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Una mañana cualquiera
Publicado: 13 Mar 2006 01:10
por Ariadna
El día era espléndido y después de ver por la noche una película con Sara y dormir una en el sofá y otra en el colchón que había tirado en el suelo, nos armamos de ganas y decidimos madrugar para ir al mercadillo de su barrio. Las personas son como los caracoles y les gusta salir a la calle en cuanto el Sol calienta un poco más de lo habitual así que después de un café silencioso y unas galletas en la encimera de la cocina, salimos de casa y nos encontramos al llegar allí una masa de personas que iba de aquí para allá en general sin mucho sentido pero con bastente ruido y enfado.
Choques, golpes, gritos entre vendedores comentando lo fabulosa calidad de sus mercancías mientras suenan unas sevillanas y calor, mucho calor. Nos encontramos con dos amigos que a las doce de la mañana seguían borrachos, uno había comprado un libro pequeñito sobre alguna religión que no tuvo mucho éxito en su día y el otro no paraba de lamentarse porque era el cumpleaños de su madre y no le iba a dar tiempo de ducharse al llegar a casa antes de que llegara toda la familia y le miraran mal por oler a alcohol. Nosotras nos reíamos, son ese tipo de personas que de lejos no se te ocurriría acercate demasiado a ellos y que aunque estén bastante perdidos le sacan a una una sonrisa simplemente con un par de comentarios facilones.
Nos despedimos y nos volvimos a meter en el torrente de voces y empujones. Sara miraba a su alrededor mientras yo iba caminando detrás sin prestar atención a los objetos y fijándome en la cantidad de colores que había a mi alredor. Se compró dos faldas negras y yo llegué a la conclusión de que debo hacerlo también dentro de un tiempo pero las que yo compraré no serán de color negro, estoy en una fase de cambio de esas que se habla en los libros de autoayuda pero sin editoriales ni consejos de todo a cien.
Antes de marcharnos pasamos por un bar que ella conocía, me tomé una cerveza y ella me miró asombrada. Me preguntó que desde cuándo bebía yo cerveza y yo le contesté que desde que me apetecía, así que entre su mosto y mi caña y una ración de queso acabó la mañana y nos despedimos para volver a vernos el próximo sábado.
Re: Una mañana cualquiera
Publicado: 13 Mar 2006 12:43
por Alvarito
El día amaneció excesivamente despejado.
Bajo un sol de justicia, llevar La Palabra de aquí para allá no era tan agradable como tomar el sol en una piscina o salir a pasear. Trabajando en el negocio del proselitismo sectario había que tener enormes dosis de paciencia y espíritu de sacrificio además de la fe y el fanatismo devotos que se requerían para tener visión de conjunto y para calibrar los caracteres de las personas a través de la firmeza de un apretón de manos y del sesgo de la mirada. El cielo no se ganaba ni con sonrisas ni en la piscina: había que sacrificarse y en el esfuerzo se hacían méritos peldaño a peldaño.
Para limpiar el mundo hacía falta rondar la mugre y aquel día era el idóneo porque los pecadores salían de sus madrigueras de perversión para disfrutar del goce impío del reposo y el ocio bajo la bendición divina del buen tiempo.
Después de cuarenta latigazos y quince oraciones, salió a la calle en ayunas como buen penitente y se dirigió al templo horrísono del mercadeo. Con ojo entrenado y severo de buen predicador, después de vagar un buen rato entre las multitudes, localizó a dos muchachos bien que reían y farfullaban a viva voz mirando con descaro a otras dos pequeñas pecadoras que vestían menos ropa que alma, de la que carecían sin duda.
Con el pecho henchido de vergüenza por el declive en el foso nihilista del espíritu humano, pero con el ánimo y la voluntad de quien sabe que hay mucho trabajo por hacer y no lo teme, se dirigió a los dos mozos. ¡Ay de su dignidad cuando oliera la fetidez espiritosa al acercarse a ellos!
- ¡Mozos, oídme! ¡Hay en el mundo placeres más excelsos que ver carne sine nomen neque signum y reírla e idolatrarla!
Se miraron ambos zagales y le rieron entre dientes al pobre clérigo la gravedad de la reprensión, mas el respeto por los terceros de edad incierta y religión cierta les impidió manifestarse. Prosiguió el autodenominado clérigo.
- ¡No es la carne el delito, es la impiedad de vuestras maneras al observarla! Es excelente y cierta la carne, es vida y muere, y es sagrada pues es don divino.
Rompió las compuertas de las formas educadas el ingenio ebrio de nuestros mozos que ocurrentes y beodos no pudieron reprimir,
- No es don divino, ¡es Don Simón!- y rieron ambos a carcajadas, aun íntimamente avergonzados.
La expresión del prelado se ensombreció, pero era demasiado sabio y había visto demasiado como para obnubilar su raciocinio con estas tonterías. Cuarenta latigazos bebieran ellos, y en estériles disputas se enzarzaran. Cuarenta latigazos se propinara a sí mismo y a infértiles putas predicara, no eran los tres, pues, tan disímiles, y su fe y un tanto de empatía le hizo pensar que valía la pena gastar su santidad en la empresa de adoctrinarles. Se armó de paciencia y les endilgó La Verdad.
Media hora de sol y de gentío y de verbo y de moral después, les vio alejarse con La Verdad bajo el brazo. Había algo menos que hacer en la viña del Señor. Este placer es más elevado que observar las formas de la carne sin sello... se decía a sí mismo mientras su subconsciente amenazaba con romper la castidad de su pensamiento. El clérigo denominaba a su subconsciente "el Maligno" y creía firmemente que no era cosa suya.
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Excusen los beatos de este foro que no sepa el escribiente distinguir la cristiana de las demás sectas religiosas y que las mezcle sin criterio claro.
Publicado: 13 Mar 2006 21:23
por Ariadna
Las diez en punto y suena el despertador, la monotonía a veces resulta agradable a pesar de lo que digan los demás. Estira la mano y click, se enciende la lamparita que hay al lado de la cama, después de escuchar ese ruido tantas veces le resulta tan familiar como la voz de su madre cuando gritaba "a comer". Desde que se independizó, el aviso de la comida lo hace la alarma del reloj a las tres en punto. A veces piensa en la variedad de sonidos que tiene metidos en la cabeza y que reconocería incluso debajo del agua, por eso aunque le han dicho sus amigos cientos de veces que le comprarían un nuevo reloj él se niega siempre y dice que no quiere, que el CASIO de plástico de toda la vida le gusta, que el ruidito de todos los días ya es como otro compañero de trabajo.
Se levanta y se estira pero no mucho, aun tiene el cuerpo tan dormido que es mejor que se entone debajo de la ducha así que enciende el calentador y abre el grifo. Después de diez minutos más de limbo mental debajo del agua, sale, se viste y se peina. Un café con leche rápido mientras escucha la radio y se marcha al bar no sin antes haber cogido la bolsa con la comida. "La Mañana" es un tugurio para taxistas que está abierto las 24 horas del día salvo causa mayor y da la casualidad de que está debajo de su casa, así que baja allí todos los días a desayunar un bocadillo de tortillas mientras se entera de las noticias del mundo, de los supuestos futuros fichajes del Real Madrid y de los chismorreos ciudadanos por boca de una decena de conductores que tienen más labia que cualquier locutor de radio. A esas horas todos están cansados pero eso no evita que los comentarios ácidos entre unos y otros se crucen rozándole de vez en cuando y que las risas a costa de uno u otro no paren de escucharse.
Se limpia, paga y se va, despidiendose hasta el día siguiente y dando un par de palmadas en la espalda. Autobús, el 23, que a esas horas siempre va con retraso y que hace que a veces tenga que bajar un par de calles andando para llegar a una parada donde otro par de lineas hacen un recorrido que también le deja cerca del trabajo. Por fin llega, hace calor ahí dentro, como siempre así que se quita el abrigo, se agarra a una barra y pasa el viaje pensando en qué haría él si le pillaraá un terremoto como el que hubo en Turquía hace dos días.
Llega al trabajo con quince minutos de adelanto así que se para a charlar con el guardia que agradace esos minutos de conversación antes de acabar el turno. A las doce se despide, su interlocutor se va a casa a dormir y él comienza la jornada. Trabajar de noche es agradable, mientras la gente tiene pesadillas con el despertador sonando de madrugada antes de tiempo, él limpia las calles para que cuando salga el sol la ciudad despierte con buena cara.
Publicado: 13 Mar 2006 21:29
por Nicotin
Esta vez no me lo he leído, pero es para que aparezca Dolordebarriga, que le echo de menos:
Ariadna, no está mal.
Dolorcitas, pitas, pitas.

Publicado: 13 Mar 2006 22:15
por Ariadna
Quizá deba de hacerme consejera matrimonial.
Publicado: 20 Mar 2006 18:30
por Alvarito
Abre los ojos, los tiene acartonados y legañosos, no puede dormir más. No se ve los dedos de los pies que deberían asomar al final del edredón, observar esto, graciosamente, le recuerda a Irene Villa y a la manifesatación de ayer, pero no, no se trata de eso. Sus propios senos se interponen entre sus ojos y sus pies lo que le hace sentir orgullosa. Dobla una rodilla, dobla la otra, duelen, pero están ahí y funcionan.
Mira abajo y a la derecha. Hay un punto anguloso en la superficie continua del edredón que les cubre. ¿Ha dicho les cubre? Sube la mirada. Hay un hombre a su lado. Muy obviamente un hombre, no cabe la posibilidad de que nadie le confunda con una mujer en ningún idioma, especialmente en braille. No sabe quién es, pero si está ahí a su lado, ha debido hacer méritos.
Se gira sobre la cama, apoya el codo derecho sobre la almohada y la cabeza sobre la mano, en particular sobre su propia mano, la que queda al final del brazo cuyo codo está doblado. La otra mano le queda aproximadamente a mitad de su propio muslo, el codo está semiflexionado sobre su cintura y el antebrazo le queda sobre el edredón que cubre su cadera.
Levanta la mano izquierda, que parece que levita, la lleva por telequinesia, le parece a ella, a la cara de lija del hombre y la acaricia, con mucha suavidad, para no dejarse la mano y para no interrumpir la respiración profunda y uniforme del ensoñado.
Bajo los párpados cerrados, se mueve a toda prisa el iris. Le acaricia los ojos. Ejerce una ligerísima presión sobre el globo ocular... dicen que si te masajeas los ojos cerrados se te quita el hipo y nada que te quite el hipo puede ser malo. La misma parte de su cerebro que hace un momento se acordaba de Irene Villa le hace visualizar una escena en la que ella luce un par de globos oculares por anillo. Le acaria los ojos y aprieta un poquito más.
De repente se acuerda del punto anguloso de la cubierta y olvida los ojos para concentrarse en la ciclópea forma serpentina que escuadra el cobertor. Lo bueno... y lo malo de los hombres. Que siempre estén disponibles, es bueno, pero no lo es tanto que siempre tengan ganas. Bucea debajo del tapado para buscar el mástil y se lo introduce en la boca
Merodeador escribió:El liquido caliente entró directamente dentro en mi garganta, muy adentro. En el momento de eyacular tenía todo su miembro absorbido. Estaba practicando por primera vez, no chupar que ya lo había hecho, si no, el tragarme la polla entera. No era difícil y con un esfuerzo como si fuera alimento o saliva, reproducía el gesto y la dejaba entrar dentro. A veces me daban arcadas y otras no sincronizaba bien la respiración pero era divertido. Le agarre de los dos cachetes de su redondo y prieto culo muy fuerte para impulsarme y tragármela otra vez. Se estremeció y esperé. Vino luego la tercera oleada espesa, pero ya esta vez en mi boca para poder saborearla, y entre risas cómplices, hacer gorgoritos. Me dolían las rodillas.
Una mañana, cualquiera.
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Mención especial a Terry Pratchett y al quoteado.