Por si acaso a alguno se os ha escapado:
Mateu Lahoz (exárbitro de fama, en mi opinión, algo inmerecida pero al que no se le puede negar su inteligencia a la hora de labrarse un estatus de estrellita de lo suyo), una vez retirado, se ha convertido en una mezcla (insoportable) de Mesías del arbitraje venido a más (por él mismo) e intento de azotador de la Cúpula arbitral actual, a la que acusa de muchas cosas sin concretar nunca, y contra la que arroja piedra siempre que puede, extendiendo la sospecha de corrupción pasada y puede que presente, pero escondiendo luego la mano como el cobarde que tiene toda la pinta de ser.
El caso es que lleva unos meses colaborando con varios medios como asesor arbitral durante partidos. Yo por fortuna tan solo lo he escuchado en una intervención que hizo hace unos meses en el Partidazo, y durante la cual acabó teniendo una movida buena con Fouto (cómo no), acusándose mutuamente de cosas variadas (estuvo díver por el salseo), pero ya digo que no lo aguanto.
Bueno, pues me ha sorprendido un poco que, tras la última movida de Mateu contra el CTA actual, nada menos que Relaño (que no es demasiado sospechoso de defender varios aspectos de ese colectivo, y que incluso fue el que se inventó en su día el término "Villarato"), ayer le pegó TAL HOSTIA a Mateu, que creo que el extrencilla (RANCIOFACT TM) todavía está buscándose los dientes.
El artículo, aquí mismo:
https://as.com/opinion/mateu-eleva-el-h ... la-uefa-n/
Lo copipasteo con una escalera de 12 pies:
Hace tiempo que no soporto a Mateu Lahoz. Llegué al punto de ahorrarme los partidos que él arbitrara, lo que me llevó a perderme, por ejemplo, el Argentina-Holanda de Qatar, en el que, según supe luego, se lució de lo lindo. Nunca aguanté a los árbitros que, pocos por fortuna, parece que si fueran de chocolate se comerían a sí mismos, como decía mi amigo Robin. Lahoz fue de esos. Postureo continuo, colegueo con los jugadores ante las cámaras, colocarse en el pasillo para aplaudir al campeón, un autoentierro, gimoteando con su familia, en su último partido en Mallorca. Celebré su retirada como un alivio.
Desgraciadamente, su narcisismo se resiste al anonimato. Tuvo la suerte de que Movistar le contratara y desde allí lanza (me cuentan, yo me las ahorro) unas homilías sin sentido que, esto me lo figuro, empiezan a hartar en la casa, que va difuminando discretamente su papel. Ahora ha sacado el cuello soltando en la COPE que, vía Velasco Carballo, medran más ante la UEFA los que fueron clientes del hijo de Enríquez Negreira, lo que ha provocado el consiguiente revuelo. Mentar la soga en casa del ahorcado es lo peor que puede hacerse. Nuestro arbitraje pena por un pecado colectivo que nunca se podrá quitar y él lo invoca para lucirse.
Mal paso. Una cosa es el desastre que hemos vivido aquí, al que ningún árbitro de la época, ni él ni Clos Gómez, por muchos moños que ahora se ponga (fue el de las célebres 13 quejas de Mourinho el día del Sevilla), ha respondido con la firmeza y la claridad que el caso exigía sino con una oscura ‘omertá’, y otra que este insufrible petulante extienda nuestra mierda a la competición estrella de la UEFA. Para empezar, Velasco Carballo no fue cliente del niño. Para seguir, Mateu medró tanto o más que nadie en aquel siniestro periodo. Para finalizar, este gallinero que ha despertado no hace sino contribuir al descrédito de su colectivo.
Hubiera estado guapo tener a Gordaño en el pósting. Vaya derechazos locos que pega el cabrón.