Maravilloso, tenemos un fenómeno que es comodín para todo lo que ocurre.
En fin, que me iba a extender más pero pego este artículo que dice bastantes verdades.. bueno, también debería decir que los periodistas no se documentan la mayoría de las veces y tienden a exagerar, pero eso no lo dice.
La confusión entre el tiempo y la climatología
MADRID.- Aunque apenas llevamos un mes de invierno, lo cierto es que parece seguir la tónica calurosa del pasado otoño, aunque en esta ocasión sin lluvias. Que no llueva es algo normal en enero -"enero, claro y heladero", dice el refrán -; que no haya heladas intensas es ya más raro. Y no sólo en España; en Canadá, por ejemplo, el gigante energético Hydro-Québec constataba a finales de diciembre una disminución del consumo de electricidad en aquel país del 25%. Algunos podrían pensar, a la vista del ahorro energético que eso supone, que no hay mal que por bien no venga; incluídas las rebajas en el precio del petróleo. Pero, ay, el cambio climático acecha...
¿Tiene este episodio cálido algo que ver con el tan cacareado cambio climático? Si nos atenemos a las contundentes declaraciones de Arturo Gonzalo, Secretario General para el Cambio Climático –su cargo oficial es mucho más largo, pero así nos entendemos mejor- acerca de que el año 2006 fue el más cálido de la historia de España, y que el 2007 va a ser aun peor, con una especial característica de agudizar los extremos –inviernos gélidos y veranos tórridos-, pues todo hace pensar que sí.
Pero en cuestiones de clima conviene ir con cuidado. El clima no puede ser casi nunca noticia para los medios de comunicación: su exasperante lentitud –la climatología es ciencia de promedios a largo plazo, nada tiene que ver con el corto plazo ni con la inmediatez de lo noticioso- lo impide. Lo que es noticia, desde luego, es el tiempo.
El año 2006 tuvimos en España un enero muy frio, casi al borde del récord de temperaturas bajas a finales de dicho mes. Luego tuvimos una primavera más bien cálida, un julio tórrido, un agosto normalito más bien tirando a fresco, un otoño de temperaturas y lluvias superiores a lo normal (excepto en las costas mediterráneas, donde no llovió mucho y las temperaturas fueron más normales), y el poco invierno que llevamos está siendo relativamente templado y seco. Aunque temperaturas mínimas bajo cero las ha habido, y las sigue habiendo, en el interior de España, hasta ahora no han sido demasiado frias...
Todo esto, ¿es clima? Obviamente, no. Es eso que estudia la meteorología: el tiempo. Ahora bien, si cambian los promedios en el futuro, porque estas cosas se repitan con mayor frecuencia que en el pasado, entonces sí que podremos referirnos a un cambio climático. A ese cambio climático aluden los científicos cuando lo predicen para finales del siglo XXI.
No a que el año 2006 haya sido 1,3 grados más caluroso que la media... ¿Qué media? ¿De dónde sale el dato? ¿Con qué se compara, con la temperatura media del siglo XX en su conjunto o con qué? Los promedios, que eso es lo que estudia la climatología, se refieren siempre a periodos concretos.
Sabemos que en los primeros 30 años del siglo XX las temperaturas fueron más altas que en los segundos 30 años. Y que en la segunda mitad de ese siglo, la temperatura alcanzó un mínimo hacia los años setenta, y desde los ochenta comenzaron a subir de nuevo, esta vez deprisa y, hasta ahora, sin parar. A la vista de lo que llevamos, es obvio que ese último periodo, cuando se completen al menos 30 años para hacer comparaciones, será el más cálido desde... ¿Desde cuándo? Porque sabemos que cuando los vikingos descubrieron Groenlandia la llamaron así, Tierra Verde (es lo significa Groën-land), porque tenía praderas. Y ahora no las tiene.
Eso si, el CO2 no para de aumentar. Por cierto, en España más que en muchos otros sitios. Y eso puede ser malo porque incremente el efecto invernadero, pero sobre todo es malo porque demuestra una enorme ineficiencia energética en nuestro modelo de desarrollo. Una ineficiencia que es común a los demás países ricos, pero que en España es aun peor. Aunque sólo sea por el ahorro que supondría mejorar eso, habría que combatir el CO2. Y dejar de jalear de una vez los “éxitos” de ventas de los superautomóviles todoterreno lujosos y derrochadores –el sector que más crece dentro de los segmentos automovilísticos-.
Y fomentar las bombillas de bajo consumo. Y dejar de desperdiciar luz y energía para mil usos suntuarios de nuevos ricos, incluídas las desaforadas iluminaciones de las fiestas navideñas. Y ya puestos, dejar de malgastar el agua que según dicen tanto nos falta; lo que no nos impide tirarla por las cisternas de los inodoros... ¡Agua potable! Pero es que, claro, somos un país rico en el que el agua potable nos la cobran a un euro... ¡el metro cúbico! O sea, mil litros. Claro, ¿cómo no tirarla por los wáteres?
Ya sé que el problema del agua, obviamente, no es doméstico sino agrícola y, quizá, de desarrollo turístico futuro. Pero como símbolo, lo de las cisternas no está mal…
En fín, mientras tanto, casi mil millones de humanos se mueren, hoy, literalmente de hambre y sed. Pero para algunos lo del cambio climático es “el peor drama al que se enfrenta la humanidad”. Pues no. Y que no se apele al futuro para compadecerse de los países pobres. ¿Van a estar peor que ahora? Eso es un sarcasmo; hoy tienen una vida media de 40 años mientras que aquí nos morimos a los 80... de obesidad y colesterol.
En todo caso, lo del CO2 es importante. Y si, además, de paso prevenimos lo del cambio climático, tanto mejor. Pero ése no es el peor problema de la humanidad, menos hipocresías. Las bombas nucleares (las tienen países como Pakistán, la India, Israel...), el hambre del Tercer Mundo, las dictaduras, el fanatismo y el terrorismo, y algunas cosas más que coexisten con nuestra plácida vida de país rico se me antojan a mi mucho peores.
Manuel Toharia es meteorólogo y director del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia. (15/01/2007)