Vamos al lio

[PrimeroDerecha]

- Siempre te había tenido por un tipo raro, Manolo…Pero esto ya es superarse…

Una de las astillas de la puerta, recién descerrajada, terminó de caerse sobre el paragüero, poniendo fin a la frase. El apartamento, completamente diáfano, tenía todas las persianas cerradas; pese a todo, el sol se filtraba por algunas ranuras, en un esfuerzo de arrastrar hacia la luz a la casa y a su habitante, más allá de esas tinieblas de cortinas de Ikea. Olía a casa habitada, ese olor que cada casa tiene, diferente a las demás, pero nada pudiera haber hecho suponer que alguien viviera allí: los objetos presentaban un orden de escaparate, de revista de decoración, de perfecto conjunto. Todo, salvo las paredes….

Todas y cada una de las paredes, incluso las de la pequeña cocina o las del baño. Todas sin excepción, sin que quedara un solo centímetro libre, como un inmenso collage, como un papel pintado de extraña factura. Todas estaban cubiertas de imágenes de payasos en actitudes procaces.

- Manolo, de verdad…Esto es la hostia.

[poshol na]

- Lo siento, Marta, es algo superior a mí. Creéme que lo intenté, incluso llegué a buscar ayuda profesional, pero me resulta imposible. Por favor, cariño, no me dejes. Ya sé que me dijiste que tenía que elgir, o tú o los payasos, pero no puedo...
- Mira Manolo, me fui de casa porque llegué a tener pesadillas en las que aparecían los payasos que adornan el cabezal de nuestra cama, y accedí a mantener nuestra relación porque te quiero, pero te dejé bien clarito que tenías tres semanas para cambiar, y me prometiste que lo harías.

[mayhem]

Manolo sabía que en modo alguno iba a resultar sencillo explicarle a Marta a qué se debía la fijación con los payasos. Por eso nunca lo hizo. Sencillamente le pidió comprensión y confianza. Es eso lo que se supone que uno debe darle a su pareja, ¿no?

A Marta la sacaba de quicio la fijación de su novio con los payasos. ¿Cómo iban a invitar a sus amigos a cenar en casa con las paredes recubiertas de estúpidos payasos? Lo quería mucho, tanto lo quería que de hecho nunca arrancó por sí misma el empapelado de payasos, ni tiró a la basura los peluches de payaso, ni los cuadros con payasos, ni las cajas-sorpresa de la que salían disparados por la fuerza de un muelle payasos... Lo único que le pedía era una explicación. Es eso lo que se supone que uno debe darle a su pareja, ¿no?

Marta no sabía si Manolo estaba poniendo a prueba su amor hacia él y era todo un juego o si verdaderamente Manolo tenía un grave problema. En cualquier caso, no podía seguir así.

[PrimeroDerecha]

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Emmmm...Un problemilla...¿Como explicamos, a la luz de la continuación, que Marta hubiera tenido que tirar la puerta abajo para entrar en la casa de Manolo?

[PrimeroDerecha]

- Marta....No me mires así...

Manolo no apartaba la vista de la pared, y pasaba el dedo por la fotografía de un payaso, con peluca de payaso, nariz de payaso, maquillaje de payaso y dos descomunales pechos desnudos, que soplaba una trompeta mientras miraba a la cámara con aire entre desafiante y divertido. Parecía como ido, ajeno a la situación, al mundo....

- Sabes....Los payasos son sólo una excusa, Marta

[poshol na]

- Una excusa...¿para qué? ¿para hacerte notar? ¿quieres ser siempre el protagonista? ¿por eso te has encerrado en casa y has llamado a tu madre para decirle que ibas a meterte en la bañera vestido de payaso y cortarte las venas hasta morir desangrado? Menos mal que te conozco, Manolo, y sabía que no era más que otra de tus patrañas para llamar la atención, y que en cuanto consiguiera entrar, te iba a encontrar sentado en el sofá viendo por enésima vez los vídeos de "Los payasos de la tele". ¡Pero joder, al menos abre cuando llame al timbre, que no tenga que pedir la ayuda del vecino para tirar la puerta abajo!

[mayhem]

Después de la tempestad viene la cama.

Manolo tenía un pollón tremendo y sus comidas de coño eran las mejores que Marta había experimentado jamás. Esas habilidades en la cama suplían eventualmente sus payasadas. Conocía también un truco (Marta le preguntó dónde lo había aprendido, pero Manolo eludió la pregunta): introducía dos de sus dedos dentro de ella hasta el fondo, mientras con la lengua jugueteaba con su clítoris. Entonces ejercía presión con los dedos de un modo indescriptible, pero presionando lo que Marta creía ser el punto G, en caso de existir tal cosa, el caso es que lubricaba como una perra hambrienta y un torrente de placer la inundaba hasta que conseguía un orgasmo sudoroso, explosivo, escandaloso, brutal. A Marta le gustaba que la penetrara hasta el fondo, muy lentamente, mientras le acariciaba las tetas, colocado encima de ella. Gritaba como una posesa cuando subía la cadencia del pistoneo a cuatro patas y la arremetía con furia tal que Marta sentía su polla pecho adentro. Le gustaba que se corriera dentro. Le parecía más "completo"; no sabía explicarlo pero el caso es que le parecía el summum y la ponía cachonda como una gata en celo. Ella tomaba la pastilla así que no se preocupaban mucho por el tema de la procreación. Y bueno, si tuvieran algún crío, ya tenían el empapelado correcto. Je.

El incidente de la puerta quedó como tal, como un incidente. Al día siguiente Manolo llamó a un carpintero y lo solucionó. Los payasos, sin embargo, seguían ahí.

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Lo sé, era completamente innecesario.

[LunaOskura]

Se quedó exhausta mirando la blancura de la piel contrastada con los colores chillones de las sábanas. Apoyó su cabeza sobre el pecho desnudo y lampiño, y se relajó oyendo la respiración pausada y tranquila de él.

Mientras le acariciaba el vientre, y jugueteaban sus dedos con los alambres oscuros que salían de este en forma de remolinos, pensaba que jamás llegaría a saberlo todo sobre él. Que a pesar de tantos años de ajetreada convivencia se sentía sola y ajena ante el umbral de una vieja puerta tenebrosa que nadie quería abrir, ni de dentro, ni de afuera.

Con ese regusto metálico que da el miedo a lo desconocido, y con el sosiego de un antiguo anhelo casi extinto, se propuso averiguarlo.

Lo amaba desesperadamente. Y quitando lo de su gran incógnita, follaba como un vikingo.

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Está bien, Mayhem, el buen calimocho lleva vino y cocacola a partes iguales. ¡Qué te voy a contar a ti!

[Narciso]

Aun con su cabeza reposando, pensaba que, al fin de alcabo, pasaba demasiado tiempo en el exilio con ese tipo, e intentaba hablar con él y sólo sabía soltar chorradas varias tales como: "Es usted tan bonita como una patata frita", "Gaby: ¿Por qué pones esa cara?". Y ella pasaba demasiado tiempo intentandole explicar que no era Gaby.
¿Cómo podría entoncés descubrir que era lo que le atraía de ese tipo?, ¿Cómo había llegado a acabar con él?. Quizás respondiendo a esta última pregunta pudiera descifrar, al menos, algo del porqué había llegado a aquel insoportable extremo, más que agobiante, que hacía que se perpetuase su estancia en aquel lugar, con unas pareces que no dejaban de recordale la única posible conversación con su ser querido.

[mayhem]

Estaban los dos tendidos boca arriba y Manolo haciendo el protocolario cigarrillo de después de. Ella se giró hacía el; con una mano sostuvo su cabeza y con la otra le acarició el pecho. Ambos se miraron y sonrieron. Habló ella:

- Fuiste muy hábil follándome antes de contestar a mi pregunta. Tenía su morbo con la puerta abierta, además -ambos volvieron a sonreir-. Pero, contéstame ahora: ¿una excusa para qué?

Manolo tosió, le dio la espalda y apagó el cigarrillo en el cenicero de la mesita de noche, un cenicero en el cual aparecía un payaso, situado al lado de un retrato de un payaso. Volvió a tumbarse boca arriba y con la mirada fija en el techo y el gesto nervioso cogió aire:

- Joder, a ver cómo te explico ahora esto...