Rick Mahorn repartía hostias como panes, y que no lo sepas te deshonra como persona y te reafirma como charnego incapaz.
Aquí, enseñándole a MJ que sus vuelos no tenían validez sobre el espacio aéreo de MahornCuando ya terminó por pegarle a todos los NBA's, se hizo asistente de un equipo WNBA. Ahora zurra a negras feas y peludas.

Al otro, John Brisker, es bastante más normal que no lo conozcas.

Pero su historia es tan GRANDE, que terminarás por besar mi negro culo por haberte enseñado el camino hacia su jodida luz.
De nada.Podría escribir yo algo, pero es que el relato del amigo G. Vázquez es cojonudo, y prefiero que te quedes tal cual con él.
No me resisto a copiapstear este pedazo de gloria:
Uno de los episodios nunca relatados en toda su extensión, por citar no más que otro ejemplo, lo protagonizó en diciembre del 71 en un partido ante los Rockets. A los dos minutos de juego fue expulsado por propinar un brutal codazo a su par, el alero blanco -Brisker era declaradamente racista- Art Becker. Cuando Earl Strom hizo sonar el silbato que decretaba su expulsión Brisker corrió de nuevo hacia Becker y logró volver a golpearle. Acto seguido ambos banquillos al completo saltaron a pista pero la intención de los Condors, de sus propios compañeros, era detener a Brisker, de quien sabían que era capaz de cometer lo peor. Consiguieron detenerle y a duras penas largarlo de allí. Pero antes de llegar a vestuarios Brisker logró zafarse de sus captores y regresó a pista logrando alcanzar de nuevo la posición de Becker, que ya se disponía a lanzar los tiros libres. La policía irrumpió de inmediato en la pista llevándose a Brisker detenido ante la perpleja mirada de los no más de millar y medio de espectadores del Civic. Se insiste. No se habían cumplido ni dos minutos de juego. En octubre ya había sido arrestado por agredir a un taxista. Dos de los tres policías que lo redujeron tuvieron que ser hospitalizados.