pH, más que hamor, frensi.

Y la pornochacha.


Toma.

Lo del cambio de historias y personajes está confirmado, por ahora lo que no se sabe es que actores en otro papel. Con una excepción. La Lange no se baja del carro ni jarta vino.

Los créditos son lo único con un mínimo sentido en toda la serie. Al fin y al cabo, ocurre un poco como True Blood, que tiene unos créditos de serie cojonuda. Y luego es, pues eso, True Blood.

American va un paso más allá. Llega un momento en el que tienes que desconectar tu cerebro para poder verla y no sentir una punzada de vergüencica ajena. Que eso ocurra, más menos, a los cinco minutos del piloto indica lo grande, GRANDE, que es esta serie. Que si, que la Lange está inmensa y tiene escenas que parecen rodadas única y exclusivamente para que le den un emmy (como la de la peluquería, en el último capítulo). Y hay algunos otros actores que realmente están al nivel, ya sea serio o descacharrante de la serie. Pero lo que mola, lo que al final a uno le deja con ganas de más, es el descacharrante carrusel en el que se convierte la serie por momentos.

¿Qué no tiene sentido alguno la trama? Qué más da, si sale el Papa.

¿Qué continuamente se van dejando cabos sueltos? Pues a quién le importa que durante días se pueda quedar la furgoneta del exterminador en la calle cuando uno tiene un traje de cuero andando sólo por la casa más majo que las pesetas.

¿Qué roba escena tras escena y motivo tras motivo de los clásicos de terror de toda la vida? Eh, qué más da, cuanto tienes a Connie Britton comiéndose un serebro crudo tan pancha.

¿Qué muchas veces da la impresión de buscar lo morboso y lo grotesco de una manera tan exagerada que queda chabacano y casi infantil? Pues yo le habría dado un papel más protagonista a la pelirroja. Y espero que para la próxima temporada la mantengan, fichen a Paz de la Huerta y terminen incluyendo una escena lesbica aun más gloriosa.

¿Qué un marciano que viera la serie en su planeta terminaría considerando que los humanos no deberían relacionarse los unos con los otros, bajo ningún concepto? ¡Qué importa! ¡Si uno de los más delirantes personajes termina afirmando que los hispánicos europeos somos tremendamente superiores al resto!

Y fijate, llevo un tocho ya curioso y aún no he hablado del más mejor de todos: El peor psicólogo de la historia de la televisión, capaz en cada capítulo de dar frases para el recuerdo (guionitas enzarpados, fijo) y momentos de ascopena actoril.

Lo increible, lo que es para pegarse un tiro, es que la nominaran al Globo de Oro a mejor serie dramática. Primero, porque ni de coña. Segundo, porque deberían haberle dado un Globo de Oro directamente. Sin categoría, premio sin más. Una serie tan penosamente fantástica se merece todo lo mejor.