Esto me ha hecho reflexionar sobre la importancia que el rosa ha tenido en mi vida.

Gastronómicamente hablando. Siempre fui fan de los Palotes, y saboreaba con deleite cada Petit Suisse que me endiñaba. Un chicle Bang-bang de fresa siempre era bienvenido, y el día que estos faltaron me pasé al Boomer. Es ver un puesto de algodón de azúcar en la feria y hacerseme el culillo pesicola. Me comía las nubes a docenas, lo cual siempre ha sido una ventaja, porque en la tienda de chuches cobraban a peso y a mí me costaba menos una bolsarra de nubes que a otro dos regalices de las gordacas.
En fin hamigos, si no fuera porque odio la salsa rosa, ahora mismo me estaría preocupando seriamente.
*Pero yo no era tan pringada como para comprar para los demás, además, yo era de las que mordían del pastelito ajeno, muaaahahahahaha!