Tori Randall

La editorial asocial, desde la mas inmunda basura hasta pequeñas joyas... (En obras)
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Oruga
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Tori Randall

Mensaje por Oruga »

Las demás miembros del grupo no comprendían cómo Tori Randall podía pretender ser a la vez fresa y cuchillas de afeitar, tener un pie en el pop y otro en el punk hardcore, querer ser a la vez Kurt Cobain en “Something in the way” y Kurt Cobain en “Scentless Apprentice”.
A menudo Tori acababa en el suelo maltratando la guitarra, rasgando, haciendo temblar el garaje, sola. Entonces no había más remedio que peinarse el pelo entre los dedos, resoplar, o la excusa de ir a darle un trago a la botella de agua, o mirar con incredulidad, “Otra vez...”.
Lo peor era que cuando acababa se levantaba de nuevo, sudando de orgullo, recuperando el resuello, como con la convicción de que era lo mejor del mundo, que tenía que ser así, que no se había cargado absolutamente el tema.

“Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra”, le dijo una vez Amy, “¡O sea, tia: que no puedes pasar de una melodía pop al death metal, a emparanoiarte a lo Jimmy Hendrix”.

Pero Tori con su pelo a lo champiñón y su sonrisa no acababa de entenderlo, y siempre tenía una disertación al respecto.

Tori destruía, roía el grupo como una carcoma que no sabe que pronto los cimientos de la cabaña se derrumbarán por su diminuta culpa, y sólo por su culpa.

Aquellos intercambios de miradas... “Otra vez, ya lo está haciendo otra vez...”

Destruía la música, roía el grupo.

Putas putas putas. Tori le echaba de comer a los patos del lago. Ojalá pudiera crear su propia música. ¿Y por qué no? Los géneros son para estúpidos, las normas para talentless people. ¿Por qué no reventar una alegre melodía pueril-pop, en mitad de una nota, con el estallido de una guitarra, como una sierra bajo la uña de Dios? Claro que sí, se pondría a ello aquella misma tarde. Todo comenzaría entonces y no habría manera de detenerlo. Como sucedió con Nirvana, como sucedió con el sitar de los Beatles, como sucedió con Frank Zappa. Libertad absoluta, su propio garaje, por decirlo de alguna manera.

¿Dónde estaban los patos?

Lo primero fue aquel sonido líquido. La coronilla posada de limo verde surgiendo de la superficie del lago. ¿Qué era pelo y qué algas? Al principio no pudo verle el rostro. Salía torpemente del agua como una canción de Nick Cave and The Bad Seeds.

- ¿No te acuerdas?

La bolsa de plástico llena de mollejas duras de pan cayó al suelo.

- No te acuerdas, ¿verdad? ¿No le dices nada a tu hermana?

Tori pudo ponerse en pie, y hasta ahí llegó.
El ser ya estaba ante ella, pisando la orilla de cemento, chorreando agua vieja, colgando las algas y envoltorios de plástico negros de moho.

- Todos estos años has sido tú la que se lo ha llevado todo. Los padres, la música, los besos de los hombres, el follar, el follar como un animal vivo... Los viajes, moverse, fiestas, carne, tetas y ropa... Y yo apenas sobreviví un par de minutos fuera de mamá. Apuesto a que nunca has pensado qué tal me lo he pasado yo todo este tiempo...

- Yo... –roncó Tori- yo te juro que he pensado en ti... Casi cada día...
- ¿Quieres saber qué tal lo he pasado yo? ¿Eh? ¿Quieres saber dónde he estado?
- ¿Dónde has estado? –dijo, más o menos.

Su aliento olía a almacén y a gaviota muerta pudriéndose en el centro del océano.

Agarró su cara y cayeron hacia atrás, y el banco del parque ya no era el banco del parque, sino el vacío del espacio. No negro, sino blanco. Una demencial inmensidad blanca y vacía, salpicada aquí y allá de puntos negros. Patéticos puntos negros donde civilizaciones se alzaban, revolucionaban, y extinguían.
En el vacío del Universo no podía oír sus propios gritos, pero sabía que estaba gritando. El frio cósmico inundaba sus pulmones.
Su hermana reía, ahora podía ver su rostro mientras cruzaban el universo a velocidad luz. No cabía duda de que un día fueron gemelas. Una versión exacta de sí misma que había venido de ¿dónde?
Y hacia allá se dirigían, por la puerta trasera del cosmos, por el desvío blanco de los visitantes que más vale no sospechar, por el atajo de los dioses.
Kurt Cobain se lo habría pasado en grande.

“¡Mira, mira bien puta! ¡Mientras tú tenías tu primera menstruación y perdías la virginidad, aquí estaba yo, danzando! ¡Oh, sí, cómo danzábamos! ¡Sin fin y sin poder escapar nunca! ¡Cómo danzaremos por siempre jamás...!”.

Cegó al asomarse el centro del Universo, pero le dio tiempo a ver. Vio al supremo dios sin mente ni alma, Azathoth, que danza en el eje de todo, babeando y agitándose, vio la enormidad fofa sentada en su trono. Y le dio tiempo a oír. Oyó las flautas constantes de la corte que gira y danza y danzará, mientras el universo sea universo y reine el dios idiota y amorfo.

- ¡Basta! ¡BASTA!

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