BARNA

[wendigo]

Yo hago unas focaccias de receta propia con fermentación doble (primero una biga con una pizca de masa madre 2-3 días, luego con levadura) bastante cojonutis, la verdaz.

Luego no siempre tengo chacinas ricas italianas que echarle, claro.

[poshol na]

Send tuppers

[Criadillas]

Culebrón curioso que desconocía:

Reabre el Pinotxo de La Boquería, pero con historia incómoda detrás...

https://12ft.io/proxy?q=https%3A%2F%2Fe ... arrio.html

Yo la última vez que estuve, me tomé unas chipirones con alubiar riquísimos. Como muy fan de las barras de los mercados, estas noticias me reconcilian un poco con el presente de la hostelería, cada vez más tendente a franquiciarse y a caer en manos de empresarios dudosos y gentrificadores.

[Criadillas]

Pizzerías guapas en Barna (por el Iturriaga bueno):

https://elpais.com/gastronomia/el-comid ... liana.html

[wendigo]

Fan total de las pizzerías napolitanas llenas de iconografía del pelusa.

[Dolordebarriga]

En la asquerosamente melosa kDD de ayer, San Gordon fue debidamente honrado con la preceptiva ingesta de cocretas y torreznos, quedaros tranquilos. Por lo demás, somos unos melosos de mierda que deberíamos ser baneados del antiguo PH. Ahora somos entes de amor.

[Ruttiger]

Eran las siete de la tarde y los centíficos de l'observatori Fabra en el Tibidabo entraron en pánico. Mientras que todos los sismógrafos, barómetros, espectómetros, termómetros y tacómetros se mantenían impasibles en su rutinez mediterránea habitual, en una esquina de la cúpula, aquel cachivache que llevaba impasible desde su desprecintaje y desembalaje allá por años de la Barcelona preolímpica, de repente comenzó a parpadear luces alarmantes al compás de una siniestra sirena que aullaba problemas. El visor del bellezómetro, eficazmente diseñado para captar la radiación hamigazmma en las capas bajas de la atmósfera marcaba una inusual concentración de partículas de torrezno por milímetro cúbico de aire que cuadriplicaba la media. De inmediato, la carretera de Collserola se colapsó por el tráfico inusual de ingenieros de guardia que se precipitaban en masa hacia el observatorio, unos para convertirse en testigos presenciales de aquel momento histórico para la ciencia, otros, más escépticos, para tratar de reparar el aparato que, sin duda, tenía que estar estropeado, aquellas mediciones tenían que haber sido evidentemente adulteradas.

No muy lejos de allí, en el barrio del Poble Nou, en una de las terrazas más afortunadas de la costa catalana el melosismo se materializó en una de las mayores concentraciones de ceja despeinada e hiperpoblada de toda la Europa no aragonesa, haciendo realidad los más húmedos sueños de cualquier yayo rezongón, adolescente pajillero o perra salchicha en celo que por allá pudiera deambular atraída por el inconfundible golor a pheromona obesamente phorera que allí se expelía.

Hubo inmolaciones de cocretas, hubo ríos de torreznos, albóndigas en carretilla, tortillas que habrían hecho llorar de orgullo paternofilial al Santo Gordo, montañas de lacón en despliegue sofónico y socrático, deforestaciones oceánicas de pescaítos fritos y productos interiores brutos de países medianos de pamtumaca.

Pero sobre todo, hubieron hamor, belleza freática, lorza hiperbólica, simpatía cringe, melosismo diabético, Keanu Reeves protagonizando humedades y la luminosísimamente plateada melena del teteh concentrando toda la luz del multiverso libre en supernova de carisma, gallardía y ultrahermosura. Por suerte no vino Macló, si no el universo habría implosionado del stendalazo.

[Dolordebarriga]

¡¡¡Bonicos vosotros!!! Me encantó volveros a ver. Y conocer, por fin, a Samuradi. Al que continuaré mandando a la mierda, por supuesto, cada vez que se ponga de señor gris mayor hablando de anime. al resto, por supuesto, también me encanto verlos y compartir con ellos los torreznos y las concretas.

[poshol na]

Eran las siete de la tarde y los centíficos de l'observatori Fabra en el Tibidabo entraron en pánico. Mientras que todos los sismógrafos, barómetros, espectómetros, termómetros y tacómetros se mantenían impasibles en su rutinez mediterránea habitual, en una esquina de la cúpula, aquel cachivache que llevaba impasible desde su desprecintaje y desembalaje allá por años de la Barcelona preolímpica, de repente comenzó a parpadear luces alarmantes al compás de una siniestra sirena que aullaba problemas. El visor del bellezómetro, eficazmente diseñado para captar la radiación hamigazmma en las capas bajas de la atmósfera marcaba una inusual concentración de partículas de torrezno por milímetro cúbico de aire que cuadriplicaba la media. De inmediato, la carretera de Collserola se colapsó por el tráfico inusual de ingenieros de guardia que se precipitaban en masa hacia el observatorio, unos para convertirse en testigos presenciales de aquel momento histórico para la ciencia, otros, más escépticos, para tratar de reparar el aparato que, sin duda, tenía que estar estropeado, aquellas mediciones tenían que haber sido evidentemente adulteradas.

No muy lejos de allí, en el barrio del Poble Nou, en una de las terrazas más afortunadas de la costa catalana el melosismo se materializó en una de las mayores concentraciones de ceja despeinada e hiperpoblada de toda la Europa no aragonesa, haciendo realidad los más húmedos sueños de cualquier yayo rezongón, adolescente pajillero o perra salchicha en celo que por allá pudiera deambular atraída por el inconfundible golor a pheromona obesamente phorera que allí se expelía.

Hubo inmolaciones de cocretas, hubo ríos de torreznos, albóndigas en carretilla, tortillas que habrían hecho llorar de orgullo paternofilial al Santo Gordo, montañas de lacón en despliegue sofónico y socrático, deforestaciones oceánicas de pescaítos fritos y productos interiores brutos de países medianos de pamtumaca.

Pero sobre todo, hubieron hamor, belleza freática, lorza hiperbólica, simpatía cringe, melosismo diabético, Keanu Reeves protagonizando humedades y la luminosísimamente plateada melena del teteh concentrando toda la luz del multiverso libre en supernova de carisma, gallardía y ultrahermosura. Por suerte no vino Macló, si no el universo habría implosionado del stendalazo.

Hubo.

Aparte de eso, me parece fatal que no se pidiera queso.

[Ruttiger]

Habrieron.

A mí también, me quedé con hambre y en cuanto me despedí de vosotros fui a comerme un par de kebabs.