Después de un ingrato paseo por el Google ninguna cita de violación por parte de monjas. Tan sólo algún relato fantasioso con acento de pajero argentino y alguna galería fotográfica donde la mezcla de hábitos, carmines y cueros resultaba poco creíble para establecer antecedentes sobre este tema.
Condena del Vaticano a violaciones masivas de monjas por parte de sacerdotes en África; levantamiento nacional a causa de violaciones masivas de monjas por parte de rojillos y anarkas; en cualquier revolución, cualquier periodo de anarquía, por efímero que sea, hordas revolucionarias asaltaran conventos con el fin de violar monjas. Y ¿qué diantre pasará por la cabeza de una monja que ha dedicado 80 años de su vida a Dios envolviendo polvorones? En fin, no voy a entretenerme en intentar establecer las causas que lleven a una monja octogenaria a consumar una violación. De haberlas las hay, y con más fundamento, si cabe, que el que poseen todos los casos de violación que acostumbran a aparecer en los medios.
Lo que nos ocupa es el privilegio de ser violado por una monja octogenaria frente un intercambio baboso de felaciones con un gusano, no las causas que lleven a la monja a consumar esa violación.
slurp, slurp..
Rianxeira, pequeñín, te voy a follar!!!
¿Cómo una monja octogenaria puede llegar a consumar una violación? Es prácticamente imposible especular con el uso de la fuerza por parte de la anciana para forzar la copulación. Sólo con maquinaciones maquiavélicas urdidas por la monja a base de chantajes, coacciones y drogas conseguirían esa erección y sometimiento necesarios para llevar a término la acción. (Si no es así, y hay cópula, no estamos hablando de una violación, es simplemente un polvo de lo más asqueroso. Siempre que no se mezclen los inescrutables avatares del amor, posibilidad totalmente factible unicamente en los fans de los bandas británicas de sorbemocos. Y en todo caso tampoco se trata de una violación)
La intensidad, complejidad y creatividad del procedimiento urdido por la monjita para llevar a cabo la violación nunca serán superadas por la dedicación, por muy grande que ésta sea, por parte de tu parienta. Siempre habrá momentos en los que acabaras echando de menos la dedicación que tubo la monjita para hacerse contigo. Siempre aparecerá en algún momento en el fondo de tu conciencia una descarga de orgullo por haber sido uno de los pocos (por no decir el único) elegidos destinatarios de tan monumental tesón femenino en conseguir tus favores. (
Primera ventaja)
La violación: La monja se arremanga el hábito, te monta, agarra tu miembro con su mano fría, arrugada y temblorosa por la inexperiencia y el ansia, como si temiera morirse antes de llevar a cabo lo que ocurrirá unos segundos después. Tú estás alucinado, endrogado, intentando convencerte de que se han equivocado en el videoclub, y en lugar de una de esas de Ozores que siempre alquilas, te han dado una de Buñuel. Y zas! Rotura de himen. Ya habías olvidado esa fantasía de follar con una virgen, todas las tías con las que has follado habían sido folladas anteriormente por otro, siempre lo habías deseado, nunca lo reconociste, pero te hubiera encantado follar con una virgen. Saber que eres el primero en franquear esa frontera. Incluso acabaste afirmando en voz alta que eso es sólo una inclinación machista para autoconvencerte de que jamás lo conseguirías. Jamás tendrás que volver a esconderte, mentir o dar excusas gilipollas cuando hables con tus colegas (virtuales) sobre los polvos con una virgen. Tu orgullo ha recibido el primer chispazo (
Otra ventaja, reconócelo), quizás tenga sus ventajas este polvo.
jum, jum
a esta piltrafilla sin estudios me la follo!!!
Te está follando una monja, anciana y fea, y empieza a gustarte, aunque no lo reconoces. Le sigues dando la culpa a la drogaina que te ensució ese papelillo albal. Diriges tu mirada 45ª hacia delante. Una carita marchita y jadeante, tan marchita que prefieres pensar que está borrosa. Ves esa carita como un punto oscuro que se mueve arriba y abajo, con la monotonía constante de un péndulo. A cada lado del pendulo hay dos alerones blancos. La monja no se ha quitado ni los alerones del habito. Éstos suben y bajan, con un aleteo retardado por la resistencia que ofrece el aire espeso a su gran superficie. El papelillo que te ofreció la monja empieza a hacer efecto o es cierto que estas oyendo el batir de un pájaro. El techo se vuelve borroso, nublado, Ves volar una gaviota bajo las nubes. El aleteo llena el espacio, pasa otra gaviota, y otra, y cuatro más, y cincuenta gaviotas más. Estás alucinando. En tu mente se mezcla el suave contacto de una viejita arrugada con el vuelo de cien gaviotas. Empiezas a convencerte que no es un polvo tan asqueroso. (Empiezas a disfrutar,
otra ventaja)
La próxima vez que tus colegas te inviten a pasar una noche en el monte con esas setas que traen de holanda, (como aquella ocasión que te invitaron porque eras el único que tenia coche) serás el rey de la fiesta. Como les cuentes tu historia con la monja os partiréis el pecho, sin duda. No se lo creerán pero pensarán de ti que eres un tipo ingenioso, serás el centro de atención, empezaras a pensar que estás superando el mongolismo forero. (
Otra)
Los jadeos de la monja empiezas a ser grititos agudos, chirridos de vieja. Te fijas en su cara desencajada esa nariz aguileña que surge de entre pliegues de piel gastada. El hábito negro. Más chirridos de la vieja ¿Qué es una gaviota sino un cuervo vestido de blanco? Carroñera, asquerosa. Mal rollo, empieza a entrarte el yuyu. Tienes un cuervo sobre de ti, batiendo sus alas. El mismísimo demonio. Estas teniendo una verdadera experiencia religiosa. Pero sólo se trata de una monjita octogenaria que te está follando. No puede ser malo, intentas volver a pillarle el buen rollo a la situación. Un exorcismo, eso es. Estás siendo testigo de primera fila de un exorcismo (
Otra). Se acabó tener que hablar de anécdotas históricas mezcladas con palabrería en latín para hacerte el interesante.
Pero no eres sólo un testigo, eres el protagonista. Otro chasquido de la monja, más agudo que los demás, el cuervo se revuelve y el chasquido de la monja cesa de golpe, en seco. Al mismo tiempo has tenido un orgasmo muy fugaz y virulento (otra). Ves al cuervo alejarse de ti. Cesa el aleteo del cuervo. El demonio ha salido de tu cuerpo. La monja se derrumba encima de ti. Estás sorprendido por tu orgasmo. La monja se incorpora jadeante, se encaja bien las alas, te da una palmadita en la mejilla y te dice “con Dios”. Coge su bastón y se larga, jorobaza, cojeando y resoplando. Ya nunca serás el mismo (con mucha suerte
otra ventaja).
gronchi, gronchi...
esta noche nos vemos, sardinilla!!!
En resumen: después de una buena ducha con mucho jabón desincrustante ya puedes decir que te has follado una monja (aunque no sea exactamente así); que has desvirgado una mujer que has echado un polvo alucinógeno entre gaviotas; y que has asistido a un exorcismo. Todo eso te dará tema para dejar de ser un mongui y poder compartir experiencias con tus colegas sin necesidad del copypaste. (Eso si Rianxeira, no te vendas el coche). Cuando superes tus pesadillas tendrás la satisfacción de haber cumplido con una buena obra, quizás fuera el anhelo que atosigó durante ochenta años de clausura a la pobre monjita. Y con el tiempo, siempre te quedará el orgullo de haber sido el agraciado de uno de los planes más elaborados por una mujer en la historia de la conquista sexual. Machote!!!
A éste nunca lo violó una monja.
¿Quieres ser como él?
Tu turno Rianxeira. A ver tus habilidades para convertir un beso negro del padre Apeles en algo laudable.