Una nota
Publicado: 31 Oct 2007 10:46
Una nota de despedida
Como quien pasea sin destino por una ciudad desconocida, he terminado por recalar en éste, que no es mi diario, puesto que empiezo a escribirlo cuando me acabo, no se si por olvido, dejadez o por voluntad perfeccionista de tener todos los datos en la mano. Si fuera exacto, tendría que llamarlo horario, por el tiempo que en él voy a invertir; o, en su caso, vidario, por mi voluntad de exponer todo lo que ha sido una vida ( por azar, la mía ) con la fluidez y rutina de una autopsia. Una paradoja: pretendo escribir en la servilleta de un bar sin nombre toda una vida que no ha sido vida, si por vida debemos admitir una sucesión de sorpresas y decepciones, de ruegos atendidos y de pecados mal pagados. Los parroquianos, que me ven en estos afanes, me miran como el que observa a un esquimal, y creen que en este papel escribo la lista de la compra. O un poema de amor. O un Saluda al Subdelegado del Gobierno. Escribo una vida. Ni larga ni corta. Posiblemente incompleta de árboles, libros e hijos. Posiblemente una vida, si admitiéramos que la vida puede ser un calendario de Explosivos Riotinto, con su naturaleza muerta, prendido de una alcayata. Admitiré que ha sido una vida si admitimos que las piedras viven. Confesaré que no ha sido vida desde que me abandonaste.Y esa es toda la vida que quiero contar: la que se me ha ido desde que tu te marchaste. Tu falta me ha dejado el peso del mármol sobre el pecho, la soledad de los pasillos del hipermercado, la amistad de los camareros y la conmiseración de las taquilleras de cine cuando venden entradas por unidad a los solitarios. Me has dejado como hoja en remolino, como paraguas en la consulta de un dentista, sin Dios ni amo. Recuerdo aquella tarde, la de la despedida. El sol entraba por el ventanal del salón, dándole un aspecto de Sante Chapelle doméstica. Sobre la mesa camilla, un papel con elegantes trazos, propios de una educación esmerada y una personalidad pulcra. De los trazos se podía concluir una personalidad enérgica, confiada en sus posibilidades y con voluntad de prosperar, sin miedo a romper con el pasado. Su profundidad haría a un grafólogo pensar en un ser llamado a las más altas magistraturas. Cierro los ojos y veo la nota con claridad ....3, 13, 21, 27, 36, 42. En ese momento me ensoñé con juegos de lógica, claves secretas, un guiño borgiano que me hacías.
De la cabalística a la infamia: tres días de espera más tarde descubrí que era la combinación de la Primitiva, con cinco aciertos y complementario, que te había permitido dar portazo.
Como quien pasea sin destino por una ciudad desconocida, he terminado por recalar en éste, que no es mi diario, puesto que empiezo a escribirlo cuando me acabo, no se si por olvido, dejadez o por voluntad perfeccionista de tener todos los datos en la mano. Si fuera exacto, tendría que llamarlo horario, por el tiempo que en él voy a invertir; o, en su caso, vidario, por mi voluntad de exponer todo lo que ha sido una vida ( por azar, la mía ) con la fluidez y rutina de una autopsia. Una paradoja: pretendo escribir en la servilleta de un bar sin nombre toda una vida que no ha sido vida, si por vida debemos admitir una sucesión de sorpresas y decepciones, de ruegos atendidos y de pecados mal pagados. Los parroquianos, que me ven en estos afanes, me miran como el que observa a un esquimal, y creen que en este papel escribo la lista de la compra. O un poema de amor. O un Saluda al Subdelegado del Gobierno. Escribo una vida. Ni larga ni corta. Posiblemente incompleta de árboles, libros e hijos. Posiblemente una vida, si admitiéramos que la vida puede ser un calendario de Explosivos Riotinto, con su naturaleza muerta, prendido de una alcayata. Admitiré que ha sido una vida si admitimos que las piedras viven. Confesaré que no ha sido vida desde que me abandonaste.Y esa es toda la vida que quiero contar: la que se me ha ido desde que tu te marchaste. Tu falta me ha dejado el peso del mármol sobre el pecho, la soledad de los pasillos del hipermercado, la amistad de los camareros y la conmiseración de las taquilleras de cine cuando venden entradas por unidad a los solitarios. Me has dejado como hoja en remolino, como paraguas en la consulta de un dentista, sin Dios ni amo. Recuerdo aquella tarde, la de la despedida. El sol entraba por el ventanal del salón, dándole un aspecto de Sante Chapelle doméstica. Sobre la mesa camilla, un papel con elegantes trazos, propios de una educación esmerada y una personalidad pulcra. De los trazos se podía concluir una personalidad enérgica, confiada en sus posibilidades y con voluntad de prosperar, sin miedo a romper con el pasado. Su profundidad haría a un grafólogo pensar en un ser llamado a las más altas magistraturas. Cierro los ojos y veo la nota con claridad ....3, 13, 21, 27, 36, 42. En ese momento me ensoñé con juegos de lógica, claves secretas, un guiño borgiano que me hacías.
De la cabalística a la infamia: tres días de espera más tarde descubrí que era la combinación de la Primitiva, con cinco aciertos y complementario, que te había permitido dar portazo.