Sr Verde: Perdone.
Sr Bermejo: Queda usted perdonado, caballero.
Sr Verde: No, si sólo quería…
Sr Bermejo: Ah, querer, esa ya es una cuestión más complicada. Es el querer lo que trae la perdición al bípedo.
Sr Verde: Cierto, deberían crear un cuerpo de policía volitiva.
Sr Bermejo: (asertivo) Es una pena que seamos esclavos de nuestras propias pasiones. Con lo que podríamos dar de sí.
Sr Verde: Eso era lo que siempre decía mi abuelo. Un señor muy serio.
Sr Bermejo: No me cabe duda viéndolo a usted.
Sr Verde: Me honra con ese comentario.
Sr Bermejo: Nada más lejos de mi intención.
Sr Verde: ¿Sabe usted que mi abuelo estuvo en Cuba? (Meditativo) Lejano destino.
Sr Bermejo: Gran tierra.
Sr Verde: Y mejores personas
Sr Bermejo: Es una pena que coja tan lejos. Si hay algo en este mundo que me dé más pereza que las clases de solfeo, son los vuelos transatlánticos.
Sr Verde: Yo una vez estudié piano.
Sr Bermejo: Y yo llegué hasta la puerta de un aeropuerto, pero tuve que volverme a casa.
Sr Verde: ¿Un ataque de pereza?
Sr Bermejo: Efectivamente. Me horrorizó pensarme en una cabina sobrevolando ciudades en las que no venía indicado el nombre como en los mapas.
Sr Verde: A mi me ponía los pelos de punta Bartok.
Sr Bermejo: Veo que también es usted perspicaz.
Sr Verde: Eso es lo que le digo siempre a mis hijos: (instructivo) sed perspicaces, hijos míos, que uno no sabe lo que se puede encontrar en los andenes del metro.
Sr Bermejo: Es difícil educar desde la infancia.
Sr Verde: No le falta a usted razón. ¿Tiene usted hijos?
Sr Bermejo: No, pero estoy dispuesto a adoptar hasta cinco pequeños inuits.
Sr Verde: Entonces sabrá usted cuán difícil es instruir a un prepúber.
Sr Bermejo: En mi caso fue imposible. Decenas de institutrices decidieron arrojarse por la ventana antes que seguir enseñándome los rudimentos de nuestra cultura.
Sr Verde: Debe ser duro ver cómo tu institutriz pierde la vida.
Sr Bermejo: Y en acto de servicio.
Sr Verde: (asqueroso) Calle, calle, que me está dando dentera.
Sr Bermejo: No hubo manera. Hasta bien entrada la pubertad fui incapaz de distinguir entre los Nabateos y los Cananeos.
Sr Verde: Yo siempre he estado muy a favor de los Nabateos.
Sr Bermejo: No me extraña, es que no hay color entre unos y otros.
Sr Verde: ¿Sabe lo que le digo? Tengo sueltos un par de millones de Lei, le invito a achicoria.
Sr Bermejo: Mientras que no la ensucie con leche, estaré encantado de aceptar su invitación.
(Y salieron cogidos del brazo como dos beatas un viernes de adviento).
Paranoia (terza)
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Como ver a Platón y Aristóteles haciendo un 69 disfrazados de la patrulla canina.
Ramón, Telephono roto 2020.
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