El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
- PrimeroDerecha
- Imán
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Re: El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
MOAR KHARROÑA??
- Stewie
- Ulema
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Re: El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
Decepcionante.
Mucho.
Mucho.
Re: El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
Meh, o sea que no me perdí nada.
Re: El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
Os dejo la introducción del artículo que Juan Abreu ha publicado en Factual tras su primera experiencia Nyotaimori en El Nido del Escorpión. Hasta ayer noche podía leerse al completo y parece ser que ahora sólo es para abonados; una pena porque molaba bastante pero al menos dejan el vídeo para abrir boca.
[youtube]rvrU0k8jqYs&feature=player_embedded[/youtube]
La bandeja tiene tetas. Se llama Mónica. Y no sólo tetas; tiene también todo lo demás exquisitamente construido, como ven. Ah, un punto de cosquillas a la entrada del canal de la pelvis. Lo descubro cuando atrapo una goyoza rellena de ternera y mis palillos tocan la piel y ¡no puede evitarlo!: la bandeja sonríe...
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La bandeja tiene tetas. Se llama Mónica. Y no sólo tetas; tiene también todo lo demás exquisitamente construido, como ven. Ah, un punto de cosquillas a la entrada del canal de la pelvis. Lo descubro cuando atrapo una goyoza rellena de ternera y mis palillos tocan la piel y ¡no puede evitarlo!: la bandeja sonríe...
- Doctor Beaker
- Ulema
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- Ubicación: Vi luz y subí
Re: El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
Después se quejará de que la consideran una mujer-objeto.
- Redneckensson
- Imán
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Re: El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
Hombre, no se va a quejar. El fondo de lo que se busca es la cosificación. Lo demás es adorno elegante —como si le pones un gorro de guardia civil para sostener en los cuernos un cenicero y la copa mientras te la chupan.
- LunaOskura
- Best Mongo Ever
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- Ubicación: Desde Dresden con desdén
Muy bonito y tal. Pero yo con lo escrupulosa que soy con la comida no me agradaría nada tener que llevarme a la boca algo que ha estado en contacto con la piel de otra persona, por muy aseada que sea, y que pueda tener restos de sudor o fluidos. Me da asco. Hablamos de comida.
Y si tuviera que hacer de bandeja, no podría resistir la tentación de ponerme a rodar por el suelo y tirarlo todo sólo por hacer la gracia. Amén de aguantarme las ganas de echarle un bocado a todas esas exquisiteces. Mmmmmm, se me está haciendo la espalda agua, digo la boca.
Y si tuviera que hacer de bandeja, no podría resistir la tentación de ponerme a rodar por el suelo y tirarlo todo sólo por hacer la gracia. Amén de aguantarme las ganas de echarle un bocado a todas esas exquisiteces. Mmmmmm, se me está haciendo la espalda agua, digo la boca.
Re: El futuro es muy oscuro trabajando en el fogón
La bandeja tiene tetas. Se llama Mónica. Y no sólo tetas; tiene también todo lo demás exquisitamente construido, como ven. Ah, un punto de cosquillas a la entrada del canal de la pelvis. Lo descubro cuando atrapo una goyoza rellena de ternera y mis palillos tocan la piel y ¡no puede evitarlo!: la bandeja sonríe...
Nigirizushi variados. Tekkamaki de atún.
Los comensales estamos bien instalados en torno al cuerpo bandeja, que reposa sobre una mesa baja. Mónica. Manjar al que le crecen manjares. No puedo resistirme y lo primero que hago es levantar una empanadilla de verduras que oculta un pezón. Y ahí tropiezo con los límites de la vida. Porque lo que corresponde es seguir comiendo. Ese pezón humoso y empinado. Pero no se puede. Ay.
Nyotaimori. Ritual gastronómico que acontece sobre un cuerpo. Cena sobre un cuerpo. Qué cuerpo. El lugar podría ser un restaurante si se lo propusiera que no es el caso. Es un espacio donde refulge lo privado. Aquí los ciudadanos alzan el estandarte de lo privado y consiguen vencer la avalancha domesticadora.
Y todo a dos pasos de Las Ramblas. Esta es mi ciudad.
Dos salitas confortables y la cocina entre ambas como una cuña olorosa. Y además un horno. Allí degustaremos el segundo plato. Nunca he comido dentro de un horno. El sótano era una antigua panadería. De ahí que si afino la nariz me llega el olor de la masa antigua y hasta de las manos que la apretaban.
La segunda bandeja también tiene tetas. Faltaría más. Se llama Ona. La protegen del calor del crujiente de gambas, los pinchos de pollo en salsa teriyaki y de la tempura de verduras en salsa Ponzu, hojas de banano. Sin dejar de masticar pienso en Basho el poeta andarín. Bebo a su salud. Por qué no. Si está en mí no está muerto. Ona está primorosamente atada según normas de bondage. Tiene unas geishas tatuadas en el vientre y una flor azul en el tobillo. La víscera del horno. Sake. Pastelitos de arroz. Té de jazmín.
Dice Wolfgang Sofsky que "no es el Estado de derecho el que garantiza la libertad de lo privado, sino el comportamiento oculto real de cada individuo".
Somos en este antiguo horno cantando a la gula y a la lujuria con voces limpias una libertad que gana espacio contra la docilidad y el incansable dogal de lo reglamentado.
Sea. Alzo la copa y brindo por nuestro comportamiento.
[¡Gracias, Bic!]
Nigirizushi variados. Tekkamaki de atún.
Los comensales estamos bien instalados en torno al cuerpo bandeja, que reposa sobre una mesa baja. Mónica. Manjar al que le crecen manjares. No puedo resistirme y lo primero que hago es levantar una empanadilla de verduras que oculta un pezón. Y ahí tropiezo con los límites de la vida. Porque lo que corresponde es seguir comiendo. Ese pezón humoso y empinado. Pero no se puede. Ay.
Nyotaimori. Ritual gastronómico que acontece sobre un cuerpo. Cena sobre un cuerpo. Qué cuerpo. El lugar podría ser un restaurante si se lo propusiera que no es el caso. Es un espacio donde refulge lo privado. Aquí los ciudadanos alzan el estandarte de lo privado y consiguen vencer la avalancha domesticadora.
Y todo a dos pasos de Las Ramblas. Esta es mi ciudad.
Dos salitas confortables y la cocina entre ambas como una cuña olorosa. Y además un horno. Allí degustaremos el segundo plato. Nunca he comido dentro de un horno. El sótano era una antigua panadería. De ahí que si afino la nariz me llega el olor de la masa antigua y hasta de las manos que la apretaban.
La segunda bandeja también tiene tetas. Faltaría más. Se llama Ona. La protegen del calor del crujiente de gambas, los pinchos de pollo en salsa teriyaki y de la tempura de verduras en salsa Ponzu, hojas de banano. Sin dejar de masticar pienso en Basho el poeta andarín. Bebo a su salud. Por qué no. Si está en mí no está muerto. Ona está primorosamente atada según normas de bondage. Tiene unas geishas tatuadas en el vientre y una flor azul en el tobillo. La víscera del horno. Sake. Pastelitos de arroz. Té de jazmín.
Dice Wolfgang Sofsky que "no es el Estado de derecho el que garantiza la libertad de lo privado, sino el comportamiento oculto real de cada individuo".
Somos en este antiguo horno cantando a la gula y a la lujuria con voces limpias una libertad que gana espacio contra la docilidad y el incansable dogal de lo reglamentado.
Sea. Alzo la copa y brindo por nuestro comportamiento.
[¡Gracias, Bic!]
- Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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- Registrado: 25 Feb 2003 13:25
- Ubicación: ...ale ...pira.
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Re:
LunaOskura escribió:Muy bonito y tal. Pero yo con lo escrupulosa que soy con la comida no me agradaría nada tener que llevarme a la boca algo que ha estado en contacto con la piel de otra persona, por muy aseada que sea, y que pueda tener restos de sudor o fluidos. Me da asco.
Pfffffffffff
...no te queda por aprender ni nada.