Criadillas escribió:De toda la vida a los karaokes se va a cantar "Rock the night" (guatduyugoooonnn!!!) agarrado a dos amigos feos (nunca a tías, las cosas son así) y melenudos borrachos y tirando media copa de wisky sobre el enfervorizado público compuesto de indeseables y warrillas peligrosas.
Pues precisamente de eso trata el antikaraoke. De hecho, hay una canción cada noche en la que es la anfitriona quien vacía una botella de Jack Daniels sobre el respetable.
La fusión del conceptismo y el culteranismo tecleó:
Anda y que den por el culo con la mierda diarrética esa que blasfemas por tu orificio vocal.
Pues resulta que Tarantino ha amañado vilmente las votaciones, concediendo el premio a mejor película a su ex chochito, la cursilánime pedorra hija de Coppola, y a mejor guión y dirección al Gordo.
Ya este último contaba en una entrevista en Canal + que Tarantino había estado a punto de practicarle una fellatio en mitad de una cena que se dieron en Donosti. Que si me entusiasma España, Jess Franco y tus películas; son la risión; igual un día te plagio un poco para darte a conocer en las américas. Etcétera. De la Iglesia apenas podía contener la emoción; pero no por las lamidas de escroto, sino porque a la pregunta "¿vas a comerte ese último bistec?" (pregunta que llevaba parpadeando luminosamente dentro de su cabeza mientras Tarantino peroraba taradeces), su paternaire respondío "no, Álex. Puedes devorarlo".
También recuerdo que Tarantino le hablaba fascinado acerca de un género inédito para De la Iglesia: las películas de judo. De judo, sí. No de kung fu, ni de kárate, ni de la cosa esa gay oriental que Steven Seagal hace que parezca de muchohombre. De judo.
-Son fabulosas, Álex, te voy a pasar unos laser discs para que te culturices en el tema. -Grrmsssggs... -¿Quieres también mi hogaza de pan? -POR FAVOR.
Pues yo me alegro. Además eres injusto con Álex: ha perdido veinte kilos. Un sacrificio que no debe costar cuando tu vida es plena.
En un alarde genial de asertividad forerística, empleo este emoticono para ilustrar cómo penetro en la psique de mi adversario y le arrojo a la cara las frustraciones que cimentan sus argumentos. Implacable.