Estuve 12 horas y media esperando al lado del barco solar. Las primeras ocho aún mostraba una sonrisa afable e ilusionada que, no sé porqué, asustaba a los más pequeñines del lugar. Poco después, cuando empezaron a invadirme las dudas, esa sonrisa empezó a resquebrajarse. Cuando me pongo nervioso empiezo a sudar y a hiperventilar y me vuelvo violento. El jueves fue mucho peor que eso.
Recordé las palabras de Merenderer y empecé a sentir una especie de vértigo. ¿Y si no aparecían mis hamigos? Abandoné mi puesto al lado del estanque y me dirigí hacia el paseo de coches con mis lorzas bamboleantes y zarandeando a todo aquel que se me cruzaba por delante...
- ¿Has visto a mi hamigo Criadillas? ¿Has visto a mi hamiga Fulanita? Mis hamigos!! ¿Dónde están? ¡¡¿Dónde?!! PROQUE NO ESTAN AQUI!!!
Cuando estaba a punto de saltar sobre Palahniuk, que se encontraba ajeno a todo firmando ejemplares de su última putamierda, apareció el cordón de seguridad y me breó a dardos tranquilizantes. Creí caer en el regazo de uno de esos politoxicómanos vestidos de Mickey Mouse que venden globos, pero resultó ser Lucía Echebarría. La oscuridad se apoderó de mi. Oh, aciago destino.
Krista escribió:Pero vamos, que te mereces el monumento.
Hay pocas cosas que levanten más el ánimo que ver un perrico feliz entre dos ttks.
Me siento bien ahora.