
Y mira que he crecido escuchando La Mandrágora millones de veces (aunque mis favoritas siempre eran las de Krahe y La Tormenta), y este gelipollas ha formado parte de mi formación melómana de manera más bien activa.
Pero es que da mucha ASCA. Ahora yendo de reconvertido ex-yonki (vida que jamás debió haber abandonado para así ahorrarnos esta vejez tan desagradable) de vuelta y revuelta de todo, de perdonavidas y de mamarracho satisfecho de sí mismo.
Vaya putas mierdas de álbumes se lleva cascando durante ésta última década, madremía.
Y lo sigue petando en plazas y ventas de discos.
Mención aparte su sombrero roñoso y ridículo.
Napalm a dolor para él y sus compinches.