Relatos de Merodeador, con algún poema
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EL CAMARERO
El camarero
Merodeador
Llevaba unos días que no veía a Pepe, el camarero más eficiente de la cafetería, oía un pedido desde la otra esquina del local y de forma exacta lo ejecutaba sin olvidarse nada ni equivocarse, curioso en efecto pues al mantener esas pequeñas charlas superfluas sobre el tiempo, el fútbol o la noticia del día se mostraba duro de oído y había que subir la voz.
Era mayor y supuse que se habría retirado o jubilado, pero aun así pregunté por él; los nuevos camareros se rieron y cuchicheaban en su idioma, no les pude sacar nada, me daban la razón en todo, eso sí, pero ni puto caso. Al irme me percaté que el nombre de la cafetería lo habían cambiado, todo cambiaba a un ritmo vertiginoso.
Me puse a pasear por esa avenida comercial de toda la vida y se sucedían las sorpresas unas tras otras, sitios ya envejecidos se presentaban a mis ojos por primera vez, al pasar por delante de un escaparate se veía reflejado un señor que hacia mis mismos gestos y no era yo.
Merodeador
Llevaba unos días que no veía a Pepe, el camarero más eficiente de la cafetería, oía un pedido desde la otra esquina del local y de forma exacta lo ejecutaba sin olvidarse nada ni equivocarse, curioso en efecto pues al mantener esas pequeñas charlas superfluas sobre el tiempo, el fútbol o la noticia del día se mostraba duro de oído y había que subir la voz.
Era mayor y supuse que se habría retirado o jubilado, pero aun así pregunté por él; los nuevos camareros se rieron y cuchicheaban en su idioma, no les pude sacar nada, me daban la razón en todo, eso sí, pero ni puto caso. Al irme me percaté que el nombre de la cafetería lo habían cambiado, todo cambiaba a un ritmo vertiginoso.
Me puse a pasear por esa avenida comercial de toda la vida y se sucedían las sorpresas unas tras otras, sitios ya envejecidos se presentaban a mis ojos por primera vez, al pasar por delante de un escaparate se veía reflejado un señor que hacia mis mismos gestos y no era yo.
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EL TRABAJO
El Trabajo
Merodeador
Es viernes, lo se, pero para mi no lo es, ni mañana sábado ni después domingo. Las semanas se suceden una a otra sin el intermedio de descanso.
Tú me echaras en cara que viaje después días por ahí, que desaparezca de la gran ciudad. No me cambiaria por un oficinista de ocho a tres y de lunes a viernes, no lo haría, pero una cosa estoy seguro y es que mis padres y la sociedad me engaño desde chico.
Era un soniquete lo de hacerme un hombre de provecho y que el trabajo tal y pascual y que sin esfuerzo no se consigue nada.
Una mierda. El trabajo es una mierda. Es la esclavitud moderna. No existe verdadera libertad hasta que no puedas vivir sin trabajar, ya sea por que te sobren medios o porque te falten necesidades. Pensareis que menuda tontería, ya, pero es sencillo solo en el planteamiento.
Conclusiones rápidas, hay quien trabaja y quien no, luego hay esclavos y hombres libres. Claro que esclavos y libres tienen que existir al mismo tiempo, las necesidades marcan la esclavitud como necesaria para crear bienes y los libres de hecho no son necesarios, podrían no existir y todo funcionar igual, pero existen. Callado lo tienen si señor, como para no callárselo.
A mi me falta poco, no depende enteramente de mí, eso es una putada, pero esta casi al ochenta por ciento, un par de golpes de suerte y lo consigo, y sin rebajar las necesidades, que soy muy sibarita.
Pensároslo y callar, no comentarlo mucho, ah, una cosa es no trabajar y otra dejar de hacer cosas, la contemplación que bonita es ¡Dios! Y no veáis lo del ensimismamiento, eso es un arte y el pasear descalzo en otoño por la playa una delicia.
Me falta poco, ya lo he dicho pero solo al escribirlo ya me da placer. Siempre deseando que llegue el día.
Y mira por donde...
Merodeador
Es viernes, lo se, pero para mi no lo es, ni mañana sábado ni después domingo. Las semanas se suceden una a otra sin el intermedio de descanso.
Tú me echaras en cara que viaje después días por ahí, que desaparezca de la gran ciudad. No me cambiaria por un oficinista de ocho a tres y de lunes a viernes, no lo haría, pero una cosa estoy seguro y es que mis padres y la sociedad me engaño desde chico.
Era un soniquete lo de hacerme un hombre de provecho y que el trabajo tal y pascual y que sin esfuerzo no se consigue nada.
Una mierda. El trabajo es una mierda. Es la esclavitud moderna. No existe verdadera libertad hasta que no puedas vivir sin trabajar, ya sea por que te sobren medios o porque te falten necesidades. Pensareis que menuda tontería, ya, pero es sencillo solo en el planteamiento.
Conclusiones rápidas, hay quien trabaja y quien no, luego hay esclavos y hombres libres. Claro que esclavos y libres tienen que existir al mismo tiempo, las necesidades marcan la esclavitud como necesaria para crear bienes y los libres de hecho no son necesarios, podrían no existir y todo funcionar igual, pero existen. Callado lo tienen si señor, como para no callárselo.
A mi me falta poco, no depende enteramente de mí, eso es una putada, pero esta casi al ochenta por ciento, un par de golpes de suerte y lo consigo, y sin rebajar las necesidades, que soy muy sibarita.
Pensároslo y callar, no comentarlo mucho, ah, una cosa es no trabajar y otra dejar de hacer cosas, la contemplación que bonita es ¡Dios! Y no veáis lo del ensimismamiento, eso es un arte y el pasear descalzo en otoño por la playa una delicia.
Me falta poco, ya lo he dicho pero solo al escribirlo ya me da placer. Siempre deseando que llegue el día.
Y mira por donde...
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FELICIDAD
Felicidad
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Pasaste a mi lado y casi no te vi.
Me percataba de tu presencia cuando desaparecías. El giro de mi cabeza solo certificaba tu ausencia.
Algún detalle tuyo recuerdo: La primera vez que junto a mi hermano vi el mar, la risa de mamá, la luz en la explanada de tierra a mis cinco años estrenando aquel jersey blanco, ese primer roce de carne fresca en la noche....
Sí, pasaste a mi lado.
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Pasaste a mi lado y casi no te vi.
Me percataba de tu presencia cuando desaparecías. El giro de mi cabeza solo certificaba tu ausencia.
Algún detalle tuyo recuerdo: La primera vez que junto a mi hermano vi el mar, la risa de mamá, la luz en la explanada de tierra a mis cinco años estrenando aquel jersey blanco, ese primer roce de carne fresca en la noche....
Sí, pasaste a mi lado.
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FLOR
Flor
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Un niño se enamoro de la portera de una finca cercana a su casa. Todas las mañanas dejaba una flor de las macetas de su madre, en el portal de su amor, como ofrenda. Un día, sin colegio, se quedo en los alrededores para ver como recogía su flor y la olía.
No se hizo esperar, el centro de sus deseos salió, y con gracia felina dio una patada a la florecilla diciendo:
– ¡Como pille al que me llena el portal de mierda se va a enterar!
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Un niño se enamoro de la portera de una finca cercana a su casa. Todas las mañanas dejaba una flor de las macetas de su madre, en el portal de su amor, como ofrenda. Un día, sin colegio, se quedo en los alrededores para ver como recogía su flor y la olía.
No se hizo esperar, el centro de sus deseos salió, y con gracia felina dio una patada a la florecilla diciendo:
– ¡Como pille al que me llena el portal de mierda se va a enterar!
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GREGUERÍAS
Greguerías
Merodeador
Despierta horizonte que de tumbado te dolerá la espalda.
Luna pálida, mohína y gris toma el sol por la otra cara y báñate.
Ley injusta, gravedad, que siempre apuntas al mismo lado tu balanza trucada.
Las ventanas oscilo batientes cuando nadie las ve dan palmas.
La pluralidad informativa acuchilla la verdad en gajos.
Nunca seré otra persona, tú a mis ojos sí y viceversa.
Merodeador
Despierta horizonte que de tumbado te dolerá la espalda.
Luna pálida, mohína y gris toma el sol por la otra cara y báñate.
Ley injusta, gravedad, que siempre apuntas al mismo lado tu balanza trucada.
Las ventanas oscilo batientes cuando nadie las ve dan palmas.
La pluralidad informativa acuchilla la verdad en gajos.
Nunca seré otra persona, tú a mis ojos sí y viceversa.
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HUEVOS
Huevos
Merodeador
Pedí huevos con patatas fritas, el que vino a tomar la nota me miro con sorpresa, es lo que más me apetecía.
Cuando éramos pequeños, el día que cenábamos huevos con patatas, plato estrella de mi neurótica madre, era una noche de alegría y se convertía en una fiesta.
Los tres hermanos inventábamos cada vez buscar una manera diferente para comerlos, en un alarde de mi escasa imaginación, pues era el mas torpe, encontré mi formula magistral.
Consistía en hacer pequeñas bolitas con la miga del pan e ir introduciéndolas en la yema.
En un principio parece una tarea fácil, pero no, hay que romper la yema en su parte superior el tamaño justo para que no se salga y al mismo tiempo poder introducir esas pequeñas bolas de miga.
Requirió por mi parte de muchos intentos, acompañados siempre con las risas de mis hermanos.
La miga al poco tiempo se esponja y absorbe parte de la yema, la que le toca, así poco a poco lo que era semilíquido se va convirtiendo en una masa amarilla y sólida, de la solidez de un bizcocho borracho, pero sólida.
Ya solo quedaba comerlo, empezaba con cuchillo y tenedor por la clara ya fría y lo hacia en círculos aproximándome cada vez más al centro, al meollo. Lo que tanto me costo fabricar era el final apoteósico.
Ahora cuando me queda solo esta noche de vida todavía me relamo de solo pensarlo.
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Pedí huevos con patatas fritas, el que vino a tomar la nota me miro con sorpresa, es lo que más me apetecía.
Cuando éramos pequeños, el día que cenábamos huevos con patatas, plato estrella de mi neurótica madre, era una noche de alegría y se convertía en una fiesta.
Los tres hermanos inventábamos cada vez buscar una manera diferente para comerlos, en un alarde de mi escasa imaginación, pues era el mas torpe, encontré mi formula magistral.
Consistía en hacer pequeñas bolitas con la miga del pan e ir introduciéndolas en la yema.
En un principio parece una tarea fácil, pero no, hay que romper la yema en su parte superior el tamaño justo para que no se salga y al mismo tiempo poder introducir esas pequeñas bolas de miga.
Requirió por mi parte de muchos intentos, acompañados siempre con las risas de mis hermanos.
La miga al poco tiempo se esponja y absorbe parte de la yema, la que le toca, así poco a poco lo que era semilíquido se va convirtiendo en una masa amarilla y sólida, de la solidez de un bizcocho borracho, pero sólida.
Ya solo quedaba comerlo, empezaba con cuchillo y tenedor por la clara ya fría y lo hacia en círculos aproximándome cada vez más al centro, al meollo. Lo que tanto me costo fabricar era el final apoteósico.
Ahora cuando me queda solo esta noche de vida todavía me relamo de solo pensarlo.
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LETRAS, PALABRAS...
Letras, palabras...
Merodeador
Letras, palabras, unas tienen un mundo detrás, otras un gesto, otras nada sólo enganches, mecanismos y engranajes que las aúnan. Los verbos son, así de sencillo, son, y como dioses accionan y dan vida a los gestos, los mundos y engranajes.
Pensamientos e ideas se agrupan, las palabras se encajan y acomodan. En discusiones las palabras se atrincheran y las interjecciones se lanzan con catapulta contra el ego adversario.
Canciones de cuna, palabras que se quedan grabadas dentro, palabras de madre con ritmo de corazón.
Letras, palabras, frases, ideas, trincheras, canción de cuna y corazón.
Letras, palabras, que levantan por décadas muros de silencio y agonía. Otras en la traición anidan cual cuchillas que cercenan la garganta y enmudecen a la víctima.
Tristes palabras al pie de tumbas, de despedida, que junto a las lágrimas que riegan los cipreses, apuntan al cielo culpable de las preguntas sin respuesta.
Letras de formulación aviesa que en su conjura en palabra: dolor profesan, magia negra de tinta oscura.
Amontonadas en un papel sellado y rubricado, son balas de despedida, sentencias de muerte. Letras asesinas.
Letras, palabras, dímelas bajito, subiendo una a una a los vagones del tren de un susurro, acércate, rompe la distancia, córtala, que el movimiento de tus labios dirija el aire que impulsan tus pulmones sin necesidad de esfuerzo a mi oído, así de cerca, notando el roce de tu boca, no me harán daño las palabras, oiré solo la música armoniosa de tu voz.
Ya conocía los datos, las medidas, lo que fue antes, el cómo y el porqué, que más da, lo necesitaba así, de tu boca, unidos a las palabras los sentimientos y silencios.
Letras, palabras...
Merodeador
Letras, palabras, unas tienen un mundo detrás, otras un gesto, otras nada sólo enganches, mecanismos y engranajes que las aúnan. Los verbos son, así de sencillo, son, y como dioses accionan y dan vida a los gestos, los mundos y engranajes.
Pensamientos e ideas se agrupan, las palabras se encajan y acomodan. En discusiones las palabras se atrincheran y las interjecciones se lanzan con catapulta contra el ego adversario.
Canciones de cuna, palabras que se quedan grabadas dentro, palabras de madre con ritmo de corazón.
Letras, palabras, frases, ideas, trincheras, canción de cuna y corazón.
Letras, palabras, que levantan por décadas muros de silencio y agonía. Otras en la traición anidan cual cuchillas que cercenan la garganta y enmudecen a la víctima.
Tristes palabras al pie de tumbas, de despedida, que junto a las lágrimas que riegan los cipreses, apuntan al cielo culpable de las preguntas sin respuesta.
Letras de formulación aviesa que en su conjura en palabra: dolor profesan, magia negra de tinta oscura.
Amontonadas en un papel sellado y rubricado, son balas de despedida, sentencias de muerte. Letras asesinas.
Letras, palabras, dímelas bajito, subiendo una a una a los vagones del tren de un susurro, acércate, rompe la distancia, córtala, que el movimiento de tus labios dirija el aire que impulsan tus pulmones sin necesidad de esfuerzo a mi oído, así de cerca, notando el roce de tu boca, no me harán daño las palabras, oiré solo la música armoniosa de tu voz.
Ya conocía los datos, las medidas, lo que fue antes, el cómo y el porqué, que más da, lo necesitaba así, de tu boca, unidos a las palabras los sentimientos y silencios.
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LLORO
Lloro
Merodeador
Muero todos los días, con cada duda muero, el camino que no tomo se me cierra.
Lloro por las noches, me harto a llorar. No quiero que me vea. En mi corazón se forma un bosque de altas penas y abajo en la oscuridad lloro.
Me duele la cabeza por la mañana, noto la fuerza que creció con el corto sueño regado con agua y sal. Soy fuerte.
También me duele el amar deprisa, sin tiempo. Nos abrazamos en el pasillo, nos besamos sin ton ni son y apartamos nuestras miradas. Lloramos a escondidas.
El amor me duele.
Me duele también pensar que no podré ver crecer a los hijos que no he tenido. Un portazo reventó mis labios y mi nariz aplastándolos como una magdalena de un pisotón.
Son tonterías las que me agarrotan la garganta cuando menos me lo espero, solo pensar en como podarán el año que viene los árboles de mi calle, o ver florecer del manzano de mi terraza. Cosas que marcaran un tiempo que no existirá.
Fuerte, firme, celebro los días, amarrados a mi puerto procuro que los barcos queridos y amados solo se balancean en estos días de mar picada. Pero las noches ¡ay las noches! noches con miedo a los sueños. Por la noche y solo no hay puerto ni amarre, en las noches las olas me destrozan contra las afiladas rocas de la realidad... y lloro.
Merodeador
Muero todos los días, con cada duda muero, el camino que no tomo se me cierra.
Lloro por las noches, me harto a llorar. No quiero que me vea. En mi corazón se forma un bosque de altas penas y abajo en la oscuridad lloro.
Me duele la cabeza por la mañana, noto la fuerza que creció con el corto sueño regado con agua y sal. Soy fuerte.
También me duele el amar deprisa, sin tiempo. Nos abrazamos en el pasillo, nos besamos sin ton ni son y apartamos nuestras miradas. Lloramos a escondidas.
El amor me duele.
Me duele también pensar que no podré ver crecer a los hijos que no he tenido. Un portazo reventó mis labios y mi nariz aplastándolos como una magdalena de un pisotón.
Son tonterías las que me agarrotan la garganta cuando menos me lo espero, solo pensar en como podarán el año que viene los árboles de mi calle, o ver florecer del manzano de mi terraza. Cosas que marcaran un tiempo que no existirá.
Fuerte, firme, celebro los días, amarrados a mi puerto procuro que los barcos queridos y amados solo se balancean en estos días de mar picada. Pero las noches ¡ay las noches! noches con miedo a los sueños. Por la noche y solo no hay puerto ni amarre, en las noches las olas me destrozan contra las afiladas rocas de la realidad... y lloro.
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LUCIA
Lucia
Merodeador
Borracho tropecé
tal era mi ceguera
con tan mala suerte
que aparte de hocicar
me dejó una cojera.
Eran días que rondaba
a una moza resalada
que al verme llegar
risas y puyas tiraba
sobre mi nueva cojera.
Lucia era su nombre
y a su nombre hacia gala
componiendo estas letras
que con soltura cantaba:
"Cojito ven a bailar
que con ese movimiento
nunca aburrida estaré
y me harás disfrutar
del primero hasta el ciento"
A lo que yo contestaba:
"El primero no ha venido
el segundo llegará
si tanto gusto le doy
el ciento estará vencido
si el primero empieza hoy"
Entre chanzas y requiebros
la dama me engatusaba
y yo bien que me dejaba
retozar entre sus brazos
como corderito manso
que a lobo nunca llegaba.
Merodeador
Borracho tropecé
tal era mi ceguera
con tan mala suerte
que aparte de hocicar
me dejó una cojera.
Eran días que rondaba
a una moza resalada
que al verme llegar
risas y puyas tiraba
sobre mi nueva cojera.
Lucia era su nombre
y a su nombre hacia gala
componiendo estas letras
que con soltura cantaba:
"Cojito ven a bailar
que con ese movimiento
nunca aburrida estaré
y me harás disfrutar
del primero hasta el ciento"
A lo que yo contestaba:
"El primero no ha venido
el segundo llegará
si tanto gusto le doy
el ciento estará vencido
si el primero empieza hoy"
Entre chanzas y requiebros
la dama me engatusaba
y yo bien que me dejaba
retozar entre sus brazos
como corderito manso
que a lobo nunca llegaba.
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LUZ, MOSCA Y ESTACIONES
Luz, mosca y estaciones
Merodeador
El rayo de luz recorría la minúscula celda de mi confinamiento, a falta de reloj servía como pauta para calcular el paso del tiempo y las estaciones.
Quedaban suspendidas en esa luz partículas de polvo de comportamiento errático, y en su observación me ensimismaba llegándoseme a agarrotar el cuello con dolorosas consecuencias.
Las penas con el dolor no se solapan, se hacen montañas redondeadas con pliegues de formación, como rollos de brazos de gitano, ensanchando el volumen y desgarrando el alma que las contienen.
El cuarto es aséptico, de cerámica el suelo, techo y paredes, en medio un sumidero por donde escapa el agua que a presión sirve para su limpieza y la mía una vez por semana.
La mosca entró el verano pasado, duró dos días, también a ella le gustaba el rayo de luz, su sombra se reflejaba, creando en la pared, escenas increíbles que mi imaginación transformaba en delirantes secuencias de películas de fantasía. Se alistó a la marina en la última limpieza.
Han instalado una bombilla eléctrica. La deben tener encendida durante el día. Ya no existen estaciones.
Merodeador
El rayo de luz recorría la minúscula celda de mi confinamiento, a falta de reloj servía como pauta para calcular el paso del tiempo y las estaciones.
Quedaban suspendidas en esa luz partículas de polvo de comportamiento errático, y en su observación me ensimismaba llegándoseme a agarrotar el cuello con dolorosas consecuencias.
Las penas con el dolor no se solapan, se hacen montañas redondeadas con pliegues de formación, como rollos de brazos de gitano, ensanchando el volumen y desgarrando el alma que las contienen.
El cuarto es aséptico, de cerámica el suelo, techo y paredes, en medio un sumidero por donde escapa el agua que a presión sirve para su limpieza y la mía una vez por semana.
La mosca entró el verano pasado, duró dos días, también a ella le gustaba el rayo de luz, su sombra se reflejaba, creando en la pared, escenas increíbles que mi imaginación transformaba en delirantes secuencias de películas de fantasía. Se alistó a la marina en la última limpieza.
Han instalado una bombilla eléctrica. La deben tener encendida durante el día. Ya no existen estaciones.
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