se encogió de hombros y me dedicó una media sonrisa como diciendo "pues te íbamos a reventar a hostias y robarte todo lo que tuvieras pero me lo he pensado mejor y no".
Así funcioné durante siete noches sin mayores altercados. Bueno, en realidad terminé a la quinta noche y las otras dos las añadí como una automerecida propina por haber rozado la muerte en una plaza de garajes que ni siquiera sabía que existiera. Pasadas las siete noches me pareció exagerada la columpiada que me estaba pegando y empecé a sospechar que incluso un funcionario de un ayuntamiento de puta risa tarragonés podría empezar a rumiar suspicacias, porque nadie podría pasar más de 56 horas para contar los coches en un pueblo de tamaño asequible.
Me equivocaba, claro: nunca sobreestimes a un funcionario. En la ETT se quedaron maravilladas ante la diligencia de mi trabajo, asegurando que creían que me llevaría más tiempo, y ni siquiera les pareció raro que algunas hojas del plano tuvieran chinazos.
Fue un muy buen trabajo, la verdad.
Venga.
Dolordebarriga escribió: ↑18 Jun 2024 17:36he aclarado mil veces que fue por metérsela por el culo a pelo a una amiga durante la noche/madrugada de fin de año
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Re: Curritos vasilones
Jordison escribió:MRW suena muy coreano.
Coreano del norte ¿verdad?.
Re: Curritos vasilones
mayhem escribió:Uno de mis trabajos fue de cuentacoches.
El ayuntamiento de mi pueblo quería saber cuántos coches había aparcados por la noche en cada calle del pueblo (23mil habs aprox), supongo que con el noble propósito de empezar a pintar zonas azules y sacar la mayor pasta posible. Necesitaban a una persona "responsable y cumplidora" dada la "flexibilidad del trabajo" y la correspondiente "autosupervisación" y su primer error fue encomendarle la tarea imposible a una ETT. La ETT correspondió con otro error que fue elegirme a mí para el puesto. Así serían los demás.
Me dieron un plano bien grande y chulo del pueblo, en el cual tenía que ir anotando el número de coches aparcados en cada tramo de calle. Tenía que desempeñar mi tarea entre las 22h y las 6h, cuando la mayor parte de los coches ya están en reposo.
Con puntualidad suiza salí de mi casa a las 21.45h, cogí el coche y me fui a casa de un amigo a hincharnos a fumar petas. Cuando ya íbamos cocidos, por allá las 3, él se fue a dormir y yo a currar. Hice unas pocas calles, me inventé unas cuantas más y me fui a dormir sobre las 5.
Así de felizmente pasaron las noches hasta que en una de ellas me metí en un callejón sin salida que daba a una especie de plaza cerrada rodeada de garajes. Un coche se metió detrás mío bloqueando la salida. Me disponía a dar la vuelta para enfilar la salida cuando del coche salieron cuatro (o cinco) maromos con pinta de criminales sin escrúpulos. Y a fe de dios que lo eran, porque reconocí a uno de ellos, con el que había compartido otro curro por ETT en el pasado:
- ¿Cañete?
- Coño, Donjaimen, qué haces aquí a estas horas?
- Trabajo contando coches por la noche, y tú?
Primero puso una cara extrañada, imagino que ante la insólita elección laboral. Acto seguido se volvió mirando a sus secuaces y se encogió de hombros y me dedicó una media sonrisa como diciendo "pues te íbamos a reventar a hostias y robarte todo lo que tuvieras pero me lo he pensado mejor y no".
Así funcioné durante siete noches sin mayores altercados. Bueno, en realidad terminé a la quinta noche y las otras dos las añadí como una automerecida propina por haber rozado la muerte en una plaza de garajes que ni siquiera sabía que existiera. Pasadas las siete noches me pareció exagerada la columpiada que me estaba pegando y empecé a sospechar que incluso un funcionario de un ayuntamiento de puta risa tarragonés podría empezar a rumiar suspicacias, porque nadie podría pasar más de 56 horas para contar los coches en un pueblo de tamaño asequible.
Me equivocaba, claro: nunca sobreestimes a un funcionario. En la ETT se quedaron maravilladas ante la diligencia de mi trabajo, asegurando que creían que me llevaría más tiempo, y ni siquiera les pareció raro que algunas hojas del plano tuvieran chinazos.
Fue un muy buen trabajo, la verdad.
Venga.
Ma gustao. ;)
Me ha recordao a Joaquín Sabina, aunque este no creo q fuera ni estuviera currando... ni lo conocían por eso...
[youtube]Y6ZuGI1jgfs[/youtube]
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Re: Curritos vasilones
Me he descojonado con tu historia Jaimen, en serio.
Yo creo que no he tenido trabajos así tan molones. Hechos relevantes así que recuerde se agolpan durante mis épocas de trabajar los veranos en el Carrefour para sacarme pasta con la que tirar holgadamente durante el resto del año.
Con bastante fortuna, desde el primer verano acabé en la sección de recepción de mercancías, que era un puesto con bastantes ventajas, porque si bien había días de curro infernal a pleno sol de agosto durante 7 horas casi seguidas, también había bastantes días en los que lo más trabajoso que había que hacer era barrer un poco el patio, escaquearse por los pasillos de los almacenes charlando con diversas reponedoras de tu edad a ver si sonaba la flauta y podías quedar con alguna para el fin de semana, dar vueltas interminables por la zona de descanso, hacer caca durante más tiempo del físicamente recomendable, etc... De hecho, un compañero mío, veterano de 50 y pico palos (parecido al gran Jaume Figueras) y de vuelta de todo, tenía una hora al día en la que desaparecía hubiese el curro que hubiese. Al indagar un poco acabé descubriéndolo sentado en el área de descanso viendo el capítulo del día de Xena la Princesa Guerrera mientras se tomaba un café tranquilamente. Y ni Dios le osaba decirle nada durante ese rato porque a la que te acercabas te decía: "no vengas a dar por culo ahora que estoy ocupado", sin despegar los ojos de la pantalla.
Otra de las ventajas de mi trabajo era que los recepcionistas éramos de los pocos con permiso para conducir "toros", o carretillas elevadoras, además de los jefes de cada sección. En momentos álgidos el patio era poco menos que una versión reducida y garrula de Mad Max, con vehículos desvencijados recorriendo el patio a velocidades mortales, esquivando reponedores acojonados por los pelos, y trazando curvas cerradas como sólo un adolescente subnormal es capaz de tomar.
Adolescente subnormal como yo que, además, carecía de carnet de conducir y por lo tanto era ilegal que yo trabajara con esa maquinaria. Pero eran los locos años 2001 y esas minucias se pasaban por alto. Chúpate ésa Vaquilla.
Mi jefe era un carcamal facha apellidado Gamero que no me enseñó una puta mierda en los tres veranos que trabajé bajo sus órdenes. A diferencia de mis compañeros veteranos, los cuales además de los entresijos del cargo, me adoctrinaron en el delicado y hermoso arte de "hacer como que siempre tienes cosas por hacer, y que éstas son más importantes que las que te puedan endilgar los jefes al verte por ahí sin hacer nada, sentado en la garita de recepción leyendo el Marca, con el patio vacío de camiones que descargar".
Un jefe al que todos le tenían miedo era el de la sección de comida fresca, porque tenía muy mala hostia, además de porte de portero de discoteca y vozarron de cazalla a lo Joaquín Sabina, pero capaz de alcanzar unos decibelios brutales. Una bronca acojonaba lo suyo. Por alguna extraña razón yo le debía caer bien y no me tocó los huevos nunca que recuerde. Todos le conociamos por Villar, a secas, que debía ser su apellido.
Pues bien, un buen día el Carrefour cambió a nivel interno el sistema de pedidos a los proveedores aprovechando que en agosto presumiblemente habría menos follón. Villar, acostumbrado como estaba a pedir los jamones serranos por kilos, no se dio cuenta de que tras el cambio debía pedirlos por piezas.
Agosto de 2001 fue recordado en Collado Villalba como el agosto en que misteriosamente se pusieron a la venta cerca de 2000 patas de jamón serrano a precio irrisorio con tal de que salieran cuanto antes de la tienda.
El encargado de recepcionarlo además fui yo, que como no tenía experiencia previa en esas lides, no encontré extraño semejante volumen de jamonaco de golpe, apilado en varios palés llenos hasta arriba. Mis compañeros, según iban volviendo de sus vacaciones, se descojonaban con la historia. Como el pedido estaba ok, el producto estaba ok, y todo se debió a una confusión del jefe, los jamones se quedaron en tienda (una porción) y otros en el puto patio, porque no había más espacio, cogiendo polvo, calores, olores (el compactador de basura hedía a escasos metros de ellos), moscas y demás.
Mi contrato acabó el último día del mes, que en septiembre ya volvían las clases, y en una pared del patio seguían languideciendo centenares de piezas al aire libre con dudoso destino.
En los veranos siguientes me volvieron a contratar, así que o se me perdonó, o ni se acordaban de que yo fuí el que recepcionó todo ese pastizal que acabó en el sumidero.
Para eso están los seguros, qué coño.
Yo creo que no he tenido trabajos así tan molones. Hechos relevantes así que recuerde se agolpan durante mis épocas de trabajar los veranos en el Carrefour para sacarme pasta con la que tirar holgadamente durante el resto del año.
Con bastante fortuna, desde el primer verano acabé en la sección de recepción de mercancías, que era un puesto con bastantes ventajas, porque si bien había días de curro infernal a pleno sol de agosto durante 7 horas casi seguidas, también había bastantes días en los que lo más trabajoso que había que hacer era barrer un poco el patio, escaquearse por los pasillos de los almacenes charlando con diversas reponedoras de tu edad a ver si sonaba la flauta y podías quedar con alguna para el fin de semana, dar vueltas interminables por la zona de descanso, hacer caca durante más tiempo del físicamente recomendable, etc... De hecho, un compañero mío, veterano de 50 y pico palos (parecido al gran Jaume Figueras) y de vuelta de todo, tenía una hora al día en la que desaparecía hubiese el curro que hubiese. Al indagar un poco acabé descubriéndolo sentado en el área de descanso viendo el capítulo del día de Xena la Princesa Guerrera mientras se tomaba un café tranquilamente. Y ni Dios le osaba decirle nada durante ese rato porque a la que te acercabas te decía: "no vengas a dar por culo ahora que estoy ocupado", sin despegar los ojos de la pantalla.
Otra de las ventajas de mi trabajo era que los recepcionistas éramos de los pocos con permiso para conducir "toros", o carretillas elevadoras, además de los jefes de cada sección. En momentos álgidos el patio era poco menos que una versión reducida y garrula de Mad Max, con vehículos desvencijados recorriendo el patio a velocidades mortales, esquivando reponedores acojonados por los pelos, y trazando curvas cerradas como sólo un adolescente subnormal es capaz de tomar.
Adolescente subnormal como yo que, además, carecía de carnet de conducir y por lo tanto era ilegal que yo trabajara con esa maquinaria. Pero eran los locos años 2001 y esas minucias se pasaban por alto. Chúpate ésa Vaquilla.
Mi jefe era un carcamal facha apellidado Gamero que no me enseñó una puta mierda en los tres veranos que trabajé bajo sus órdenes. A diferencia de mis compañeros veteranos, los cuales además de los entresijos del cargo, me adoctrinaron en el delicado y hermoso arte de "hacer como que siempre tienes cosas por hacer, y que éstas son más importantes que las que te puedan endilgar los jefes al verte por ahí sin hacer nada, sentado en la garita de recepción leyendo el Marca, con el patio vacío de camiones que descargar".
Un jefe al que todos le tenían miedo era el de la sección de comida fresca, porque tenía muy mala hostia, además de porte de portero de discoteca y vozarron de cazalla a lo Joaquín Sabina, pero capaz de alcanzar unos decibelios brutales. Una bronca acojonaba lo suyo. Por alguna extraña razón yo le debía caer bien y no me tocó los huevos nunca que recuerde. Todos le conociamos por Villar, a secas, que debía ser su apellido.
Pues bien, un buen día el Carrefour cambió a nivel interno el sistema de pedidos a los proveedores aprovechando que en agosto presumiblemente habría menos follón. Villar, acostumbrado como estaba a pedir los jamones serranos por kilos, no se dio cuenta de que tras el cambio debía pedirlos por piezas.
Agosto de 2001 fue recordado en Collado Villalba como el agosto en que misteriosamente se pusieron a la venta cerca de 2000 patas de jamón serrano a precio irrisorio con tal de que salieran cuanto antes de la tienda.
El encargado de recepcionarlo además fui yo, que como no tenía experiencia previa en esas lides, no encontré extraño semejante volumen de jamonaco de golpe, apilado en varios palés llenos hasta arriba. Mis compañeros, según iban volviendo de sus vacaciones, se descojonaban con la historia. Como el pedido estaba ok, el producto estaba ok, y todo se debió a una confusión del jefe, los jamones se quedaron en tienda (una porción) y otros en el puto patio, porque no había más espacio, cogiendo polvo, calores, olores (el compactador de basura hedía a escasos metros de ellos), moscas y demás.
Mi contrato acabó el último día del mes, que en septiembre ya volvían las clases, y en una pared del patio seguían languideciendo centenares de piezas al aire libre con dudoso destino.
En los veranos siguientes me volvieron a contratar, así que o se me perdonó, o ni se acordaban de que yo fuí el que recepcionó todo ese pastizal que acabó en el sumidero.
Para eso están los seguros, qué coño.
Dunkis dijo:
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Criadillas es un hombre triste de derechas, quién lo iba a decir.
Re: Curritos vasilones
Enorme lo de confundir piezas con kilos, lo raro es que no congregarais una legión de perros callejeros y ratas (o quizá ya estaban ambas facciones congregadas de por sí y no se notó la diferencia).
Por mencionar otro trabajo pero del que guardo peor recuerdo, el primero que tuve cuando llegué a Londres.
Cuando llegué, me apunté a un trabajo de recepcionista de hotel muy bien pagado. Cuando me presenté en la agencia me dijeron que no tenían trabajo de recepcionista, ni siquiera uno bien pagado, pero me ofrecieron en cambio uno de camarero. Sommelier, lo llamaron, muy generosamente.
1. No he trabajado en la vida de camarero
2. No sé nada de vinos más allá de tirarlos gaznate abajo
3. Seguía cobrando el paro desde España y no tenía ninguna prisa por encontrar trabajo
Pero
4. Aunque sea difícil de creer, tras un mes en el paro estaba desesperado por encontrar una ocupación. Mi sangre andaluza se ha diluido, sin duda. El caso es que quería trabajar.
5. Me lo pintaron muy bien, en plan que tienes muy buen nivel de inglés, que te vas a forrar a comisiones, que ya verás tú qué bien se te da.
De todos los puntos enumerados arriba el único que miente como un bellaco es el 5. Mi nivel de inglés, pse, lo de forrarme a comisiones, juas, y lo de ya verás qué bien se te da...
Me presenté a mi curro el primer día, hotelazo en pleno centro de Londres en el cual se celebraba un banquete para más de 600 personas. Me dijeron que tendría que servir a dos mesas de doce personas cada una. Ahí estábamos todos los camareros tiesos como palotes, la mayoría tan inútiles como yo, esperando a que abrieran las puertas del banquete, cuando por fin lo hicieron y entraron en tropel 600 británicos.
Me dieron 4 minutos antes de que empezara la actuación para ir persona por persona ofreciendo opción de blanco o tinto y sirviendo no sólo la elección de vino si no además agua a todas esas 24 personas. Si el tiempo de por sí ya parece insuficiente, sumadle mi incapacidad como camarero y la gente en plan:
- Uy, blanco o tinto... ¿qué recomiendas tú con el pescado?
- Blanco.
- ¿Pero qué uva es?
- Pinot grigio. Muy bueno. No te arrepentirás.
- ¿Y el tinto?
- Merlot. Muy bueno pero no casa con el pescado.
- No sé... (se gira a su pareja) ¿blanco o tinto?
- (Pareja) Espera que lo busco en google.
Llegados a este punto les sirvo tinto y blanco a ambos y que revienten. Por supuesto cuando empieza la actuación a los cuatro minutos todavía estoy en la primera mesa y aún me quedan doce personas más a las que servir. Tras servir a la segunda mesa con situaciones similares a la citada anteriormente, sumado el derramar vino sobre la mesa y agua sobre un pobre tipo que se lo tomó muy bien dadas las circunstancias, me fui al jefe de sala dispuesto a decirle que yo era tan inútil para servir bebidas como un baobab, pero a medio camino me dije "Jaimen por tu polla que haces esto".
Y lo hice, y se me dio bien, y me dieron propinas (el tipo al que le derramé agua encima no, lógicamente), y salí medianamente airoso.
El lugar en sí era precioso, pero me pareció que servir a tanta gente estaba muy lejos de mis posibilidades psicomotrices, así que a las dos semanas de fail pedí un traslado.
Me lo otorgaron. Pero la cosa no mejoró precisamente: pasé a un cinco estrellas en Park Lane. Era un evento en el que se entregaban los premios a Las Mujeres Del Año en Reino Unido. Un evento del quince para algunos (o algunas), en el que se llegaban a pagar 250 libras por cabeza por la cena.
Nada más llegar vino un encargado muy airado preguntándonos que hacíamos ahí sin saber nada (éramos varios que llegábamos sin saber nada del lugar). Así que contesté:
- Pues estamos esperando a que nos digan qué hay que hacer
- A ti qué te parece?
- Tú dirás.
- (se ríe para sí mismo) Pues empezad por poner cubiteras en las mesas.
- ¿Dónde están las cubiteras?
Y el tipo se fue sin contestar.
Empezamos a dar tumbos los que andábamos por ahí hasta que uno al abrir una puerta dijo "aquí hay cubiteras" y fuimos poniéndolas en todas las mesas. Justo cuando poníamos las últimas vino el encargado de antes:
- ¿Quién ha sido el listo de la polla (smartass es lo que dijo, en inglés) que ha dicho de poner estas cubiteras?
- Tú nos has dicho que las pusiéramos -repuse
- ¿Os he dicho yo que pusiérais ESTAS cubiteras?
- No has dicho nada ni de ESTAS ni de LAS OTRAS, has dicho que pusiéramos cubiteras y aquí están puestas
- ESTAS no son, quitadlas todas, joder, al final todo tiene que hacerlo uno, venid y os digo dónde están las putas cubiteras
Voy a ahorraros el resto, que fue en la línea (recordad que estamos hablando de un 5 estrellas que clava 250 libras por comer ahí), para pasar a cuando nos reunimos todos entre plato y plato. Había una chica que conocía del hotel anterior que no se cortaba nada para hablar. Estábamos todos en una sala, camareros frente a los encargados, incluyendo al subnormal descrito arriba. Me preguntó, en voz alta para que lo escucharan todos:
- ¿Te gusta este hotel?
- Nah. No pienso volver nunca. ¿Qué te parece a ti?
- Que está lleno de gilipollas.
- Sí, el management no está muy ahí, ¿verdad?
- Este tío en concreto (señaló al idiota de las cubiteras) es un puto idiota.
Me quedé en silencio esperando una reacción de él, pero sólo se rió, y también los demás encargados. Así estaba el tema.
Terminamos el servicio aprovechando para decirles a las Mujeres Del Año que estaban pagando el sueldo mínimo a un puñado de inexpertos mientras les estaban cobrando a ellas 250 libras. La mayoría nos dijeron que pondrían una queja oficial y que era indecente que nos trataran de esa manera. No sé si llegó el agua al río porque tal cual salí de ese hotel esa noche no me volví a interesar por el mismo.
Luego he conseguido otros trabajos y ahora mismo no tengo queja alguna, pero los dos primeros trabajos en Londres sí que fueron bastante jodidos.
Venga.
Por mencionar otro trabajo pero del que guardo peor recuerdo, el primero que tuve cuando llegué a Londres.
Cuando llegué, me apunté a un trabajo de recepcionista de hotel muy bien pagado. Cuando me presenté en la agencia me dijeron que no tenían trabajo de recepcionista, ni siquiera uno bien pagado, pero me ofrecieron en cambio uno de camarero. Sommelier, lo llamaron, muy generosamente.
1. No he trabajado en la vida de camarero
2. No sé nada de vinos más allá de tirarlos gaznate abajo
3. Seguía cobrando el paro desde España y no tenía ninguna prisa por encontrar trabajo
Pero
4. Aunque sea difícil de creer, tras un mes en el paro estaba desesperado por encontrar una ocupación. Mi sangre andaluza se ha diluido, sin duda. El caso es que quería trabajar.
5. Me lo pintaron muy bien, en plan que tienes muy buen nivel de inglés, que te vas a forrar a comisiones, que ya verás tú qué bien se te da.
De todos los puntos enumerados arriba el único que miente como un bellaco es el 5. Mi nivel de inglés, pse, lo de forrarme a comisiones, juas, y lo de ya verás qué bien se te da...
Me presenté a mi curro el primer día, hotelazo en pleno centro de Londres en el cual se celebraba un banquete para más de 600 personas. Me dijeron que tendría que servir a dos mesas de doce personas cada una. Ahí estábamos todos los camareros tiesos como palotes, la mayoría tan inútiles como yo, esperando a que abrieran las puertas del banquete, cuando por fin lo hicieron y entraron en tropel 600 británicos.
Me dieron 4 minutos antes de que empezara la actuación para ir persona por persona ofreciendo opción de blanco o tinto y sirviendo no sólo la elección de vino si no además agua a todas esas 24 personas. Si el tiempo de por sí ya parece insuficiente, sumadle mi incapacidad como camarero y la gente en plan:
- Uy, blanco o tinto... ¿qué recomiendas tú con el pescado?
- Blanco.
- ¿Pero qué uva es?
- Pinot grigio. Muy bueno. No te arrepentirás.
- ¿Y el tinto?
- Merlot. Muy bueno pero no casa con el pescado.
- No sé... (se gira a su pareja) ¿blanco o tinto?
- (Pareja) Espera que lo busco en google.
Llegados a este punto les sirvo tinto y blanco a ambos y que revienten. Por supuesto cuando empieza la actuación a los cuatro minutos todavía estoy en la primera mesa y aún me quedan doce personas más a las que servir. Tras servir a la segunda mesa con situaciones similares a la citada anteriormente, sumado el derramar vino sobre la mesa y agua sobre un pobre tipo que se lo tomó muy bien dadas las circunstancias, me fui al jefe de sala dispuesto a decirle que yo era tan inútil para servir bebidas como un baobab, pero a medio camino me dije "Jaimen por tu polla que haces esto".
Y lo hice, y se me dio bien, y me dieron propinas (el tipo al que le derramé agua encima no, lógicamente), y salí medianamente airoso.
El lugar en sí era precioso, pero me pareció que servir a tanta gente estaba muy lejos de mis posibilidades psicomotrices, así que a las dos semanas de fail pedí un traslado.
Me lo otorgaron. Pero la cosa no mejoró precisamente: pasé a un cinco estrellas en Park Lane. Era un evento en el que se entregaban los premios a Las Mujeres Del Año en Reino Unido. Un evento del quince para algunos (o algunas), en el que se llegaban a pagar 250 libras por cabeza por la cena.
Nada más llegar vino un encargado muy airado preguntándonos que hacíamos ahí sin saber nada (éramos varios que llegábamos sin saber nada del lugar). Así que contesté:
- Pues estamos esperando a que nos digan qué hay que hacer
- A ti qué te parece?
- Tú dirás.
- (se ríe para sí mismo) Pues empezad por poner cubiteras en las mesas.
- ¿Dónde están las cubiteras?
Y el tipo se fue sin contestar.
Empezamos a dar tumbos los que andábamos por ahí hasta que uno al abrir una puerta dijo "aquí hay cubiteras" y fuimos poniéndolas en todas las mesas. Justo cuando poníamos las últimas vino el encargado de antes:
- ¿Quién ha sido el listo de la polla (smartass es lo que dijo, en inglés) que ha dicho de poner estas cubiteras?
- Tú nos has dicho que las pusiéramos -repuse
- ¿Os he dicho yo que pusiérais ESTAS cubiteras?
- No has dicho nada ni de ESTAS ni de LAS OTRAS, has dicho que pusiéramos cubiteras y aquí están puestas
- ESTAS no son, quitadlas todas, joder, al final todo tiene que hacerlo uno, venid y os digo dónde están las putas cubiteras
Voy a ahorraros el resto, que fue en la línea (recordad que estamos hablando de un 5 estrellas que clava 250 libras por comer ahí), para pasar a cuando nos reunimos todos entre plato y plato. Había una chica que conocía del hotel anterior que no se cortaba nada para hablar. Estábamos todos en una sala, camareros frente a los encargados, incluyendo al subnormal descrito arriba. Me preguntó, en voz alta para que lo escucharan todos:
- ¿Te gusta este hotel?
- Nah. No pienso volver nunca. ¿Qué te parece a ti?
- Que está lleno de gilipollas.
- Sí, el management no está muy ahí, ¿verdad?
- Este tío en concreto (señaló al idiota de las cubiteras) es un puto idiota.
Me quedé en silencio esperando una reacción de él, pero sólo se rió, y también los demás encargados. Así estaba el tema.
Terminamos el servicio aprovechando para decirles a las Mujeres Del Año que estaban pagando el sueldo mínimo a un puñado de inexpertos mientras les estaban cobrando a ellas 250 libras. La mayoría nos dijeron que pondrían una queja oficial y que era indecente que nos trataran de esa manera. No sé si llegó el agua al río porque tal cual salí de ese hotel esa noche no me volví a interesar por el mismo.
Luego he conseguido otros trabajos y ahora mismo no tengo queja alguna, pero los dos primeros trabajos en Londres sí que fueron bastante jodidos.
Venga.
Dolordebarriga escribió: ↑18 Jun 2024 17:36he aclarado mil veces que fue por metérsela por el culo a pelo a una amiga durante la noche/madrugada de fin de año
- ¿Quien es este tipo?
- Ulema
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Re: Curritos vasilones
Las anecdotas de los primeros cutre-trabajos que nos comimos cuando eramos unos n00bs de la vida nunca dejaran de asombrarme.
La presion social, la puta presion social, obligandote desde muy jovencito a pasar por el aro y ponerte el yugo. DEBES trabajar -aunque sea en algo que odies- y sin quejarte que "al menos tienes trabajo". Asi no te llamaran vago, o golfo, o vividor y seras aceptado en las tertulias de los demas curritos asqueados con su vida mientras se desahogan a golpe de pacharan y vermut. Cuanto mas mierda sea tu trabajo y mas cabron tu jefe, mas rango tendras en la barra del bar.
Cuanta mierda tragada. Carretillas y carretillas. Aguantando a ineptos mandos intermedios frustrados cuyo unico placer era recordarle al novato lo poco que sabia del oficio, lo lento que hacia las cosas, lo habiles que eran ellos a su edad. Sabedores que la puta presion social haria que este jamas los replicara un: y si eras tan habil ¿que cojones haces 40 años despues solo un peldaño por encima? por el miedo a perder el empleo.
Y ahora, al rememorar esas andanzas bajo el prisma del tiempo ¿que hay? ¿hay alegria? ¿Las risas de las anecdotas? ¿O hay odio? El odio a una sociedad, a un sistema, que hace de saturno y devora a sus propios hijos convirtiendolos en zombies amargados con la excusa de integrarlos.
Pero tambien hay otro tipo de brillo en los ojos, el brillo de quien se jura que JAMAS defendera ni justificara que nadie mas trague con lo que el trago.
La presion social, la puta presion social, obligandote desde muy jovencito a pasar por el aro y ponerte el yugo. DEBES trabajar -aunque sea en algo que odies- y sin quejarte que "al menos tienes trabajo". Asi no te llamaran vago, o golfo, o vividor y seras aceptado en las tertulias de los demas curritos asqueados con su vida mientras se desahogan a golpe de pacharan y vermut. Cuanto mas mierda sea tu trabajo y mas cabron tu jefe, mas rango tendras en la barra del bar.
Cuanta mierda tragada. Carretillas y carretillas. Aguantando a ineptos mandos intermedios frustrados cuyo unico placer era recordarle al novato lo poco que sabia del oficio, lo lento que hacia las cosas, lo habiles que eran ellos a su edad. Sabedores que la puta presion social haria que este jamas los replicara un: y si eras tan habil ¿que cojones haces 40 años despues solo un peldaño por encima? por el miedo a perder el empleo.
Y ahora, al rememorar esas andanzas bajo el prisma del tiempo ¿que hay? ¿hay alegria? ¿Las risas de las anecdotas? ¿O hay odio? El odio a una sociedad, a un sistema, que hace de saturno y devora a sus propios hijos convirtiendolos en zombies amargados con la excusa de integrarlos.
Pero tambien hay otro tipo de brillo en los ojos, el brillo de quien se jura que JAMAS defendera ni justificara que nadie mas trague con lo que el trago.
Querida, encuentra lo que amas y deja que te mate. Deja que consuma de ti tu todo. Deja que se adhiera a tu espalda y te agobie hasta la eventual nada. Deja que te mate, y deja que devore tus restos.
Porque de todas las cosas que te matarán, lenta o rápidamente, es mucho mejor ser asesinado por un amante.
Falsamente tuyo, Charles Bukowski.
PHresoak kalera, amnistia osoa!
GAJO ASKATUAK
GAJO ASKATUAK