Shiz escribió:Vaya, pues está la cosa más animada aún de lo que pensaba. Qué guay. Pero no sé si hacer palomitas o pasar directamente a los gintonics.
La ocasión lo merece.
Yo me voy a ver dos capítulos de Dexter en un par de minutos, así que mejor guarda las palomitas y los gintonics para otra ocasión. Si era por mí, claro, si era por otros, dale a los vicios sin freno.
POR DESGRACIA YA SE ME PASÓ LA INDIGNACIÓN. DE UN TIEMPO A ESTA PARTE TODO ME VALE VERGA. MAL, TODO MAL.
Yo creo que cuentecillos como ese, los disfruta mucho más el que los escribe que el que los lee. Igual una o dos personas muy cercanas pueden degustar todos los guiños y referencias a apetencias y experiencias personales que tienen. Son una especie de masturbación literaria muy entretenida.
Fulanita escribió:Pues no se, chico. Será que eres muy heterosexual, o que de hombres no tienes ni puta idea. Tómatelo como un cumplido.
Dolordebarriga escribió:Otto, si borras mensajes, luego yo parezco esquizofrénico o algo peor.
¿Lo has borrado por iniciativa propia o previo privado?
Es que me lo he pensando mejor y paso de rollos.
Lo siento, tío.
Otto, no hay rollos, bromas son bromas. Hay un grupito a los que se os eriza el vello del culo cada vez que alguien le entra a Shiz. Era un broma sin consecuencias que pretendía vincular a Shiz con su texto.
Tu, ya pueden apagar la alarma de aviso de "fin del mundo";
Dolordebarriga
PD: Coincido con Gandalfini. el texto es sólo para entendidos y supongo que ellos, junto a su creadora serán los que lo disfrutaran con mayor intensidad. en todo caso, Shizuka escribe muy bien y es una pena que no nos regale más textos.
POR DESGRACIA YA SE ME PASÓ LA INDIGNACIÓN. DE UN TIEMPO A ESTA PARTE TODO ME VALE VERGA. MAL, TODO MAL.
Yo había pedido el comentario de texto y crítica de "Guerra y Paz", pero menos da una piedra. En todo caso, Shiz, a ver si hay suerte y lo refieres en este hilo de Literatura, que siempre me propongo leerlo y nunca encuentro tiempo.
Sobre los relatos con guiños particulares, mi opinón particular es que si un relato es bueno, simplemente es bueno. No se si Borges, cuando escribió en "La loteria de Babilonia" que "Bajo el influjo bienhechor de la Compañía, nuestras costumbres están saturadas de azar. El comprador de una docena de ánforas de vino damasceno no se maravillará si una de ellas encierra un talismán o una víbora; el escribano que redacta un contrato no deja casi nunca de introducir algún dato erróneo; yo mismo, en esta apresurada declaración he falseado algún esplendor, alguna atrocidad" se estaba quejando de que una novieta con la que se carteaba desde ultramar con él se habia manifestado celosa de su virgo, mientras guiñaba pícaramente a diestro y siniestro.En todo caso, me daría igual.
Porque en lo de los guiños privados ("me los ha hecho a mi" o "o me los ha hecho a mi") siempre hay un alto componente de egocentrismo o un exceso en la interpretación ("si ha escrito púrpura es por lanzar un mensaje al mundo árabe").
En otro orden de cosas, esto no es la puta tertulia del Café Gijón. Considero que se puede discutir con desagradable acritud sobre un libro que hemos leido, pero se ha de mantener un cierto tacto si el autor está presente y ha descubierto un flanco, haciendonos copartícipes de una creación. No es necesario el sarcasmo si no ha gustado, salvo que se quiera aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid, y a cuenta de un relato, invadir Polonia.
De igual forma, no me parece apropiado que una discusión sobre un relato devenga en una trifulca tabernaria. Sobre todo porque nadie había puesto cervezas en el previo.
Last, but not least, me hubiera gustado encontrar en el relato de Shiz un punto de crueldad. Mezclar lo divino y lo humano, ir de dioses al Vicks me había resituado - no se lo motivos, posiblemente proustianos - en los relatos de Saki, en los que ese elemento de sorpresa y maldad siempre están presentes. Pero me ha parecido un buen relato.
Hija del Tiempo y la Tierra; engullida por mi propio padre para ser regurgitada a una eternidad de traiciones, celos, venganzas, rencores, pasiones y pugnas Titánicas. Seducida por la fingida inocencia de un cuclillo al que acogí en mi seno en una noche de tormenta; la criatura era la metamorfosis de mi propio hermano Zeus, que me poseyó carnalmente para convertirme no en la Reina del Olimpo, sino en la esposa del Rey del Olimpo -tras trescientos años de luna de miel.
Precedida por esta sinopsis, mi actual condición humana carece aparentemente de interés alguno; toda una Diosa con mis antecedentes, desprovista de su condición de tal y entre mortales debería desenvolverse con indiscutible holgura.
[29/01/2.009]
Una amalgama de decibelios y sensaciones fisiológicas desconocidas para mí hasta ahora me devolvieron a la cruda realidad después de un dulce letargo. Pese a la premeditación de mi actual condición había muchos detalles que no había concretado con Zeus, por lo que antes siquiera de abrir los ojos, me temía lo peor. Era una humana sujeta a su antojo: mantenía el mismo aspecto exterior pero prevalecían sus condiciones. Lo peor de todo es que no había opción a la negociación.
Una vez más empezaba la partida con clara desventaja.
Despegué los párpados no sin dificultad e hice una rápida composición de lugar: estaba en un pequeño habitáculo decorado sin ninguna duda por un interiorista invidente. Los colores predominantes y el poco mobiliario pugnaban entre sí por destacar su inefable estridencia, mas no le daría el placer a Zeus de disfrutar el primer día de mi desánimo.
Con esta pequeña reflexión caí en la cuenta de que además de mantener mi estupendo físico, mi orgullo estaba en la mejor de las formas. Poseedora de estas dos letales armas, mi humanidad sería un anecdótico y liviano paseo a todas luces memorable. Me incorporé a mi nueva vida con el convencimiento de que alguien como Zeus -que ocupa la mayor parte de su tiempo seduciendo Diosas y cándidas mortales-, no se ocuparía de mi bienestar ni de mi desdicha más de lo estrictamente necesario. A fin de cuentas, mi elegido exilio le serviría para dar rienda suelta a su infinita voluptuosidad.
Una sensación muy desagradable y desconocida para mí hasta ahora me apartó con violencia de mis pensamientos. Sentí un cosquilleo en la boca del estómago seguido de unas punzadas impertinentes y ¿dolorosas? inmediatamente debajo de mi ombligo. Después de observar a los mortales llorar y retorcerse de dolor, esto sin duda debía ser parecido. Apretando los dientes busqué a la carrera y con torpeza el cuarto de baño; me senté en lo que sería a partir de ahora lo más parecido a mi ya añorado trono olímpico y tuve la primera experiencia fisiológica de mi eternidad. Con curiosidad observaba un líquido casi incoloro fluyendo de mis entrañas; del alivio inicial pasé al pavor al comprobar que, poco a poco, tornaba a bermellón.
Una voz que desde ese mismo instante y para mi desgracia sería como mi propia sombra tronó en mi testa con una mordaz e insolente pregunta: