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Grant Morrison- Frank Quitely
Si hace algunos días criticaba duramente esa especie de montón de fuegos artificiales vacíos entre un guionista que chochea prematuramente, y un dibujante que no está a la altura de la narración porque quizás no lo estuvo ni en sus mejores tiempos que fue el ALL STAR BATMAN & ROBIN, hoy sólo vais a leer halagos.
Siempre recordaré como de niño esas historias surrealistas de Superman que Novaro recopilaba en tomos magníficos de unas 300 páginas, me encandilaban, divertían y a veces mosqueaban por su surrealismo o su facilidad para desvirtuar lo que yo creía “oficial” en la historia de Superman. Y es que yo crecí maravillado por una historia cinematográfica, SUPERMAN II (la primera entrega la vería después incluso de SUPERMAN III), y cuando leía que ya de adolescente, superman había sido Superboy, no terminaba de encajar en mi cabecita, que, a pesar de devorar cómics, estaba más acostumbrada a la cotidianidad y cierta conexión con la realidad de los tebeos Marvel, que a las hazañas surrealistas y cargadas de fantasía que habían vivido los personajes de DC cómics hasta los años 80.
El otro día comencé la lectura de ALL-STAR SUPERMAN creyendo que releería por enésima vez el origen del hombre de acero, y, pasadas unas pocas páginas, me sorprendí maravillado igual que de niño asistí boquiabierto a todas esas historietas cortas de Superman, Smalville, Lois Lane, el compañero de fatigas de superman Jimmy Olsen, científicos locos y monstruos gigantes…
La historia de este tomo (que contiene los 12 números originales) es tan sencilla aparentemente, como los tebeos antiguos, pero es tan compleja y bien hilvanada como sólo el guionista escocés sabría hacer. No voy a revelar nada de la historia, y os recomiendo leerla sin siquiera leer la contraportada del libro.
Los elementos utilizados por Grant Morrison recuerdan muchísimo a esas historias a las que me he referido al principio, surrealistas, demasiado fantasiosas, con robots gigantes o monstruos devoradores de soles, con superperros (atentos a lo del palo en smalville), con una fortaleza de la soledad poblada por robots y máquinas imposibles con las que superman recrea universos sólo para hacer pequeñas comprobaciones, relojes de supercompañero en la muñeca de Jimmy Olsen, elementos en general que parecen caducos y obsoletos para los lectores maduros de hoy en día, pero que en manos de Morrison se convierten en agradables cabos a los que agarrarnos para escapar de la oscuridad y de una realidad que ya sentimos demasiado a menudo en nuestra piel como para leerla en un tebeo de un tipo con capa roja y superpoderes. Lo que pasa, es que lo que en su día eran historias y situaciones inconexas escritas por varios guionistas que trataban de sorprender cada dos por tres sacando personajes raros de otras dimensiones, nuevos villanos y poderes, esta vez son una elaborada re imaginación de aquellas historias, pero con un hilo argumental que les da sentido y origen común a todas.
Como digo, y sin revelar nada, una preciosa historia de Superman, probablemente una de las mejor escritas y pensadas para perdurar más allá de modas y “crisis” de esas que DC ahora nos regala una por año.
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El dibujo de Frank Quitely es todo un prodigio, y a la historia le va como ningún otro creo que hubiera podido encajar. Su capacidad para recrear los mundos, decorados y monstruos que parecen tan sencillos y absurdos si sólo los leyéramos, toman forma en la mejor complementación guión-dibujo que he visto en mucho tiempo. Lois Lane retrotrae mi memoria a las historietas surrealistas y sexys de Manara, las primeras escenas del cómic son una delicia, por mí Lois podría haberse pasado medio tomo deambulando semidesnuda por las dependencas de la futurista y extraña Fortaleza de la soledad, y los aciertos en la decoración y ambientación del cómic son tantos que leyéndo este All Star no podía evitar pensar que este Superman podría haber sido serializado en la revista Zona 84 hace unos años, y gráficamente supera a obras de Moebius o Corben sin dejar de rendirles tributo en cada momento. Creo que nunca habréis leído un Superman tan con sabor europeo como este.
Mención a parte, el maravilloso trabajo de elaboración gráfica del personaje de Clark Kent, sin utilizar trucos baratos de dibujante que pretende deslumbrar con aparentes dotes para la anatomía como Ed McGuinnes ó Jim Lee, pero que luego son incapaces de dibujar las arrugas de una camisa normal, ó personas de todo tipo de complexiones. Quitely les da una auténtica lección a TODOS los dibujantes que han pasado por el hombre de acero, y nos demuestra lo fácilmente que un tipo enorme, encorvándose un poco y sacando tripa, pueda distanciarse de la visión que los que le rodean tienen de Superman. Ese Clark Kent es Superman, pero a nadie que viva 24 horas junto a ese torpe gigantesco que saca hasta papada relajándo la cara, podría convencérsele de la verdad ni arrancándose la camisa y desvelando la gran “S” de su pecho.
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