Tienes razón y precisamente Hera, la oh-Diosa, es uno de los personajes más vengativos de la mitología debido fundamentalmente a los celos. De ahí que esa afirmación sea irónica, aunque entiendo que igual me he pasado hilando fino; te darás cuenta según vaya avanzando si es que no tropiezo.[/quote]
Siempre puedes añdir notas al pié para los no iniciados.
O ser una gatita buena y hilar más grueso
Pepe escribió: A mi todo esto (la extinción del lince) me parece una mierda. El lince mola, es bonito como gato y elegante como abrigo, que se vaya a la mierda no mola, que hagan corridas de linces.
Acurrucada en las sensaciones que provocan sentirme vulnerable por primera vez en toda una eternidad, me descubro absorta en un laberinto de pensamientos.
[31/01/2.009]
He perdido la noción del tiempo a la que aún no me habitúo; sentada en el suelo de un rincón de la cocina y abrazada a mis piernas como si quisieran arrebatármelas, fluctúo en un océano de contradicciones. Zeus debe estar disfrutando de la escena: toda una Diosa descubriéndose en su mediocridad y nadando en vacilaciones.
Afuera es noche cerrada. Mis ojos se han acostumbrado al neón parpadeante que ilumina y oscurece la estancia con una intermitencia constante e impertinente; una luz tan fría como el frío que noto en mis nalgas en contacto con la cerámica amarillenta y agrietada del suelo, pese a los cerca de 30º y una humedad relativa que me entumece. Las condiciones son ideales para albergar un pequeño ecosistema en el que sigo siendo el depredador dominante; con paciente minuciosidad y mutismo absoluto he censado seis cucarachas y dos ratoncitos grises. Deben llevar en esta cocina muchos años por la naturalidad con la que se mueven y por la destreza en encontrar el armario despensa.
Bastaría la presión de mi pulgar para aplastarlos y acabar con su triste inferioridad pero ahora soy consciente de que con respecto a Zeus yo misma soy una vulgar cucaracha, lo que provoca que me invada un estúpido y conmovedor instinto de solidaridad para con la especie.
"Las cucarachas nacen, crecen, se reproducen, y con el nuevo Cucal aerosol, mueren y desaparecen". Hombres jugando a Dioses en la fragilidad de su supremacía; inconscientes por creerse superiores en el escalafón de sus propias ambigüedades.
- Si continúas así te volverás loca. -oí-. Pide clemencia y vuelve al Olimpo.
Casi había olvidado la vocecilla que me acompañó hasta la mortalidad y que aún no sabía si estaba a mi favor o en mi contra. Su afirmación y su tono piadoso me molestó, pero era el único nexo de unión que mantenía con mi mundo, así que me empezaba a crear una cierta dependencia. Saberme vigilada por una deidad me aportaba un dulce sosiego.
- Estoy bien, gracias -dije en un tono que ni yo misma creí. - Sí; la verdad es que con el poco tiempo que llevas entre los mortales ya has hecho amigos: tienes a los roedores e insectos de tu lado y al casero a tus pies. - Me estoy adaptando y aprendiendo, eso es todo. - También estás llorando. Mírate Hera, ¡por Zeus!
Se hizo el silencio.
Seguía en la misma posición y apoyé la cabeza en la desconchada pared; pequeñas y tibias sutilezas líquidas surcaban mi rostro sin ningún control, para mi deleite. Me abracé a la furia de sensaciones del instante regocijándome en cada una de ellas: mi garganta cabalgaba ardiente al mismo ritmo que las frenéticas palpitaciones, convirtiendo mi estómago en un mar embravecido al filo de vencer la presa que en vano lo contiene.
- ¡Baja al puto perro a cagar o lo tiro por el balcón y te cagarás tú también!
Me había quedado dormida y mis discretos vecinos me despertaron con puntualidad británica; la misma con la que me mantenían en vela por las noches. Se odiaban con los mismos decibelios con los que se amaban al oscurecer. Me incorporé con una sonrisa condescendiente y dispuesta a actuar en consecuencia.
Primera tarea del día: tachar de la lista de la compra el Cucal y el despertador.
Sí, porque me parece muy bien que la pava viva como en un anuncio de compresas emotivamente interminable, pero si esto no empieza a moverse pronto cambio de canal.
Jordison escribió: ↑08 Jun 2018 11:33
Joder, la tienes dentrísimo.
Cuarta noche mortalmente previsible e insoportable. Mi vulnerable organismo está al límite de la debilidad absoluta y no quedan más opciones que reaccionar o rendirme. Cuatro días confinada y confitada en el peligrosamente dulce almíbar del miedo; deliciosa excusa para atrincherarme de la realidad que me apaga lenta y letalmente.
- ¡¡¡¡Fóllame!!!!
¡Por Zeus! Que se la folle de una vez o tendré que hacerlo yo misma. Necesito dormir; los tabiques de este tugurio son de papel, y tengo por vecinos a un tenor que se toma su tiempo para dar el do de pecho y a una soprano con una ansiedad copulativa estridente.
[01/02/2.009]
Vencida por el agotamiento después de mi primera experiencia onanista he conseguido descansar. Se impone el pragmatismo: si no puedes con el enemigo, únete a él.
Me siento relajada y abochornada, una nueva contradicción. Si los mortales supieran con certeza que son observados, evitarían según qué actos por pudor. Mi caso tiene un agravante añadido: tengo la seguridad de que Zeus hace que me vigilen estrechamente y que todo el Olimpo sabrá que Hera sucumbió al placer humano de la masturbación.
- ¿Qué ha sido de tu orgullo, mi Reina? -susurró mi osado vigilante olímpico. - Es inútil que te lo explique, tendrías que ser mortal para entenderlo -contesté irritada. - Si se enteraran tus súbditas deidades de lo que hiciste anoche ... -insinuó. - Haces bien en no decirme quién eres, pero sabes que cuando vuelva al Olimpo me enteraré. - ¿Debo tomarlo como una amenaza? -inquirió. - Debes tomarlo con mucho hielo, a tragos cortos y asimilándolo bien -sentencié.
El sonido del timbre de la puerta me sobresaltó e interrumpió la conversación. La idea de mantener un diálogo con algo que no fuera insecto, roedor, o insolente e incorpóreo cotilla me ilusionaba. Sin pensar ni reparar en mi aspecto físico, abrí muy sonriente.
- [...] - ¡¡Hola, buenos días!! -saludé pletórica y exultante. - ... ehmmm hola, soy Molly, la vecina de abajo -susurró mi atónita visita.
Molly era una mujer menuda y hermosa. Sus ojos color miel, como su pelo, reflejaban ternura pese a que mientras me observaba los abría exageradamente sin parpadear.
- Entra Molly, por favor. Yo me llamo Hera.
En el trayecto desde la entrada hasta el salón y mientras me seguía, reparé en el desorden reinante y en que sólo llevaba puestas unas braguitas.
- Disculpa el desorden, acabo de trasladarme y no me acabo de adaptar a este lugar. - Tranquila, te comprendo; llevo viviendo aquí tres años y sigo sin querer adaptarme. Sería como reconocer que soy una cucaracha más. - ¿En tu apartamento …también? - Igual piensas que vivir en el último piso te hace especial.
La cordialidad y sinceridad de Molly me aliviaron tanto que olvidé el caos que me rodeaba. Relajada al fin, me concentré en escucharla y sacar el máximo partido a la conversación con una atención y una serie de inquietudes que ella no pasó por alto.
- Ayer hablé con Ricardo -continuó-, me dijo que llevabas cuatro días aquí y que eras una mujer un poquito rara. Bueno, si te soy sincera, me dijo que le parecías una lunática excéntrica y me recordó los deberes de los buenos vecinos para que te visitara. La verdad es que tienes mal aspecto; pareces muy cansada y algo desnutrida. - Mis vecinos de al lado ... - Son una pareja de actores porno -dijo interrumpiéndome-. Están todo el día dale que te pego y cuando llegan a casa por la noche es cuando se desahogan con sinceridad. - Sí, la verdad es que parecen muy sinceros -apunté. - Te acostumbrarás. Si no lo consigues, utiliza tapones para los oídos. - Anoche me toqué mientras les escuchaba -confesé ruborizada-, pero no volverá a ocurrir. - No te preocupes, mujer, a ellos no creo que les importe y Ricardo por mí no lo sabrá. Parece que temas que te suba el alquiler por los efectos especiales añadidos de los que disfrutas.
Necesitaba confiar en alguien o me volvería loca; era consciente de que no podría llevar a cabo mi reto en solitario. Necesitaba una aliada mortal y Molly era perfecta.
- No es eso, es que no debería masturbarme ...porque no soy ...humana. Soy ... - ¿Una monja inhumanamente viciosa? -preguntó entre risas. - Soy una Diosa. ¿Sabes algo de mitología griega? - ¡Caramba! Yo también era todo un mito a los veinte años, pero era por mi dominio del francés. Con el griego empecé más mayor.
Mi rostro debió transformarse drásticamente; un nudo en la garganta me impedía articular palabra y la desesperación que inundaba mis ojos empezó a fluir cristalina. La mueca sarcástica de Molly desapareció y su gesto adoptó una gravedad casi dramática.
- Entonces eres Hera, la esposa de Zeus -afirmó Molly en un tono muy convincente.
Asentí con la cabeza incapaz de hablar y sin dejar de llorar.
- Y supongo que aunque lo acepte, Hera esposa de Zeus, no esperarás que te venere sacrificando cabras ni nada por el estilo. Es que le tengo aversión a la sangre, no vayas a pensar que es algo personal.
- Sólo quiero que seas mi amiga -dije entre sollozos.
Molly bajó la vista pensativa. A los pocos minutos me miró fijamente y dijo:
- Lunática, excéntrica, pero bastante creíble. Seré tu amiga a cambio de una pequeña prueba que será definitiva: siempre he querido usar una talla más de sujetador.
Años más tarde, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía se acordó de esa frase antológica que le dedicó una fulana barata y entregada a su profesión: ¡Fóllame cabrón!
Es evidente que esos arranques literarios enganchan al lector.
En cuanto al onanismo divino, es curioso lo poco que ha tardado en recalentarse el bajo vientre. Y más, oyendo a los escandalosos vecinos. Me recuerda a no sé qué tomo de Los Hijos de la Tierra, en el que Ayla se pone cachonda viendo copular a unos mamuts. Lo dejé ahí.
PD: aquí se vislumbran unas tijeritas como colofón final.
