8ª jornada: Milk_man versus Marylin Monroe.
8ª jornada: Milk_man versus Marylin Monroe.
Dama, caballero: el tema es el siguiente:
¿Es mejor ser hombre o mujer?
Les recuerdo que empieza y elige opción Milk_man, que el primer asalto de cada uno deberá ser meramente argumentativo (sin citas directas o indirectas a los argumentos del rival) y que en los segundos asaltos pueden emular a Pimpinela si lo desean. Tienen de plazo hasta el domingo 29 de febrero.
Que gane el mejor.
¿Es mejor ser hombre o mujer?
Les recuerdo que empieza y elige opción Milk_man, que el primer asalto de cada uno deberá ser meramente argumentativo (sin citas directas o indirectas a los argumentos del rival) y que en los segundos asaltos pueden emular a Pimpinela si lo desean. Tienen de plazo hasta el domingo 29 de febrero.
Que gane el mejor.
- Marilyn Monroe
- moromielda
- Mensajes: 207
- Registrado: 13 Ene 2004 23:52
- Marilyn Monroe
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- Marilyn Monroe
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Ya que es viernes, que estamos en el 2004 y que mi rival no da señales de vida dejo mi texto y que sea lo que el señor Prez quiera. Yo, sintiendolo mucho, no puedo estar pendiente el fin de semana de si el desaparecido aparece por fin o no aparece. Allá vamos:
Porque yo lo valgo, solo por eso bastaría para decantar la balanza a mi favor sin dar ni una oportunidad a mi adversario (eso en el caso de que lo tuviera). Pero ya que eso podría resultar algo monótono y aburrido, y aquí lo que queremos es que haya sangre (aunque sea solo de un rasguñito), veamos un pequeño resumen de las razones (casi infinitas) por las que, si pudiéramos elegir antes de ser concebidos, lo de ser hombre no entraría dentro de nuestros planes.
Las mujeres somos especiales, de eso no hay duda, y para hacer honor a dicho atributo empecemos rompiendo uno de los mitos masculinos más importantes: Quien os haya dicho que el tamaño no importa miente como un bellaco, ¡vaya si importa!, ¡y mucho!, y si todavía tienes alguna esperanza de que no sea así sigue leyendo.
Nosotras somos más pequeñas que los hombres, eso es obvio y evidente en la mayoría de los casos, y esto supone una importante ventaja ya desde el principio. Ese menor tamaño hace que nuestras madres (que también son mujeres, por si no os habíais dado cuenta) lleven mucho mejor el embarazo que cuando se trata de chicarrones grandotes. Esto es mucho mejor para ellas, que son más felices, y para nosotras, que disfrutamos de un espacio intrauterino más amplio y confortable que los varones; sería como comparar un mini-apartamento de una habitación, cocina y baño con un lujoso duplex con piscina. Por supuesto, este tamaño también nos facilita mucho nuestra entrada triunfal en sociedad haciendo los partos mucho más llevaderos y rápidos; nada de:” ¡Vaya cabezón que tiene el niño, ni que fuera presidente del Atleti” o “Señora no ha tenido usted un niño, ha tenido un ternero de 6 kg y pico”.
Una vez fuera las ventajas se multiplican: Necesitamos menos cantidad de alimento por lo que es mucho más fácil y barato mantenernos en esos nuestros primeros años (la leche maternizada y las papillas de cereales hidrolizados están por las nubes, y no digamos nada de los tarritos de frutas del bosque o de ternera con estrellitas). La economía familiar agradece ese inesperado ahorro y nuestros progenitores pueden dedicar esos eurillos a comprarnos otras cositas, como ropa, juguetes o pequeños y lúdicos viajecitos. Se repite la cuestión, ellos son más felices y nosotras… también.
Durante el crecimiento nuestro cerebro madura mucho más rápido que el de los chicos por lo que, ya desde la guardería, sabemos como manejarlos para conseguir lo que queremos sin que ellos se den cuenta: ¿Que te apetece el caramelo que lleva Pablito? seguro que si le dices que si se lo come le van a salir ranas en el pelo te lo regala enterito. Al mismo tiempo que ellos se entretienen con simples pasatiempos, como jugar al balón o martirizar moscas, nosotras ya tenemos claro nuestro futuro, y el papel que ellos jugaran en él, que sinceramente, no es mucho.
Y cuando llega la pubertad… ¡ay compañeras! ahí les duele. Mientras nosotras vamos moldeando nuestro cuerpo con atractivas redondeces ellos se matan a pajas y se llenan de granos mientras babean por cualquier cosa con tetas, sea top-model sensual o tierna y dulce vaca-anuncio de Milka. Y en el remoto caso que consigan echar un polvo lo que ocurre es más o menos esto:
-“Ahh Ahhhh Ahhhhhhhhhhhhhhh, me corrí cariño, lo siento ¿Que no te había dado tiempo ni a quitarte las bragas? No te preocupes churri, yo aguanto hasta cuatro sin sacarla”.
Y todo esto sin haberla metido siquiera. Lo triste del caso es que quizás alguno con 18 años aguante esos hipotéticos cuatro (ya sabéis, las excepciones esas), pero con unos añitos más sus episodios sexuales se reducirán a tres…, tres minutos, y después un cigarrito, si fuma, y a roncar como un bendito.
Nosotras, por el contrario, disfrutamos de una sexualidad mucho más amplia. Nuestro cuerpo está mucho mejor preparado para disfrutar de las sensaciones y de las caricias; tenemos infinidad de zonas erógenas distribuidas por todo nuestro cuerpo que hacen que podamos tener un amplio y variado repertorio de orgasmos. Porque nosotras tenemos la capacidad de ser multiorgásmicas en casi todos los casos, mientras que el multiorgasmo masculino es poco menos que un mito y queda reducido a unos cuantos devotos del sexo tántrico u otras disciplinas extrañas. No hay nada más delicioso que después de haber llegado a la cima del placer saber que se va a repetir una y otra vez hasta que digamos basta, porque la famosa frase de:”No hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos” es cierta y si tienes la suerte de que te toque un compañero de cama medianamente versado tus gritos de placer los oirá hasta el vecino del cuarto aunque lo de ser sordo le viniera de nacimiento.
Y podríamos continuar diciendo aquello de que somos la cuna de la vida y que en nuestro interior se forja el futuro con cada latido de nuestra sangre y así le damos al texto un tono un poco más elevado. Poder dar vida a otro ser, llevarlo en nuestro interior mientras crece y se prepara para el mundo es algo único y difícilmente comparable a ninguna otra cosa que un hombre pudiera experimentar, lo siento por ellos.
Para el final dejaré aquello de que “mas vale maña que fuerza” porque lo de que los tíos son mas fuertotes no se lo podemos negar; pero a veces no todo es poder abrir una puerta a patadas o levantar piedras a lo vasco, en ocasiones es preferible tener una mayor resistencia al dolor y a según que enfermedades, y si a eso le sumamos que vivimos mas años y en mejores condiciones ya lo bordamos.
Besos para todos ellos, en el fondo os queremos.
Marilyn
Porque yo lo valgo, solo por eso bastaría para decantar la balanza a mi favor sin dar ni una oportunidad a mi adversario (eso en el caso de que lo tuviera). Pero ya que eso podría resultar algo monótono y aburrido, y aquí lo que queremos es que haya sangre (aunque sea solo de un rasguñito), veamos un pequeño resumen de las razones (casi infinitas) por las que, si pudiéramos elegir antes de ser concebidos, lo de ser hombre no entraría dentro de nuestros planes.
Las mujeres somos especiales, de eso no hay duda, y para hacer honor a dicho atributo empecemos rompiendo uno de los mitos masculinos más importantes: Quien os haya dicho que el tamaño no importa miente como un bellaco, ¡vaya si importa!, ¡y mucho!, y si todavía tienes alguna esperanza de que no sea así sigue leyendo.
Nosotras somos más pequeñas que los hombres, eso es obvio y evidente en la mayoría de los casos, y esto supone una importante ventaja ya desde el principio. Ese menor tamaño hace que nuestras madres (que también son mujeres, por si no os habíais dado cuenta) lleven mucho mejor el embarazo que cuando se trata de chicarrones grandotes. Esto es mucho mejor para ellas, que son más felices, y para nosotras, que disfrutamos de un espacio intrauterino más amplio y confortable que los varones; sería como comparar un mini-apartamento de una habitación, cocina y baño con un lujoso duplex con piscina. Por supuesto, este tamaño también nos facilita mucho nuestra entrada triunfal en sociedad haciendo los partos mucho más llevaderos y rápidos; nada de:” ¡Vaya cabezón que tiene el niño, ni que fuera presidente del Atleti” o “Señora no ha tenido usted un niño, ha tenido un ternero de 6 kg y pico”.
Una vez fuera las ventajas se multiplican: Necesitamos menos cantidad de alimento por lo que es mucho más fácil y barato mantenernos en esos nuestros primeros años (la leche maternizada y las papillas de cereales hidrolizados están por las nubes, y no digamos nada de los tarritos de frutas del bosque o de ternera con estrellitas). La economía familiar agradece ese inesperado ahorro y nuestros progenitores pueden dedicar esos eurillos a comprarnos otras cositas, como ropa, juguetes o pequeños y lúdicos viajecitos. Se repite la cuestión, ellos son más felices y nosotras… también.
Durante el crecimiento nuestro cerebro madura mucho más rápido que el de los chicos por lo que, ya desde la guardería, sabemos como manejarlos para conseguir lo que queremos sin que ellos se den cuenta: ¿Que te apetece el caramelo que lleva Pablito? seguro que si le dices que si se lo come le van a salir ranas en el pelo te lo regala enterito. Al mismo tiempo que ellos se entretienen con simples pasatiempos, como jugar al balón o martirizar moscas, nosotras ya tenemos claro nuestro futuro, y el papel que ellos jugaran en él, que sinceramente, no es mucho.
Y cuando llega la pubertad… ¡ay compañeras! ahí les duele. Mientras nosotras vamos moldeando nuestro cuerpo con atractivas redondeces ellos se matan a pajas y se llenan de granos mientras babean por cualquier cosa con tetas, sea top-model sensual o tierna y dulce vaca-anuncio de Milka. Y en el remoto caso que consigan echar un polvo lo que ocurre es más o menos esto:
-“Ahh Ahhhh Ahhhhhhhhhhhhhhh, me corrí cariño, lo siento ¿Que no te había dado tiempo ni a quitarte las bragas? No te preocupes churri, yo aguanto hasta cuatro sin sacarla”.
Y todo esto sin haberla metido siquiera. Lo triste del caso es que quizás alguno con 18 años aguante esos hipotéticos cuatro (ya sabéis, las excepciones esas), pero con unos añitos más sus episodios sexuales se reducirán a tres…, tres minutos, y después un cigarrito, si fuma, y a roncar como un bendito.
Nosotras, por el contrario, disfrutamos de una sexualidad mucho más amplia. Nuestro cuerpo está mucho mejor preparado para disfrutar de las sensaciones y de las caricias; tenemos infinidad de zonas erógenas distribuidas por todo nuestro cuerpo que hacen que podamos tener un amplio y variado repertorio de orgasmos. Porque nosotras tenemos la capacidad de ser multiorgásmicas en casi todos los casos, mientras que el multiorgasmo masculino es poco menos que un mito y queda reducido a unos cuantos devotos del sexo tántrico u otras disciplinas extrañas. No hay nada más delicioso que después de haber llegado a la cima del placer saber que se va a repetir una y otra vez hasta que digamos basta, porque la famosa frase de:”No hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos” es cierta y si tienes la suerte de que te toque un compañero de cama medianamente versado tus gritos de placer los oirá hasta el vecino del cuarto aunque lo de ser sordo le viniera de nacimiento.
Y podríamos continuar diciendo aquello de que somos la cuna de la vida y que en nuestro interior se forja el futuro con cada latido de nuestra sangre y así le damos al texto un tono un poco más elevado. Poder dar vida a otro ser, llevarlo en nuestro interior mientras crece y se prepara para el mundo es algo único y difícilmente comparable a ninguna otra cosa que un hombre pudiera experimentar, lo siento por ellos.
Para el final dejaré aquello de que “mas vale maña que fuerza” porque lo de que los tíos son mas fuertotes no se lo podemos negar; pero a veces no todo es poder abrir una puerta a patadas o levantar piedras a lo vasco, en ocasiones es preferible tener una mayor resistencia al dolor y a según que enfermedades, y si a eso le sumamos que vivimos mas años y en mejores condiciones ya lo bordamos.
Besos para todos ellos, en el fondo os queremos.
Marilyn