[Dragó Powa] El último libro que te has leído.

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Mclaud
Ulema
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por Mclaud »

poshol na escribió:"La montaña mágica" es soportable si te quedas con la trama del balneario y te saltas los ladrillos que sueltan de cuando en cuando los amigos.

Entonces te quedan 20 paginas que no consiguen, ni de coña, hacerle llegar al lector el paso del tiempo.
tonetti escribió:¿Estás intentando razonar con Maclukis? (...) BAstante dacuerdo con macklukis (...) Muy de acuerdo con lo que dice maclakis

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poshol na
Ulema
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por poshol na »

El paso del tiempo es todo el que pierdes cuando acabas el libro y ves el tostón que te han endosado.
Entonces, quizá apetecería embarcarse con "A la búsqueda del tiempo perdido" de Proust, que también es cortito y ameno a partes iguales.
La fusión del conceptismo y el culteranismo tecleó:
Anda y que den por el culo con la mierda diarrética esa que blasfemas por tu orificio vocal.

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Narciso
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por Narciso »

Qué manera de enlazar lo que opinas del rollo macuculeño que se estan tragando esta gente y lo que tu propones, wuau!. Yo tengo una cosita para ustedes, si así bien lo quereis, os propongo que os embarqueis, ¿Es así, no?, en " el invento de la soledad" de Paul Auster. Que les aproveche.
"... -Loren: Hablo sinceramente al decir que te necesito porque me siento sola, ¿Crees que miento, verdad?.
-Robert: Nadie miente cuando habla de su soledad. ..."

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John Makako
Pablo Pineda
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por John Makako »

La Carretera, de Cormac McCarthy, o lo que es lo mismo; un truñaco tremendo el cual no comprendo, lejos de hacerse con el Pulitzer de este año, cómo coño ha podido recibir, de entre una multitud, tantísimas críticas buenas.

Porque, para empezar, el tipo escribe como un auténtico retrasado; no de un modo peculiar, como Joyce o, acercándonos más a lo corriente, Saramago, sino con un aberrante y total desconocimiento de los signos de puntuación, amén de la coherencia y nexos entre oraciones. Por suerte, tras la veintena de páginas, uno se va acostumbrando y, por ende, tolerando, dicho estilo que, por otro lado, seguramente haga las delicias de todos aquellos modernos que ven vanguardia e innovación donde sólo hay una carencia más propia de la China Patino o -para los que prefieren pensar positivamente- una mofa en toda la jeta de la crítica literaria.

Más aún, la historia, post apocalíptica y centrada en la supervivencia de un padre y su retoño a través de las carreteras devastadas de la costa este norteamericana, no aporta prácticamente nada novedoso al género; para tales periplos ya tenemos los relatados por, sin ir más lejos, de Pedrolo con su Mecanoescrito del segundo origen o el de otro fulano cuyo nombre -para qué engañarnos- no recuerdo que versaba sobre una epidemia de peste escarlata o algo parecido*. Los pocos elementos o escenas desagradables y crudas escasean y no resultan todo lo impactantes que se espera, teniendo en cuenta la existencia de bandas de hijosdeputa que cazan a otros supervivientes para mutilarlos, cauterizar sus muñones y, así, disponer de carne fresca durante más tiempo, por ejemplo.

Para rematar la deyección, está el final. No voy a destriparlo, pero sí a comentar su hechura a medida de esa masa mongoloide que acude a las salas de cine en busca de felicidad ajena y en technicolor, no para un público lector que, supuestamente, anhela meterse sesera adentro un dramón duro, escatológico y angustiante como el que promete un -deduzco- impacto de asteoride contra la Tierra similar al de 65 millones de años ha.

Qué puta mierda, qué fraude y qué de todo, ouf. Ni con Straika como representante universal de la raza humana andaría más rabioso, palabra.


* También sita en los Estados Unidos, y de corta extensión, comento por si alguien es tan bondadoso de iluminarme.
Cierto subnormal escribió:No he leído el libro (y no tiene pinta de que lo lea) pero la peli es mejor

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NORNA
ayatolesah
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por NORNA »

Raval. Del amor a los niños. Arcadi Espada
Imprescindible libro que trata de la supuesta red de pederastia que se destapó en 1997 en el barrio chino de Barcelona. El autor investiga el caso y se da cuenta de que ¡no hay caso! solo las ganas de ponerse medallas de policía, jueces, fiscales, psicólogos y de la credulidad y necesidad de sensacionalismo de los medios de comunicación que se apresuran a publicar y que jamás pierden tiempo en rectificar. Una venta de humo donde se detienen a diversas personas que posteriormente liberan porque ninguna prueba tienen y dónde se habla de abusos sexuales a menores que declaran justo lo contrario, abusos de los cuales no se ha encontrado a día de hoy prueba que los confirme. Finalmente, solo dos personas son encarceladas de una manera más que dudosa, uno de ellos, pederasta reconocido y sometido a castración química que en todo momento niega los hechos ocurridos en el Raval.
Existe una pelicula-documental realizada por Joaquim Jordá, "De nens" (De niños) dónde se muestra el seguimiento del juicio -circo- sobre el caso, donde también se llamó a declarar al autor del libro y dónde dan ganas de echarse a potar al ver el cachondeo del juez, el desconocimiento del fiscal y el acusado humillado completamente ante el despropósito y las barbaridades que de las que le acusan de forma gratuita.

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PrimeroDerecha
Imán
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por PrimeroDerecha »

Un dia de cólera. Arturo Perez Reverte.

Hay libros cuya temática, dimensiones y autor los hacen perfectos para un viaje. "Estado de miedo", de Michael Crichton da para un viaje transoceánico ( ida y vuelta, descontadas comidas y cabezadas). "Un dia de cólera" da para un Talgo Málaga Madrid (ida) o para un Ave Málaga Madrid ( ida y un poco de la vuelta). Lo perfecto del libro para viajes es, además, que te puedas saltar dos páginas y no te hayas perdido nada, porque su función es un entretenimiento suficiente. Como la cocaina o las pipas de girason, que alimentar no alimentan, pero entretienen bastante.

El libro es patriótico o patriotero ( según lo quiera ver el lector, aunque entiendo que quienes consideren al autor patriotero, se comprarán el de Michael Crichton ) y refiere los hechos del 2 de Mayo de 1808 en Madrid.

Hechos, pocos. Personajes, todos, hasta el punto que parece un "Catálogo de personajes y oficios de Madrid en 1808", a falta de guía telefónica. La historia obvia, con sus españoles ( buenos y malos), sus franceses (malos, malérrimos y un par de buenos. Una cosa como los alemanes de las películas de la Segunda Guerra Mundial) y sus mamelucos. Parece más una película de sesión doble matinal que otra cosa, y a los que les guste el pueblo llano luchando no-se-sabe-el-motivo-pero-pa-chulos-servidores, los soldados abnegados y sacrificados, los mandos cobardes y los enemigos sangrientos y reconocedores de la valentía y los cojones del contrario, al menos, echarán el rato. Los aficionados a la militaria, por la profusa descripción de cuerpos y uniformes, sacarán mejor provecho. Si te lo han regalado por Reyes, aprovecha, léetelo del tirón y vete a cambiarlo por otra cosa. Una bufanda, por ejemplo.
No todo va a ser follar

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Pazita
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por Pazita »

Historias de Londres e Historias de Nueva York de Enric González.

Son dos libros que ha escrito este corresponsal de El País a raíz de sus correrías periodísticas por todo el mundo.

Publicó Historias de Londres hace varios años, y el año pasado salió Historias de Nueva York.

Me leí primero sus segundas historias, las de Nueva York. Me resultó un libro entretenido, es un híbrido entre una guía de viajes, una novela autobiográfica. Te lleva por las calles de Nueva York a través de sus historias, sus vivencias y los personajes con los que comparte dichas vivencias.

Probablemente hubiera sido mucho más divertido haberlo leído conociendo en primera persona la ciudad, pero para hacerte una idea si no has cruzado el charco es muy entretenido.

El libro en sí me encantó, excepto por el final.

Spoiler: mostrar
La forma de terminar el libro en plan discurso político facilón y demagógico estropea en cierta manera lo que era un libro entretenido, facilón y para pasar una tarde de domingo


A raíz de haber leído sus Historias de Nueva York investigué y descubrí sus Historias de Londres.

Éste le cogí con ganas, porque el otro me había gustado bastante y porque conozco la city y me parecía sería mucho más curioso escuchar las vivencias de alguien en una ciudad que conozco.

No sé a los demás, a mi cuando leo un libro cuya historia se desarrolla en un sitio que conozco me resulta mucho más agradable, te permite hacer una composición de lugar más ajustada e imaginar como transcurren los acontecimientos de una forma más enriquecida.

Pues no sé si fueron demasiado altas mis expectativas, pero el libro no era nada lo que me esperaba. No digo que me disgustara, pero no es lo que había esperado después de leer Nueva York.

Londres, comienza con su llegada a la ciudad, su peripecia por buscar casa, etc... Pero sus vivencias se quedan ahí, el resto del libro parece una recopilación de hechos históricos, a veces anecdóticos, de la ciudad.

A Nueva York le doy un 8.
A Londres (quizá injustamente por mis expectativas) un 5'5.
El sexo es un derecho humano

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Dolordebarriga
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Mi querida Pazita

Mensaje por Dolordebarriga »

A Londres (quizá injustamente por mis expectativas) un 5'5.


Nunca pensé que, salvo pillar cachote en el phoro, tuvieras expectativa alguna.

Me hace feliz saber que andaba errado.

Tu, Pazita es una mujer expectante;

Dolordebarriga

PD: Peréz Reverte no se lee en un AVE. Él es un hombre de pueblo, humilde y sencillo, a Reverte se lo lee en una tartana viajando por carreteras secundarias y comiendo tortilla de patata que tú señora te ha puesto en una caja de cartón cubierta con periódicos. Si no manchas su libro de aceite no lo disfrutas.
POR DESGRACIA YA SE ME PASÓ LA INDIGNACIÓN. DE UN TIEMPO A ESTA PARTE TODO ME VALE VERGA. MAL, TODO MAL.

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Pazita
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por Pazita »

Dolores, en este nuestro phoro, como no andes con cuidado lo único que pillas es una gonorrea.

Sigo expectando.
El sexo es un derecho humano

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Pazita
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Re: [Dragó Powa] El último libro que te has leído.

Mensaje por Pazita »

España, perdiste. De Hernan Casciari.

Imagen

Es un librillo gracioso sobre como se han adaptado (o no) todos esos argentinitos que han llegado a nuestro país. El cómo sí o cómo no han arraigado sus costumbres en nuestra tierra, como hemos cambiado hábitos o cómo los han cambiado ellos.

Fácil de leer, para echar un par de tardes riendo y cayendo en esos detalles que pasan inadvertidos y realmente son unos cambios provocados por esos que vienen del otro lado del charco.

Para que os entretengáis os pego un fragmento...

CAGAR LEYENDO, UN PLACER RIOPLATENSE

Cuando vivía en países serios con bidet, yo leía mucho en
el baño mientras cagaba. En esos tiempos nunca supe si leía
porque me venían ganas de cagar o si cagaba porque me en-
traban irreprimibles deseos de leer. Posiblemente mi cuer-
po, aún en formación, debió aprender a desarrollar ambas
urgencias a la vez. El asunto es que yo era feliz cagando y
leyendo. Y hubiera seguido así, alegremente por la vida, pero
hace cinco años me vine a vivir a España, un país sin bidet,
y desde entonces leer literatura se ha convertido en un su-
plicio.
Con mi amigo el Chiri, desde muy jóvenes, intercambiá-
bamos pareceres sobre el rito de cagar leyendo. Había dos
problemas capitales: 1) que se te durmieran las piernas (es
un momento dolorosísimo en el que hay que permanecer in-
móvil, de pie frente al espejo, durante largos minutos de an-
gustia); y 2) que se te resecara la mierda en el culo por culpa
del tiempo transcurrido entre la cagada inicial y el final del
libro. El Chiri me descubrió una tarde que había que sacarse
los pantalones por completo para cagar —no sólo bajarlos
a la altura de los talones— a fin de neutralizar la parálisis.
—La falta de libertad de los tobillos, Hernán —me dijo
mi amigo durante un recreo de tercer año—, es lo que nos
provoca el posterior hormigueo.
—¿Vos ya lo probaste, Chiri?
—Lo vengo haciendo desde el lunes, y ya casi estoy ter-
minando el Adán Buenosayres. En dos cagos más lo liquido.
El segundo problema (la sequedad de la mierda en el ano)
era más grave, pero lo solucionamos con el chorro de agua
caliente del bidet, artefacto que hasta entonces era dominio
de madres y hermanas. Primero había que limpiarse el culo
con papel, como cualquier hijo de vecino, después pasarse
un rato al bidet y darle un rato al chorro con movimientos
de cadera circulares (incluso en el bidet se podían releer
algunos párrafos felices del libro), y por último secarse otra
vez con papel. El culo quedaba como si nunca hubiéramos
cagado en la vida. Una vez que le encontramos la vuelta a
ese par de problemas técnicos, leer y cagar fue un placer que
nos acompañó desde los quince años.
Todo iba bien, hasta que a los treinta tuve la maldita ocu-
rrencia de cruzar el Atlántico. Aquí en Europa los bidets no
sirven para limpiarse el culo pues carecen del chorro inver-
tido de agua caliente; por lo tanto no conviene enfrascarse
en la lectura amena del baño porque, al segundo capítulo
nomás, se te reseca la mierda en las paredes del esfínter y no
te la sacás ni con espátula.
Durante mis primeras temporadas en el exilio opté por
un recurso intermedio: primero cagaba, me limpiaba y tiraba
de la cadena; y después seguía leyendo tranquilamente sen-
tado en el inodoro, intentando engañar al cerebro. Lo malo
es que también lograba engañar al intestino, que al verse otra
vez en posición de combate, reiniciaba el proceso y volvía
a cagar soretitos más modestos, pero igualmente molestos.
Yo no sé si el cuerpo humano es estúpido o se hace, pero yo
he descubierto que el aparato digestivo trabaja por sugestión.
Uno caga siempre, incluso sin ganas, cuando se sienta en el
inodoro. Es cuestión de tiempo.
Más tarde opté por llevarme al baño toallitas mojadas de
papel. El objetivo era cagar y mantenerse una horita sin hacer
nada, leyendo tranquilamente, y después tener algo húmedo
a mano para dejar pulcra la cavidad. El truco funcionó en
las estaciones estivales, pero cuando llegó el invierno, que
acá es crudo, volví a extrañar el chorro caliente del bidet, la
cascada de agua hirviendo que antaño me devolvía la tem-
peratura del cuerpo y que, además de rasquetearte el ano
hasta dejarlo lustroso, te generaba esa duda tan ambigua de
no saber si eras friolento o si eras maricón. En conclusión:
las toallitas mojadas y heladas tampoco servían.
El siguiente paso, temerario, fue el de cagar, leer y des-
pués meterme directamente a la ducha para pegarme una
buena enjuagada completa, pero resultó que los libros (máxi-
me los de la editorial Seix Barral) se me deshacían mucho
con el vapor. La solución, en este caso, hubiera sido salir del
baño y dejar el libro en otra parte antes de ducharme, pero
el objetivo de este ritual es hacer todo sin abrir la puerta, de
lo contrario no tiene joda. Así que más o menos en 2003 ya
no sabía qué carajo hacer con mi vida.
Hubo un último manotazo de ahogado que no prospe-
ró. Fue cuando le pedí a Cristina, mi mujer, si no me hacía
la gauchada de conectar la manguera al agua caliente de la
cocina y cuando yo, en cuatro patas, dijera «¡aura!», me
manguereara un poco, poniendo el dedo gordo en la boca
de escape para que saliera el agua filosa. Pero así como acá
no hay bidet en los baños, tampoco hay desagüe en las ca-
sas, por lo que la primera y única vez que Cris accedió a
manguerearme fue un enchastre. Además, el verme en po-
sición perrito la traumatizó un poco a nivel emocional.
—Si quieres que siga apostando por este matrimonio
—me dijo muy seria— deja de pedirme estas cosas.
Durante el invierno de 2003 casi no leí. Fue una época
borrosa, anodina, sin grandes revelaciones intelectuales. Ade-
más, cagaba muchas veces al día y sin la pasión lúdica que
caracterizaba mis deposiciones; tiraba la cadena enseguida
y salía del baño tan ignorante como había entrado. Más que
el cago de un joven escritor, lo mío parecía el meo de una
señora jubilada. Y eso, obviamente, repercutía en el resto de
mis actividades cotidianas: un hombre que se la pasa cagando
y no lee nunca, más que un hombre es un concejal peronista.
Me sentía muy triste.
Entonces, por pura casualidad, descubrí el Barbarela. Este
bar es como todos los bares de Barcelona, pero en el baño
de mujeres hay, olvidado y funcionando, un bidet argenti-
no. La primera vez que entré al baño del Barbarela me equi-
voqué de puertita —cada noche agradezco a dios la existen-
cia de esos carteles tan ambiguos que ponen en los baños—;
las siguientes veces, en cambio, me hice el equivocado para
poder cagar allí.
Ya hace un año que frecuento el Barbarela todas las tar-
des, con una mochila llena de libros. Me pido un poleo
menta que rara vez bebo, y a los diez minutos me meto al
baño de mujeres. Como la lectura suele llevarme una hori-
ta diaria, cada tanto el picaporte se mueve en falso (las
mujeres siempre quieren mear, no sé por qué), o alguien
golpea la puerta pidiendo paso, y entonces yo debo poner
la voz finita y decir:
—Està ocupat! —Porque, ya que me finjo señora, lo me-
jor es fingirme señora catalana.
El dueño del Barbarela es un gordo pelado que se llama En-
ric, y que nunca en la vida me ha preguntado nada. Ni por qué
me equivoco de baño, ni por qué tardo tanto, ni por qué hablo
con voz de mujer una vez dentro, ni por qué nunca me bebo
el poleo menta ni, mucho menos, por qué le dejo siempre pro-
pinas tan extraordinarias. El pelado Enric es un amigo silen-
cioso y sabio, que ha de pensar de mí cosas horribles, pero que
jamás ha dejado de decirme «adeu, fins demà», cada vez que sal-
go de su bar un poco más liviano y un poco más leído.
El Barbarela está en la esquina de Travessera de Gràcia
y Torrijos; apunto la dirección exacta por si hay otros lec-
tores argentinos viviendo en Barcelona que tampoco pueden
cagar y leer en sus casas. El baño está muy bueno, tenemos
desodorante de ambiente y toallitas de papel gratis. El po-
leo menta sale un euro. Los libros, obviamente, hay que traer-
los desde casa.
Quedan todos invitados a cagar y a leer en este bar del
barrio de Gràcia. No estaría mal que, de a poco, vayamos
convirtiendo el sitio en un café-literario con bidet. Eso sí: de
cuatro a cinco de la tarde, el baño de mujeres del Barbarela
está ocupado por el socio fundador.



Yo le pongo un 7.
El sexo es un derecho humano

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