Todo gazpacho que no sea natural y no esté manufacturado por una mujer experimentada tras años y años de duro trabajo en la cocina es altamente probable que sea decepcionante.
De los que se venden el mejor con apabullante mayoría es el gazpacho Alvalle (sé de lo que hablo, amiguitos).
Pese a todo, la primera vez que se prueba el sabor del gazpacho no es de los que suela gustar a la primera.
Y todo esto sin añadir que Bárbarita, aunque siendo adorable, no tiene tres dedos de frente y es bastante foca, por lo que casi con total seguridad tenga las papilas gustativas hipertrofiadas y del tamaño de pomelos, y ya no sepa distinguir un filete de merluza de las uvas de Nochevieja.
Eso es así...
(Esto por la foto de antes, cabronaza).
